Emma Coronel, esposa del excapo mexicano Joaquín «Chapo» Guzmán, está siendo compensada en Estados Unidos por romper con el cártel de Sinaloa y cooperar para combatirlo, opina Anabel Hernández, periodista que hizo a esta primera dama del crimen la protagonista de su más reciente libro.
Tenaz investigadora de los cárteles mexicanos desde hace 15 años, Hernández cree que eso explica la benigna condena a tres años de prisión que recibió Coronel la semana pasada. La condena la impuso un juez federal en Washington, Estados Unidos, luego de que la esposa del Chapo admitiera su participación en la poderosa organización criminal.
«La condena de Emma es el colofón de esta ruptura que se atrevió a dar con el cártel de Sinaloa, me parece que es su compensación por haberlo hecho«, dice Hernández en entrevista con la AFP.
Estima que Coronel, de 32 años de edad y a quien arrestaron en febrero en Estados Unidos acusada de «complicidad» con el Chapo, podría estar colaborando con la justicia de ese país.
«Lo que le correspondería eran al menos 10 años. Eso hubiera estado light (leve) en comparación a la gravedad de las acusaciones que hizo en su contra el Departamento de Justicia», sostiene.
La otra posibilidad, cree, es que se trate de un «aliciente» para que más parejas de capos se animen a colaborar. Así, se podría revelar el funcionamiento interno de estas mafias.
Capos necesitados de afecto
Para la reportera, ya no basta con entender las redes de corrupción o los flujos financieros de los carteles, pues son el lado externo. El núcleo lo componen familiares que resguardan «las partes más sensibles, secretas y humanas».
«Si Emma está colaborando con el Departamento de Justicia, le debe estar nutriendo de todo un panorama antropológico de cómo funciona el cártel. Puede dar información muy sensible, muy importante para abrir las entrañas de esto», afirma Hernández.
El papel de mujeres como Coronel y otras parejas de capos es el origen de Emma y las otras señoras del narco (Grijalbo, 2021), la más reciente entrega de la creadora de best-sellers como Los señores del narco y El traidor.
«Son el sostén emocional, psicológico, afectivo, sexual de estos hombres», afirma haber corroborado la reportera tras una investigación sustentada en testigos directos y documentos judiciales de México y Estados Unidos.
Hernández apunta que capos como Guzmán, Rafael Caro Quintero o Édgar Valdez Villarreal quieren tener amigos como cualquier ser humano. Sin embargo, dependen del cariño y admiración de sus madres o parejas.
«Quieren que sus novias, sus amantes les aplaudan y les digan: qué bueno eres, incluso en el sexo, ¡cuánto poder tienes! porque necesitan la legitimación», explica.
«Emma rompe el paradigma»
Señala también que el núcleo familiar de los cárteles es semejante al de familias reales u oligárquicas que se vinculan para fortalecerse y donde impera un machismo violento y grotesco.
Mujeres como Coronel, una exreina de belleza 32 años menor que el «Chapo», condenado a cadena perpetua en Estados Unidos, aprenden a moverse en este mundo al que quizás llegaron como «víctimas». Sin embargo, acaban siendo «victimarias», gozando de una sangrienta riqueza y «educando en el sistema criminal» a sus hijos, dice.
Además de haber mantenido contacto con ella por dos años, Hernández eligió a Coronel como protagonista por ser el «prototipo de la esposa del narcotraficante» que «a la vez rompe el paradigma».
Se trata de la primera mujer de la cúpula de los cárteles que se confiesa culpable y puede ser un parteaguas. «Es un desafío al cártel máximo y con eso ya su vida está en peligro», subraya.
Tras sus pesquisas, Hernández no se anima a delinear un perfil de las señoras del narco ya que hay varias diferencias. Sin embargo, destaca un patrón: ser reinas de belleza, «así sea del pueblo más pequeño».
«Son hombres tan frágiles que necesitan estas mujeres, las más bonitas, la flor más bella del ejido. Tienen un grandísimo complejo de inferioridad y las necesitan con esos títulos para fortalecerse”, sostiene.