La estadounidense Ariana Grande transformó el tránsito de emociones, reflexiones y, sobre todo en su caso, comentarios públicos tras una ruptura sentimental en su primer álbum de estudio en cuatro años. Pero lejos de recrearse en la melancolía más densa, usa el baile como catalizador.
El séptimo disco de su carrera, Eternal Sunshine, publicado este viernes en todo el mundo, propone desde esa portada, en la que la intérprete y compositora parece apoyarse sobre su propio hombro, cuál es otro bálsamo necesario en estos casos, y así lo canta: «Sé tu jodido mejor amigo».
Desde que hace menos de dos meses anunciara su salida, Grande (Boca Ratón, 1993) restringió al máximo la información en torno a este trabajo, por ejemplo con el lanzamiento de un único single, «yes, and?», que repite la jugada de Taylor Swift con Midnights (2023).
Según su discográfica, quería enfatizar la escucha en formato de álbum de sus nuevas canciones, que adquieren todo su sentido juntas y en un orden concreto. «Son todas piezas diferentes y elevadas de la misma historia, de la misma experiencia», ratificó en una entrevista sobre este «álbum conceptual».
Ariana Grande, a la séptima va la vencida
Eternal Sunshine comienza con una pregunta: «¿Cómo saber si estoy en la relación correcta?». Y, tras 13 cortes y poco más de media hora, es su propia abuela quien le da la respuesta.
«No te vayas a la cama sin dar un beso de buenas noches. Es lo peor que puedes hacer. Y si eso te incomoda, entonces estás en el lugar equivocado. Sal de ahí».
Como personalidad de la música, con dos Grammys y unas ventas estimadas de más 90 millones de discos, para Grande es difícil escapar del escrutinio público; sobre todo en momentos como su divorcio a finales de 2023 del agente inmobiliario Dalton Gomez.
Ella misma explicó que este álbum es fruto de un rapidísimo proceso creativo (comenzó su confección el pasado septiembre, en paralelo con su debacle sentimental). Y en Eternal Sunshine es la artista quien asume la batuta del relato de su vida frente a la prensa sensacionalista.
Ese era el mensaje que aparece ya en el videoclip de «yes, and?», en el que se burla de los comentarios gratuitos tanto de seguidores acérrimos como de críticos, cuando uno de ellos esboza: «¿A quién le importa si ella es feliz? No quiero felicidad, quiero arte».
Incansable y eterna
«En algunos de los cortes me muestro realmente vulnerable; otros son como interpretar el papel que la gente espera que haga a veces», afirmó Ariana Grande sobre estas nuevas canciones. Además, confirmó una vez más, como en este single, que bebe de la cultura del voguing y de lo que Madonna hizo con ella, que a veces la pista de baile es el mejor catalizador para evacuar penas.
Frente a Positions (2020), su anterior álbum, aquí hay más cortes rítmicos y bailables, véase «Bye» o «We can’t be friends (wait for love)», siempre desde esa óptica elegante de la que Grande ha hecho marca, con ecos a la música Motown y al r&b noventero (hay incluso un corte titulado «The Boy Is Mine», pero nada que ver con el de Brandy y Monica).
Otra de las figuras que se asoma como referente en estos temas es la de Mariah Carey (las comparaciones vocales fueron inevitables desde sus inicios) y Grande decidió materializarlo con una regrabación a dúo de «yes, and?» que publicó hace unas semanas pero que no aparece como parte de la edición final del disco.
Aunque si hay una reunión importante tras el paréntesis que supuso su anterior álbum, es la que establece en la gran mayoría de los cortes con el sueco Max Martin. Él es responsable de un sinfín de los éxitos pop mundiales de los últimos 30 años. También es tanto colaborador como coautor y coproductor en cinco de sus álbumes.
De su mano, y de la de otros colaboradores habituales como Ilya Salmanzadeh o Shintaro Yashuda, teje un colchón agradable de canciones; a veces susurros amigos para apaciguar la mente sin necesidad de extirpar los recuerdos. Tal cual sucedía en la película Olvídate de mí (Eternal Sunshine Of The Spotless Mind), a la que Grande rinde homenaje en el título del disco.