Más de dos años han pasado desde el primer episodio de En defensa propia, el podcast de reinvención de Erika de la Vega.
Aquella entrevista cerraba con estas palabras de la invitada, la actriz, escritora y presentadora colombiana Isabella Santodomingo: “No todos los días tengo el chance de tener una conversación inteligente con una mujer inteligente y de tener un público para decir: ‘Seamos solidarias”.
Hoy día son más de 130 episodios en los que Erika de la Vega ha conversado de distintos temas con mujeres dedicadas a distintos oficios, desde la maestra espiritual Mataji a la actriz y cantante Sheryl Rubio, entre los más recientes, o, entre los más antiguos, la empresaria Inger Mendoza y la modelo Dayana Mendoza.
En defensa propia, además, pasó de ser exclusivamente un podcast a convertirse en una comunidad. Los seguidores que así lo deseen pueden suscribirse en la web del podcast para tener acceso a talleres con las invitadas y recibir el newsletter de los domingos.
“Los usuarios que se hacen miembros sienten el apoyo de esta comunidad, que no es una comunidad que está de mirona. No, es una comunidad activa que hace sus propios talleres, que se conocen en los diferentes países donde están. Entonces quienes son de Madrid hacen sus encuentros y se conocen a través de En defensa propia. Es como un organismo vivo que nos ayuda a todos a seguir conectados”, explica la locutora.
Así como ha crecido el podcast en episodios y seguidores, ha crecido en difusión. Por segunda vez fue incluido en la lista de los 25 mejores podcast en español para aprender y reír de O, The Oprah Magazine, que desde 2020 canceló su edición impresa para enfocarse exclusivamente en su marca digital. La revista, fundada por Oprah Winfrey y Hearst Communications, se comercializa principalmente entre mujeres.
Se siente feliz con este tipo de reconocimientos. Aunque para ella lo más importante es impactar a las personas que reciben el contenido: “Es algo que recibo, primero, sorprendida, porque uno no se lo espera. El mundo del podcast es un mundo un poco solitario. Obviamente te ayuda. A mí me encanta quedar en estas listas porque eso quiere decir que el podcast le puede llegar a más gente”.
De algún modo Erika de la Vega se ha convertido en referencia para hablar de la vulnerabilidad. No lo hace solo con En defensa propia, también lo ha hecho en la obra de teatro Puras cosas maravillosas que, escrita por Michel Hausmann, aborda la depresión y el suicidio en clave de humor. El reestreno de la obra tuvo lugar en la primera semana de agosto en el Colony Theatre de Miami.
“Es infinito conversar sobre el desarrollo humano y mirarse hacia dentro. Uno es infinito, tiene tantas dimensiones que, como puedes ver, es un tema que me apasiona. Me encanta. Lo siento como un segundo aire. El otro día me dijeron una cosa buenísima: uno tiene dos vidas, la primera y la segunda, que es cuando te das cuenta de que solo te queda una. Es un cachetón, ¿no? Creo que eso me pasó a mí. Me di cuenta de que solo me quedaba una vida y le quiero sacar el jugo. No de manera rebuscada ni enrollándome, al contrario, buscando lo simple, buscando la verdad, lo auténtico”.
—¿A qué se refiere cuando dice que el mundo del podcast es un poco solitario?
—Lo que quiero decir es que la industria del podcast americano está organizada. Hay muchas agencias. Yo siento que en el podcast en español, por lo diversos que somos, por lo heterogéneo de cada una de las nacionalidades, cada quien tiene como su camino. Hay algunos que coincidimos, nos juntamos. Yo tengo mucha amistad con Diego Barrazas, que hace Dementes en México, y con Joanna Hausmann. Nos hablamos y tal, y de repente hay uno que otro con quien intercambio información, nos apoyamos. Pero realmente está organizándose en este momento. No somos un gremio unido. Estamos un poco solos todos probando su cosa, monetizando a su manera. A eso me refiero. Es un poco ensayo y error: qué funciona y qué no funciona, sobre todo lo que más nos interesa a nosotros es hacer de esto algo de lo que podamos vivir.
