El Museo de la Historia del Holocausto prestó por primera vez piezas de supervivientes y víctimas del Holocausto para una exposición en Berlín. En la muestra incluyen una muñeca y un estuche para rollos de la Torá tallado a mano o un piano.
Los dieciséis objetos familiares, uno por cada región alemana, los cedió el memorial israelí del Holocausto y se exponen desde este martes.
Lore Mayerfeld, de 85 años de edad, era solo una niña cuando sus abuelos le regalaron la muñeca ahora expuesta. Según ella fue un «regalo de despedida» cuando su familia judía huyó de Cassel, en el centro de Alemania, hacia Estados Unidos.
«El pijama que lleva es el que yo llevaba durante la Noche de Cristal», el pogromo de noviembre de 1938, dijo Mayerfeld a AFP.
La «hora» de los negacionistas
Mayerfeld y su madre pudieron reunirse con su padre en Estados Unidos en 1941, pero no supieron hasta después de la guerra que los nazis asesinaron a sus abuelos y varios tíos y primos.
Ahora vive en Jerusalén y dice que nunca permitió a sus hijos jugar con su muñeca Inge «porque se puede romper».
La familia decidió finalmente que debía estar en el museo y ella decidió viajar a Alemania para la exposición sobre el Holocausto, mientras aún le quedan fuerzas. «Es un viaje muy emotivo, estoy reviviendo mi historia», dice.
«El mundo entero no aprendió la lección [del Holocausto] y es muy triste. Hay quienes niegan que haya sucedido. Mi generación, cuando ya no estemos, ¿quién estará ahí para contarlo?», se pregunta.
Para el presidente del museo, Dani Dayan, es esencial encontrar nuevas formas de conectar con las generaciones más jóvenes en la «era post-supervivientes».
«Tengo miedo que sea la hora feliz de los negacionistas del Holocausto, de los tergiversadores del Holocausto. Por eso debemos preparar ahora el terreno para afrontarlo», afirma.
La caja de la Torá fue hecha a mano en 1939 por Leon Cohen, un veterano judío de la Primera Guerra Mundial.
Cuando a él, su esposa Adele y sus dos hijos los enviaron al campo de Theresienstadt, Leon se llevó consigo su valioso maletín.
Antes de que deportaran a toda la familia a Auschwitz en 1944, se la confió a una amiga, Henrietta Blum. Ella y el maletín sobrevivieron pero la familia Cohen pereció.
«Milagro»
Otro objeto de la exposición sobre el Holocausto es un piano perteneciente a la familia Margulies, comerciantes textiles de Chemnitz (este).
Varios miembros de la familia se escondieron cuando el cerco nazi se estrechó pero pronto se dieron cuenta de que escapar era la única opción.
En 1939 embarcaron rumbo a Haifa y finalmente llegaron a Palestina. Su piano llegó unos días después en un contenedor, gracias a las gestiones de su hijo de quince años, Shlomo.
La familia acabó donándolo al Museo del Holocausto en agradecimiento por su supervivencia. «Con estos objetos, empezamos a imaginar cómo estas personas, que se sentían completamente alemanas, fueron lentamente arrancadas del corazón de la sociedad», comenta Ruth Ur, comisaria de la exposición.
Para ella, el viaje del piano es una especie de «milagro» y forma parte de una «nueva manera de contar historias» sobre el Holocausto. «Este muchacho [Shlomo] sigue vivo hoy a los 99 años. Y eso es maravilloso».