Los actores del método, se sabe, son capaces de llevar la construcción de un personaje hasta las últimas consecuencias. Con el objetivo de sumergirse en un rol, un intérprete puede llegar a adoptar las rutinas más insólitas, y si bien en algunos casos esos hábitos pueden resultar simpáticos, en otros quizá sean francamente repulsivos.
Y eso es algo de lo que sucede con algunas estrellas que por impulsos artísticos, por “vagancia” o por razonamientos algo curiosos, hicieron gala de muy malas costumbres en rodaje.
Brad Pitt: el amante de las toallitas
Desde hace varios años, al protagonista de Leyendas de pasión le precede una fama que, lamentablemente, muchos de sus compañeros pudieron confirmar. Lejos de ser un amante de las duchas diarias, Pitt tiene una higiene personal que puede dejar algo que desear.
Cuando trascendió su falta de amor por los baños diarios, él aseguró que eso se debía a la falta de ratos libres debido a sus compromisos como padre de seis niños. Por ese motivo, Brad suple la falta de duchas con un artículo de limpieza.
En el año 2009, mientras filmaba Bastardos sin gloria, uno de los protagonistas de ese título, Eli Roth, declaró al respecto: “Cuando preparábamos una escena, Brad se puso muy cerca mío para un plano muy cerrado y me dijo que yo apestaba. Entonces le contesto que no había tenido tiempo para bañarme, y me retruca: “Toallitas húmedas, amigo, toallitas húmedas”.
En una oportunidad, Brad confesó que descubrió el poder de las toallitas mientras limpiaba a sus hijos y que, en vez de bañarse, simplemente podía “usar un par de toallitas en las axilas”.
Y si la falta de duchas no fuera de por sí grave, Pitt también abandonó el uso de antitranspirante, poniendo como argumento su compromiso con el medio ambiente. Entre la falta de duchas y la falta de desodorantes, cualquiera pensaría que acercarse a este intérprete es poco menos que un deporte de riesgo, pero no es así.
En una entrevista, Jennifer Lawrence confesó: “Brad Pitt huele asombroso. Le pregunté qué perfume usaba y me dijo que no usaba colonias de ningún tipo y que quizá ese era su olor natural. La verdad es que elegí no creerle porque eso sería muy cruel con el resto de la humanidad”.
Lejos de ser una excepción, otros famosos siguieron esa olorosa estela de abandonar las duchas frecuentes, como por ejemplo Mila Kunis, Ashton Kutcher y Jake Gyllenhaal.
Kate Hudson y Shailene Woodley: besos para el recuerdo
Una escena de beso con Kate Hudson, puede resultar una experiencia poco agradable. La actriz tiene hábitos alimenticios que impactan principalmente en su aliento, y por ese motivo estar cerca de su boca no es la mejor de las opciones.
En una nota, el actor Dane Cook aseguró que la actriz comió una cantidad importante de cebolla antes de hacer una escena con él para el largometraje Una novia para dos, y por ese motivo declaró que ese había sido “su peor beso en pantalla”.
Una costumbre muy similar tiene la actriz Shailene Woodley, que no se anda con medias tintas al momento de procurar tener un aliento feroz. Su compañero de reparto en El esplendoroso presente, Miles Teller, explicó en una oportunidad: “Ella todo el tiempo consumía esos suplementos de hierbas, que tenían un sabor horrible. ¡Y no dejaba de comerlos justo antes de los momentos en los que debíamos besarnos!”.
Y aunque Woodley y Teller son buenos amigos, ella también se quejó de él, cuando reveló que para molestarla, él aprovechaba las escenas de besos para unos minutos antes, tomar un jugo que a Shailene le resultaba espantoso. De esa manera, entre ambos hubo una guerra fría basada en ver quién hacía sufrir más al otro, atacándolo a través de su mal aliento.
Arnold Schwarzenegger: escape de gas
La estrella de Terminator no protagonizó grandes escándalos en los sets. El actor austríaco ni le huye a la ducha ni es un gran amante de la cebolla, y eso lo haría un compañero de rodaje ideal… si no fuera por una anécdota que opaca esa fama.
Durante la filmación de El fin de los días, el exgobernador de California no se pudo contener, en una situación que dejó un pésimo recuerdo para la actriz Miriam Margoyles. En el marco de la realización de ese largometraje, la compañera contó una escatológica anécdota, y detalló: “Yo interpretaba a la hermana de Satán, entonces él me tenía que matar, y para eso me ponía en una posición en la que estaba contra el piso, sin poder moverme. Entonces simplemente se tiró un gas. No fue algo que quedó en el film, sino que ocurrió durante un receso, y por eso jamás lo perdonaré”.
Sin lugar a dudas, una broma de mal gusto que por suerte para sus futuros coprotagonistas, Schwarzenegger no se animó a repetir.
Shia La Beouf: el método al extremo
“No me bañé por cuatro meses”, esa fue la desagradable confesión de Shia LaBeouf cuando explicó el proceso de crear a su personaje, en Corazones de acero. En esa pieza, LaBeouf se expuso mucho más de lo habitual para una estrella de Hollywood, con el fin de envolverse en la cotidianidad de un soldado durante la Segunda Guerra Mundial.
En el transcurso de esa filmación, el actor detalló: “Perdí un diente, me corté la cara con un cuchillo y me la pasé días viendo morir caballos”. Sin embargo, él destacó que no se considera un actor del método, porque eso sería “algo ridículo” (un comentario notable, viniendo de alguien que, de nuevo, no se bañó en cuatro meses para meterse en ese rol).
La experiencia de Shia en esa película fue tan extrema que una fuente anónima le dijo al medio The Daily Mail: “En el rodaje, mucha gente le advirtió que no estaba comportándose de manera adecuada, entre los que se encontraron Pitt y el director David Ayer. Shia terminó volviendo locos a todos, en su afán por demostrar que era la estrella que más empeño le ponía a su trabajo”.
El colmo de esa situación fue que el equipo de producción terminó alojando al actor en un hotel diferente, debido a su constante mal olor (suponemos que a él Pitt no le aconsejó usar toallitas húmedas).
Robert Pattinson: el secreto detrás de su cabello
Hace poco más de una década, Robert Pattinson conquistó el corazón de millones de adolescentes gracias a su rol en la saga Crepúsculo. En la piel de Edward Cullen, este actor se hizo popular a nivel mundial y si bien sus ganancias ascendieron meteóricamente y pudo acceder a un elevado nivel de vida, la compra de shampoo no estuvo entre sus prioridades.
Luego de ser acusado por voces anónimas que trabajaron con él en Crespúsculo, el actor debió hablar sobre su hábito de no lavarse el pelo. Así como lo leen. Pattinson no es un gran amante de lavarse la cabeza, y en diálogo con Extra dio una confusa explicación: “No sé por qué tengo esa costumbre. No le veo sentido a eso de lavarse el pelo”.
Para sorpresa de nadie, la frondosa cabellera de Robert tenía mal olor y eso molestaba a muchos de sus compañeros de elenco. Afortunadamente para su entorno, consagrarse como modelo fue un decirle adiós a ese inexplicable hábito, como poco tiempo después el actor reveló con tono de ironía: “No sé si será por asociarme a una importante marca de perfumes o si será porque me hago grande, pero empecé a higienizarme, y ese sí que fue un profundo cambio en mi vida”. Notable lo que le sucedió a Pattinson a los 28 años, cuando descubrió las bondades del shampoo.