ENTRETENIMIENTO

Felipe Ehrenberg y la práctica cabal del arte

por Avatar Ella Fontanals-Cisneros

Felipe Ehrenberg (1943-2017) es una figura fundamental en el arte conceptual mexicano. Nació en Tlacopac en 1943, y desde muy joven trabajó como editor literario. Sin embargo, posteriormente demostró un interés por la creación y se formó como artista de la mano de mentores como el pintor y escultor Feliciano Béjar, el muralista José Chávez Morado y el artista e intelectual Mathias Goeritz.

Ya en la década de 1960 y 1970, Ehrenberg se había hecho muy conocido en el medio artístico mexicano por su arte de alto compromiso social. Esta identificación con el mensaje o tesis de la obra tuvo siempre más peso en su creación que la propia estética y fue su principal motivación para incursionar en diversos medios de producción, tales como el dibujo, el grabado, la pintura, las prácticas instalativas y la performance. Una vez que se enfocaba en una temática, o algo inspiraba su interés, el medio a partir del cual desarrollar la idea era secundario. Aun así, su obra estéticamente es de un carácter muy diverso y experimental, y su talento para moverse de una técnica a otra es innegable, siempre inspirado en reflexiones extraídas de la rica cultura popular de su país, tales como los mercados, llenos de productos artesanales y comidas ricas en colorido, aromas y tradiciones, las ofrendas religiosas y muy en especial el factor protagónico de la muerte y su relación tan peculiar con los más variados aspectos culturales de México.

En el año 1968, previo a las olimpiadas de Ciudad de México, se produjo un movimiento de protestas populares, principalmente estudiantiles, que precipitó la tristemente célebre masacre de Tlatelolco. Centenares de heridos y muertos, y una sociedad severamente lacerada, fueron los saldos más visibles de estos sucesos. En el caso de Ehrenberg, se sumó a la extensa lista de expatriados mexicanos que se marcharon de su país como resultado de estos eventos y de la creciente tensión política. En el propio año 1968 se asentó en Inglaterra con su familia.

La obra Solo una Flor (Hecho en México) constituye un alarido de dolor y protesta, y una declaración de principios. Firmada en el año 1968, es un testamento visual de la conmoción, de la revolución llevada al plano personal. La obra es un tablón de madera, con forma de puerta, o también podría ser un mostrador de un mercado popular. En la parte superior de la obra se repite la imagen de un jarrón simple con flores, cada uno sobre un recuadro rojo, y hacia el cuadrante izquierdo los mismos jarrones, pero en negativo. Las flores parecen exhibidas en las ventanas de un mercadillo, tal vez como decoración o tal vez a la venta. La flor comúnmente es un símbolo de esperanza y optimismo, pero al presentarlas también en negativo les da un aire sombrío, cuestionando la apariencia efímera de su belleza y frescor. En la parte inferior de la pieza, el rostro del propio Ehrenberg, que se autorretrata en distintas posiciones, con expresiones meditabundas. De dos de los rostros, sale un recuadro gris, a modo de viñeta de caricaturas, que simboliza su propia reflexión, en torno a la situación de su país. Sin embargo, irónicamente, dentro de la viñeta, aparece una estampa de importación comercial que indica que un producto es «hecho en México» y un grupo de letras y números incoherentes, como aludiendo a un pensamiento que aún no toma forma concreta. En el interior de la pieza colocó canicas, que suenan ruidosamente al mover la obra, integrando el componente sonoro a la vocación satírica de la misma, y que a mí me recuerda el adagio popular «mucho ruido y pocas nueces». Más allá del mundo de las apariencias, Solo una Flor (Hecho en México) es una metáfora del México de aquellos años, y una crítica ácida a los discursos nacionalistas vacíos y populistas.

En Inglaterra fue cofundador del Beau Geste Press (Libro Acción Libre) y participó del movimiento artístico internacional Fluxus, que agrupaba a artistas muy distintos, que tenían en común el interés por desdibujar los límites entre arte y vida. Su expatriación a Inglaterra resultó ser un parteaguas en su biografía y obviamente en su carrera. A partir de este momento muchos de sus ideales se consolidaron más, en particular sus teorías sobre la función social del arte y el papel activo e insustituible del artista en la sociedad. Muchas veces incluso planteó su rechazo al término artista para autodefinirse, y prefirió otros como «neologista» o «general practitioner of art» (practicante general del arte). De esta manera buscaba diferenciarse de nociones tradicionales que encerraba el concepto de artista, ya fuese como captor de la belleza, o como figura bohemia y elitista dentro de la sociedad.

En 1974 finalmente regresó a México, enfocando su producción a un tipo de arte sociopolítico, y se unió al colectivo Los Grupos, manifestándose activamente en contra del régimen político vigente. Apenas un año después de su regreso a México, recibió el Guggenheim Fellowship, por la relevancia e impacto internacional de su obra. Ehrenberg fue un artista cabal y un luchador incansable hasta el final de sus días, que le insufló al medio artístico mexicano la impronta radical que fue su obra toda. Sus conceptos y teorías aportaron mucho al arte conceptual, del cual podrá adquirir más información a través de mi canal de YouTube y mi website.