—Los podcast son ahora uno de los principales productos de comunicación masiva del mundo. Hay de enormes cantidades de temas y formatos. ¿Qué cree que los hace tan especiales?
—Creo que es por nicho. La gente va a buscar un podcast por un tema específico. Quieres un podcast que hable de tornillos y lo vas a encontrar. Quieres un podcast que hable de olas para surfear mejor y lo vas a conseguir. Creo que el podcast te permite buscar información en audio mucho más específica. No es como la radio, que enciendes a ver qué hay. Uno va a buscar el podcast. Uno va a aprovechar su tiempo escuchando sobre lo que quiere escuchar. A mí me parece interesantísimo. La industria americana lleva 15 años haciéndolo y todo está inventado. Me parece interesante y emocionante que en español hay mucho por hacer. Hay muchos temas que tocar. Creo que cada uno de los temas tiene subtemas y subtemas. Ahí es que está la oportunidad. Si te pones a ver, todos tenemos como que el mismo chance. Porque el hecho de que yo haya hecho radio no me garantiza unos oyentes fieles. Yo misma soy usuaria de podcasts, escucho podcasts. Soy consumidora de todas las cosas que hago. Veo mucha televisión, escucho mucha radio, veo mucho stand up. Digamos que eso te da el doble de perspectiva.
—¿Va a seguir en YouTube? Veo que otros los publican en plataformas como Patreon para monetizar.
—Empecé en Patreon y después me mudé porque vi que había muchas oportunidades para seguir dándole a los usuarios. Me mudé a la plataforma donde formé la comunidad de En defensa propia, a la que se hace miembro quien quiera por un pago mensual. Ahí la gente tiene acceso a muchas cosas como un grupo de WhatsApp donde estamos todos metidos, a talleres que hago con mis invitadas. ¿Sabes qué pasó? Que yo hacía estas conversaciones y las publicaba, pero sentía que a la gente la dejaba un poco sola. Simplemente la vitrina para exponer diferentes tipos de vida para que la gente se inspirara. Entonces después de Patreon yo necesitaba decirle a la gente por dónde era el camino, o mira vamos a profundizar a ver si este es el camino que quieres. Lo que hice fue desarrollar diferentes talleres con mis propias invitadas en la comunidad de En defensa propia para que la gente tuviera un abreboca sobre herramientas como el proceso de MMK de Alejandra Llamas, el taller del perdón de Cris Sorgi o el taller de la energía cuántica de Mariana Fresnedo.
Los que están en la comunidad, y que tengan ese compromiso de crecer y reinventarse en la comunidad, pueden ver estos talleres que duran más o menos una hora, profundizan sobre las herramientas y ven contenido exclusivo de los episodios, tienen códigos de descuento, hay videos míos de reflexiones de mi newsletter. De alguna manera es como un microsistema que estamos creando alrededor de En defensa propia para no quedarnos huérfanos. Puede ser continuo, puede ser en círculo. También entiendo que ese apoyo de estar en comunidad, de conectar, de pertenecer a un grupo de gente que pasa por lo mismo, es algo súper poderoso. Creo que ese es uno de los descubrimientos más importantes que he tenido en este camino de En defensa propia.
—Se ha convertido en una figura de referencia para abordar las crisis emocionales, y desde algo muy suyo: el humor. ¿Cree que es así?
—Bueno, yo dejé un poquito el humor a un lado para hablar de estos temas. No es que apagué mi parte de humor, pero sí me parecía que tenía que haber un momento de reflexión o un momento de apertura de mi parte para poder invitar a que otras mujeres se abrieran a hablar de sus momentos de vulnerabilidad. Sentí que si me abría y contaba mi historia clandestina podía lograr unas conversaciones más profundas. No es que dejé, por eso te aclaro, el humor a un lado. Sí abrí una parte de mi vida que necesitaba hablar porque había una incomodidad dentro de mí mientras por fuera estaba haciendo reír a la gente. Yo tenía la necesidad de unir estos dos sentimientos. Esto del humor, que siempre está obviamente, nunca se ha ido. Pero también, al migrar, con el paso del tiempo empecé a preguntarme otras cosas. Mis prioridades comenzaron a cambiar, comencé a ver las cosas con otra óptica. Estoy empeñada en cambiar mi mentalidad y ser más consciente. Si yo no daba el ejemplo era muy difícil que mis invitadas lo hicieran.
