Por su tercera temporada, la serie israelí Fauda se adentra en Gaza para mostrar el alto precio que han pagado los inocentes del conflicto israelí-palestino, explicó su creador, Avi Issacharoff.
La desgracia de unos puede generar una gran expectación en otros. En este periodo de confinamiento por la pandemia del covid-19, Netflix está alcanzando picos de audiencia, con sus acciones bursátiles al alza pese a un contexto mundial abocado a la recesión.
La tercera temporada de la serie israelí Fauda (caos en árabe), que se transmitió en una cadena local, llega el 16 de abril a Netflix y sitúa su intriga, por primera vez, en la Franja de Gaza, un enclave palestino controlado por el movimiento islamista Hamás y sometido a un bloqueo israelí.
«La receta sigue siendo la misma, en su conjunto, pero esta temporada es mucho más compleja que las anteriore», explica a Avi Issacharoff, coguionista de Fauda junto con Lior Raz.
Con semblante duro y cabeza rapada, en un estilo que recuerda a Bruce Willis, Issacharoff da vida a Doron Kavillio, agente de una unidad especial israelí infiltrada en los círculos palestinos.
«Los antagonismos están menos marcados» que en las temporadas anteriores, en las que se contó la caza de un responsable de Hamás y de un combatiente del grupo Estado Islámico.
Además, Issacharoff, que también es periodista, conoce bien Gaza, al ser uno de los pocos reporteros israelíes que cubre la actualidad palestina y al haber realizado reportajes en la zona antes del bloqueo.
«Vemos cómo gente que no quiere la guerra, que quiere vivir en paz, se ve atrapada, en contra de su voluntad, en el conflicto israelopalestino y acaba tomando partido”, afirma Issacharoff, cuya serie alcanzó fama internacional pese a no ser una superproducción.
Una realidad compleja
Por su tercera temporada, el agente Doron Kavillio empieza su misión de infiltración en la ciudad de Hebrón, en Cisjordania ocupada. Allí se hace pasar por un entrenador deportivo y, con la misión de acercarse a objetivos palestinos, manipula a Bashar, un joven boxeador con un futuro prometedor, a quien arrastra a una espiral infernal.
Sin ánimo de destripar el argumento, la tercera entrega de la serie llevará al equipo de Doron hasta la Franja de Gaza y develará un universo más complejo que el planteado por la retórica de Hamás y de Israel, que libraron tres guerras desde 2008 y que se siguen enfrentando con regularidad en tiroteos esporádicos.
«Quisimos mostrar el alto precio que pagan los inocentes a causa del conflicto», explica Avi Issacharoff, pues «la realidad es más compleja de lo que imaginamos».
Y para muestra un botón: en plena crisis del coronavirus, se están observando acercamientos «oficiosos» entre Hamás e Israel, en el marco de una tregua, para luchar contra la pandemia, subraya.
Puesto que los israelíes tienen prohibido entrar en Gaza, las escenas que tienen lugar en el enclave palestino fueron filmadas en las ciudades árabes israelíes de Kfar Kasem y de Jisr al-Zarqa, así como en un campo de entrenamiento militar en el que el ejército construyó réplicas de las callejuelas gazatíes, explica Issacharoff.
A pesar de las tensiones, «para nosotros era importante no caricaturizar al enemigo» y mostrar que él también «sufre», «llora» y «ama», señala. «Esto es, cada vez, un desafío», explica.
Tender puentes
Fauda, retransmitida en Israel por la red YES, ha conquistado a la crítica y a millones de telespectadores de todo el mundo desde que Netflix la empezó a difundir en diciembre de 2016. Hace unos meses, The New York Times la distinguió como una de las mejores series extranjeras de la década.
Además, se ha convertido en un emblema de la capacidad de Israel para crear formatos originales y relativamente baratos.
Su éxito se debe, sobre todo, a su realismo, pues los dos creadores fueron miembros de una unidad de élite del ejército israelí.
«Se trata de una ficción, aunque intentemos darle elementos de realidad», puntualiza Avi Issacharoff, quien afirma haberse inspirado en Yahya Sinwar, jefe de Hamás en la Franja de Gaza, para crear los principales personajes palestinos.
El carismático capitán Ayub, personaje central de los servicios de seguridad israelíes, también está basado en alguien real.
A pesar de que esté grabada en árabe y en hebreo, Fauda es «una serie israelí», admite Avi Issacharoff, que ya está trabajando en la cuarta temporada.
Llevar a la pequeña pantalla una realidad compleja, con todos los pequeños matices del conflicto israelí-palestino, puede suponer un reto, pero el autor espera que la ficción sirva, al menos, para tender puentes entre ambos pueblos.