Quiero pensar que En defensa propia se transformó en un espacio que es referencia para hablar de la vulnerabilidad y de cómo nos defendemos de nosotros mismos. Te pongo un par de ejemplos. Carolina Guillén se abrió para contarnos su momento de reinvención cuando vio que si seguía como estaba no tendría muchos años de carrera. Ver a una mujer tan profesional, tan buena en lo que hace, con tantos años de experiencia, decir ‘oye, no sé cuánto tiempo yo sea útil para esta profesión, tengo que ver qué hago’, le abre un mundo a cualquier persona que la escuche. A la misma Catherine Fulop, a quien hemos visto tan activa, divina, profesional, que siempre está haciendo cosas, le llegó un momento de su vida en el que confesó que no sabía lo que quería hacer. Mira, estas cosas son liberadoras para quien las escucha. Porque tú dices: “Cónchale, Catherine, ¿en serio sientes eso? Yo también lo siento”.
Entonces sí, yo feliz de que En defensa propia sea un espacio referente para hablar de nuestros procesos emocionales. Y además, por qué no, si nosotros somos corazón y mente también. Ya basta de tanta intelectualidad. Quizás es una búsqueda mía también, ahí se refleja mucho mi propia búsqueda. No trato de aleccionar a la gente, no, yo estoy más perdida que cualquiera. Lo que estoy es buscando herramientas para conseguir más cosas dentro de mí.
—¿Cree que esa búsqueda tiene que ver con la edad? ¿O con los cambios abruptos?
—Creo que es una mezcla de todo. Yo he podido tener conversaciones con mujeres que son muy jóvenes que se han tenido que reinventar. Me he dado cuenta de que la reinvención no tiene nada que ver con la edad. Creo que tiene que ver con lo que me dijo Mario Alonso Puig: uno se reinventa cuando estás harto de estar harto. Yo sentí que estaba harta de estar harta. Me pregunté un día si había otra manera de vivir porque esta me está incomodando, me está haciendo sufrir mucho. En mi caso personal, porque cada uno tiene sus procesos, fue el hecho de migrar, el hecho de preguntarme si quería hacer lo que hago toda mi vida. Esas respuestas me dieron miedo porque quizás no quería seguir haciendo lo que estaba haciendo sino que quería hacer otras cosas, pero no sabía qué. La edad, por supuesto, mi hijo, cada vez más grande, tu propia búsqueda, tu inconformidad con la vida, la quejadera, echarle la culpa a los demás. Necesitaba descubrir otra manera de vivir. Y la conseguí. Créeme que vivo mucho mejor. Vivo más tranquila. Agradecida y un poco más. Ya no fuerzo tanto las cosas. Si se dan, se dan porque se tienen que dar. Si no es así es porque estoy en el lugar donde tengo que estar. Esa manera de pensar me ha ayudado mucho.
Y sí, obviamente, no sé si es la dinámica, no sé si la pandemia vino a profundizar también esto. Lo cierto es que es algo de velocidad. Antes uno vivía mucho en automático. Sin mucho tiempo para hacer una pausa y reflexionar, ver hacia dónde va tu vida. Uno iba sin pensar. Creo que bajar el ritmo un poco y entender lo que quiero hacer, cuál es la conversación que quiero tener, me ayudó a redirigirme dentro de mi misma profesión, si es que se puede llamar a la comunicación una profesión hoy en día, ¿no? Porque todo el mundo ya se comunica. Todo el mundo tiene la conversación que quiere tener en sus redes.
—Cada vez se habla más de ansiedad y depresión abiertamente. Parece ser algo que se masificó con los jóvenes, que no temen ir a terapia, o son temas que se ponen sobre la mesa gracias a figuras como Naomi Osaka o Simone Biles. ¿A qué atribuiría esto? ¿Qué le diría a esas personas que se han sentido perdidas?
—Lo principal, y hablo desde mi experiencia, es que las cosas hay que hablarlas. Hablarlas en un lugar seguro. No digo que te pares en una plaza y hables de tus problemas con gente equivocada. Pero sí creo que esos temas hay que hablarlos. Si no lo hablas no hay acción, no hay solución. Yo recuerdo que cuando estaba en el punto más bajo del “ahora qué”, hablé con una amiga que me trajo una solución maravillosa: ve a hablar con un psicólogo. Le hice caso. Eso marcó el comienzo de todo este despertar porque me tenía que poner bien emocionalmente. Ahí sí me di cuenta de que uno a veces no ve las salidas, la solución. Uno tiene que buscar ayuda: hablar con un amigo, hacer terapia, hacer algo por uno mismo. Si nos lo quedamos y se queda dentro, como el agua estancada, se pudre dentro de nosotros. Podría decirles a aquellas personas que todavía no se sienten cómodas hablando de este tema, que es completamente válido, que lo hablen en un lugar seguro para que descubran su grandeza. Porque todos nacimos con todo lo necesario para ser felices. Lo único es que no sabemos cómo hacerlo. Creo que hablándolo y compartiendo esos procesos es que uno puede formar ese camino hacia una vida sin tanto sufrimiento.
—Uno de los beneficios, si es que podemos llamarlo así, de la pandemia es que las personas han estado más abiertas a hablar de salud mental. Lo abordó en Kit de Emergencia. ¿Siente que las redes sociales, un podcast, son lugares desde los que se puede educar y aportar sobre el tema?
—Sí, completamente. Creo que cualquier sitio es bueno para aportar a esos temas. Porque cuando uno dice “hay que normalizar este tema”, no es que hay que quitarle importancia, que eso a veces es lo que piensa la gente. Quiere decir que lo podamos hablar como cosas que nos pueden pasar. Mira, tú dices que el podcast es el sitio, bueno, yo no sé si pueda hablar de depresión en un podcast de cinco minutos, pero sí puedo hacerlo en uno de una hora de conversación con un experto. Más bien es el espacio perfecto: no hay cortes comerciales, no hay música que poner, no hay una editorial de una radio que te esté diciendo de qué tienes que hablar. El podcast es un lugar perfecto para hacerlo y te va a llegar la gente interesada en ese tema. Más allá de eso, reestrené una obra que se llama Puras cosas maravillosas que habla de la depresión y el suicidio en clave de humor. Es decir, es para hablarlo en un podcast, en las Olimpiadas como estas niñitas deportistas, en una obra de teatro, en donde sea porque son procesos que no podemos seguir ocultando. Todos sabemos que la vida es complicada. Entonces por qué seguir escondiendo nuestras tristezas, por qué seguir escondiendo la ansiedad. Creo que hay que normalizarlas. Buscar ayuda, verbalizarlas. También que el que no está pasando por ese momento entienda que puede ser una pieza clave para ayudar a la persona que tienes al lado simplemente haciéndole compañía, dándole un buen consejo, llamándola, preguntándole cómo está.
—¿Puras cosas maravillosas sigue teniendo el mismo formato?
—Lo que cambió es que es en todo el teatro. Antes, como es una obra donde el público participa, estábamos todos como parte de la obra, siempre está la luz prendida, todos nos vemos las caras. El montaje que se hizo en el Colony Theatre hace dos años fue con todos sobre el escenario. Este año, con la experiencia que tuvimos en Panamá en 2019, Michel Hausmann decidió hacerlo en el teatro completo. La experiencia se hace más chévere porque en el teatro completo pasan cosas: subo, bajo, saco a un papá por un lado, saco por el otro. Creo que uno se siente como más en el teatro, que nos hace tanta falta. Tanto a los espectadores como a uno. Estar cerca, conectar, vernos las caras, hablarnos, estamos todos un poco necesitados de conectar y estamos felices de tener la oportunidad de, primero, ir al Colony después de casi dos años y, segundo, volver con una obra que trata sobre la segunda pandemia que nos vino, que es la salud mental. Porque Puras cosas maravillosas es acerca de una niña que comienza a escribir una lista de cosas maravillosas para decírselas a su mamá que sufre de depresión: le dice que la vida vale la pena vivirla. Es una obra que si antes nos hacía reflexionar, después de la pandemia, con tanta soledad, y quizás pérdidas y también ganancias, ahora va a ser un espacio importante para nuestra salud mental y para no sentirnos solos. Para una vez más darnos cuenta de que deprimirse es algo más normal de lo que nosotros pensamos. Simplemente es una invitación a revisarnos y decirle a la gente que la vida vale la pena vivirla. Nos hace falta un cohete de esperanza por todo lo que hemos vivido.
—¿Cómo le afectó la pandemia? ¿Una nueva razón para reinventarse? ¿Qué aprendió profesional y personalmente?
—Lo más importante, en positivo: la importancia de la pausa, de detenerse de vez en cuando, revisarse, auditarse, ver cómo te sientes, para dónde quieres ir, revisar a los que están a tu alrededor y redireccionar. ¿Sabes dónde creo que esa pausa fue importante? Para revisar dónde estaba emocionalmente y tomar otras decisiones, poder aplicar eso aquí, al presente, al futuro. Me tomo mis tiempos, mi tiempo para pensar, para analizar, para sentir sobre todo. Creo que la pandemia lo que me dejó fue entender mis emociones, dejarlas venir, sentirlas, no juzgarlas y dejar que se vayan. No tenerle miedo a nuestras propias emociones. Uno no puede tener miedo de uno mismo.
—En marzo informó que se había contagiado de covid. ¿Cómo transitó por la enfermedad?
—¡Me contagió Chataing! O sea, qué karma. Me contagió Luis, que no sabía que estaba contagiado. Llevábamos mucho tiempo sin vernos, muchísimo. Justamente quedamos un día y fuimos a tomar algo. A mí me dio por hacer un reel dándole unas cachetadas, como tocándole la cara, y él ya estaba contagiado. A los tres días me llamó para decirme que tenía covid y que me revisara. Efectivamente, ya yo tenía covid también. Bueno, todo quedó en nuestra linda amistad. Mira, me sentí mal. Por lo que he comparado con otras personas, obviamente no fue muy duro. No me hospitalizaron ni nada, gracias a Dios. Pero sí siento que es una enfermedad en la que estás tú contigo mismo, y que más que nunca tienes que mantener pensamientos positivos. Los ejercicios de imaginación guiada de la inmunóloga Marianela Castés me ayudaron muchísimo. Era imaginar cómo tu cuerpo batallaba contra el virus. Es muy mental esa batalla, aparte de tu cuerpo, que está utilizando todas tus células para combatirlo. Creo que como estás muy solo hay que tratar de ver en televisión cosas que te hagan feliz, leer cosas de ese mismo tono. Siento que la mente juega mucho. Ya después de 15 días salí de eso y fui una mujer libre.
—¿Sigue necesitando Erika de la Vega validación?
—Siempre, siempre. Te miento si digo que ya no necesito que me validen. No sé si necesito que me validen de otro lugar, pero yo necesito que a la gente le guste la obra, necesito que la obra le cambie la mentalidad a otra persona, necesito que la gente que llegó triste a la obra salga feliz, yo sí necesito ese tipo de validación. Yo sí necesito que me digan que las conversaciones de En defensa propia han sido útiles para la vida de alguien. Esa es la validación que necesito. Más me importa el impacto que tiene lo que hago que quizás la validación que buscaba antes, que era, no sé, demostrar que podía. Me tocó muchos años demostrar que sí podía hacerlo, que sí podía sola, o que el ser mujer no me quitaba el poder para competir con hombres. Yo estuve muchos años demostrando. Ahorita, más que demostrarme a mí misma, porque quizás ya estoy en un lugar donde sé de qué soy capaz, está bien si hago unas cosas bien y otras no. Llamaré a alguien que sí sepa hacerlas. Creo que mi validación va más por lo que le dejo a la persona que consume algo que estoy creando.
—Ya van más de 100 episodios de En defensa propia. ¿Imaginó tal cantidad cuando lo estrenó?
—Yo imaginé que esto sería una carrera larga. Me lo propuse. Yo sabía que el formato del podcast, por lo sencillo que es, entre comillas, me iba a dar la capacidad de estar por largo tiempo en este formato. Asumí este proyecto con compromiso y Valentina, mi productora, también. Sabíamos que esto iba para largo. Hoy, estando en este punto, digo que va para más largo todavía.
—Por cierto, el episodio 100 fue la primera entrevista a un hombre, el doctor Mario Alonso Puig. ¿Cómo lo recibieron sus seguidores? ¿Cómo llegó a esa idea?
—Yo quería proponer algo distinto. Quería sorprenderlos. Obviamente el ámbito de acción no era mucho porque seguíamos en pandemia. No podía hacer un evento en vivo. A Mario Alonso venía siguiéndolo hace un rato. Yo leí su trabajo, él tiene un libro que se llama Reinventarse. Entonces, bueno, qué mejor manera para sorprender a la gente que con un hombre que haya tomado la reinvención como parte de sus estudios. A la gente le cayó muy chévere. Mario tiene muchos seguidores, es un señor muy serio que lleva 20 años estudiando el ser, muchos de los que me escuchan conocían a Mario. La sorpresa fue que accedió a esta conversación. Pero claro, cuando empecé a hablar con él no entendía muy bien dónde se había metido. Me dio mucha risa después porque él mismo decía como que (imita el acento español) “oye, creo que tus preguntas son muy profundas”. Siento también que lo entrevisté en el momento perfecto. Si lo hubiera entrevistado un año antes no hubiera entendido nada.
Creo que llegué a un nivel de aprendizaje y conciencia donde puedo entender muchas cosas de las que me dijo, cosas con las que anteriormente estaba en pañales. Estoy segura de que si vuelvo a hablar con él el próximo año, voy a entender mucho más. Lo que me ha pasado con Alejandra Llamas: cada vez que hablo con ella es un entendimiento diferente porque hay cosas que me van haciendo clic y las voy aplicando a mi vida. Me voy dando cuenta de las cosas que estoy haciendo desde un lugar de víctima, entonces trato de cambiarlas, trato de cambiar mi lenguaje, mi narrativa, trato de cambiar mi manera de pensar, mi percepción. Como son cosas que yo estoy aplicando, van cambiando. No es que yo tengo una conversación y ya, no me quiero convertir en esta persona que lo único que hace es bla, bla, bla, yo quiero aplicar lo que oigo y lo que aprendo y quiero que sea una práctica para ver cómo me va, para ver si mejora mi vida o no, si me sirvió o no, entonces de la práctica hay cosas que se han quedado en mí como hábitos. Hoy en día se han convertido en nuevos caminos neurológicos de cosas que antes no hacía. Tengo muchas amigas que me dicen: “Erika, quién eres, devuélvanme a mi Erika”. Pero me parece que eso es uno de los piropos más bonitos que me pueden decir. Que estoy distinta, que sueno diferente, que me veo distinta. Me encanta que me digan eso. Porque yo me siento; es decir, soy la misma, pero siento que sí he aplicado cosas a mi vida que antes no hacía.
—¿Siente una paz que no sentía antes?
—No sé si es paz. Quizás es una plenitud. Quizás es una calma. Un todo está bien. Está un poco más callada mi mente en vez de estar hablando y pegando gritos. Antes era una gritería allá arriba en la cabeza. Hoy en día hay más calma. Estamos bien. Estamos tranquilos. Vamos poco a poco. Si no puedes hacer esto ahora, lo harás más adelante. Conversa, habla las cosas. Tengo una conversación más amable conmigo misma. Cuando empecé En defensa propia no era así.
—¿Vendrán más invitados hombres?
—Sí, quiero otros hombres. Porque el hecho de que hable con mujeres no es que yo haya querido excluir a los hombres, sino que si yo me quería reinventar tenía que preguntarles a las mujeres porque son mis pares, ¿no? Siento además que las mujeres tienen tanto que compartir, tanto que decir, aprendo tanto de ellas. No digo que los hombres no, pero sí puedo entender que los hombres viven desde otro lugar. Sí quiero saber de los hombres, de sus procesos. Porque, claro, sabiendo un poco más de ellos nos podemos entender más hombres y mujeres. Tengo ganas de seguir con los hombres, simplemente estoy esperando el momento. Ya pronto sabrás.
—Uno de los temas que toca con Puig es el ego. ¿En este momento cómo está su ego? ¿Hubo algún momento en el que fue presa del ego?
—El ego ya sé que está ahí. Muchas veces él es el que habla y muchas veces es el que quiere actuar, muchas veces es el que toma decisiones, pero ya estoy consciente de que está ahí. Creo que lo que puedo hacer hoy día es preguntarme quién está tomando esta decisión, quién fue la que habló: ¿fui yo o fue el ego? ¿Qué no estoy viendo en esta situación? ¿Cuál es la percepción? Antes de reaccionar a una situación hay muchas cosas que yo me pregunto. Trato de no juzgar, que es lo primero que antes hacía, juzgar. El ego lo tengo en observación todo el tiempo. No le gano siempre, pero sí al menos sé que está ahí. Los dos nos tenemos mosqueados.
—Cada vez varía más las entrevistas, desde la maestra espiritual Mataji a Sheryl Rubio. ¿Hay alguna que le haya marcado más que otras?
—Todas las conversaciones, todas, dejan algo. En todas descubro algo. En todas me sorprendo. En el caso de Sheryl, ya que la nombras, yo no tenía ni idea de su vida, no sabía que era una niña que mantenía su casa desde los 14 años, no sabía su historia. Uno cree que conoce a la gente porque son famosas y no conocemos absolutamente nada. Lo que quiero es mostrar las dimensiones de la mujer. Mataji es otra dimensión de mujer, una gurú espiritual con una experiencia humana diferente a la que hemos tenido. En la variedad uno puede demostrar eso que te decía antes: que la reinvención no tiene que ver con edad, ni con religión, ni con nacionalidad, ni con emigrar, la reinvención es un proceso interno donde tu cuerpo te dice cuándo lo tienes que hacer. Con el Kit de Emergencia doy herramientas a las personas para que puedan transitar ese camino de la reinvención. Si te pones a ver, son 52 semanas al año, son 52 mujeres a las que entrevisto anualmente. Con la cantidad de mujeres que hay en el mundo, me parece un horror que yo nada más pueda entrevistar a 52. Porque somos tantas, todas tan distintas, todas con una historia, todas con reflexiones, con nociones, aprendizajes, dolor y tristeza, ¿por qué no llevarlas a los extremos? Mostrar esas dimensiones de las que te estoy hablando. Lo que más me gusta es poderme reflejar en cada una de ellas, no importa si es Sheryl, que tiene 28 años, o si es Mataji, que vivió en la India 20 años. Verme reflejada en cada una de ellas, ver que tengo un poquito de cada una de ellas, es un placer para mí.
—¿Hay alguna entrevista que le haya parecido difícil de hacer?
—No sé porque yo ya estoy llorando en cada una de la entrevistas. Pero, sin duda, ya que mencionaste a Mataji, esa fue una conversación distinta. La hice en Ashram, un sitio con una alta vibración donde ya llevábamos cinco días vibrando y haciendo estos ejercicios, mantras, ofrendas. Esa entrevista fue muy especial por el ambiente, lo que sentimos, porque todas nos pusimos a llorar en un momento dado, pero no a llorar de tristeza, a llorar de felicidad por estar ahí en ese momento. Poderle llevar al mundo esta mujer que tiene un mensaje para revolucionarnos las conciencias. En esa conversación ella me dijo: “Erika, todo lo que has vivido en los últimos años (como todos nosotros pero poniéndolo en perspectiva con mi vida) hasta ahora fue un plan divino para que llegaras hasta acá”. Eso me dejó sin aliento porque mira todo lo que nos ha tocado vivir. Uno se pone a pensar: desde que salí de Venezuela, desde que trabajé esto, cuando me pasó esto, cuando sentí esto, y ¡guao, es verdad! ¿Hay un plan divino para yo llegar hasta acá? Bueno, gracias a Dios. Esos momentos de magia los vivo con intensidad. Esa conversación fue bien especial. También está Ashley Williams, una niña que consiguió su propósito de vida: una americana que a los 19 años se fue a Guatemala para ayudar a los demás, a los presos en las cárceles. Tiene una historia increíble que también me sorprendió mucho. Te hablo de las más cercanas, las últimas entrevistas que he hecho. Todas son importantes y todas me han dejado algo.
—Un tema de debate en la actualidad: los límites del humor. ¿Cuál es el límite entre la gracia y el irrespeto? ¿Cree que existe eso que llaman generación de cristal?
—La verdad no sé si existe una generación de cristal, una generación X, una generación así o asao. Lo que creo es que hemos crecido todos como sociedad y que hay cosas que hoy en día no dan risa. Creo que hay temas que antes eran tabú y que no se hablaban, pero que hoy en día están completamente normalizados. Por ser temas que gracias a Dios son tan normales ya no dan risa. Eso es lo que siento con respecto al humor. Hay que buscar nuevos temas entonces. Hay que buscar nuevas inspiraciones. Ese es el gran reto del humorista ahora: de qué nos vamos a reír todos juntos. Qué nos da risa. Creo que esas son las preguntas que nos debemos hacer y buscar por ahí un camino diferente.
—¿Cuál es su opinión de la cultura de cancelación?
—Me parece que la cultura de cancelación es muy dura e injusta. Me parece absolutista. A mí la verdad no me gustan los polos, no me gustan las polaridades, me gustan los medios, me gusta encontrarme con la gente en el medio porque es la única manera de vernos de cerca y de saber que tenemos cosas en común más que diferencias. No me identifico ni estoy muy de acuerdo con la cultura de cancelación porque además se valora a la gente como por una sola cosa. Es blanco o negro. Es bueno o malo. Y te digo: uno no es una sola cosa. Las situaciones no son una sola cosa. Creo que hay que abrir un poquito más la mente a la hora de emitir un juicio si es que vale la pena emitir un juicio ante alguien o ante una situación.
—El año pasado recibió críticas por apoyar a Biden en las elecciones presidenciales. Al final las cosas se dilataron y el trumpismo, al menos en las redes, ha disminuido su agresividad. ¿Esto le afectó? ¿Cómo lo manejó?
—Ya pasó lo de las elecciones de Estados Unidos y creo que es un tema en el que no nos vamos a poner de acuerdo nunca. Cuando se habla de política, nadie gana.
—Si hay personas que deben reinventarse son los venezolanos, los de dentro y los de fuera. ¿Les daría algún mensaje? ¿De alguna manera el exilio forzado la hizo sensible a estos temas?
—El mensaje que puedo darles a los venezolanos dentro y fuera es que vayan a ver En defensa propia. Tengo más de 130 episodios donde todas las conversaciones giran alrededor de la reinvención. Si hay tips, material, información, puntos de vista, perspectivas donde uno se puede inspirar y motivar para reinventarse es en el podcast. Así que los invito a que lo escuchen porque la verdad es que cada reinvención es diferente. La mía es distinta a la tuya, la tuya es distinta a la del que tienes al lado. Poder ofrecer diferentes puntos de vista ayuda a abrirle caminos e ideas a la gente para que se reinventen. No son caminos que tienen que ser de una manera u otra: lo sabroso de la reinvención es que cada quien puede hacer el suyo propio.
—A finales de marzo tuvimos en el país el movimiento #YoTeCreoVzla, nuestro #MeToo. ¿Considera que los avances en favor de la mujer han sido significativos luego del #MeToo? ¿Ser mujer condicionó su desarrollo profesional? ¿Tuvo menos oportunidades por ser mujer? ¿Se sintió vulnerada?
—¿Me sentí vulnerada? No lo sé. No sé si es que no me sentí vulnerada o es que estaban normalizadas muchas cosas en esa época. Lo que sé es que me defendí con lo que tenía, con lo que podía, con trabajo, con capacidad, con demostrar que sí podía. Tenía el carácter para decir que no cuando no me sentía cómoda. Eso no quiere decir que todas tengamos el mismo carácter y que no todas hayamos estado exentas de la manipulación del poder de algún hombre. Lo que sí creo es que hemos avanzado. Nos falta avanzar muchísimo más. Nos falta tener más oportunidades como los hombres. Nos hace falta sobre todo estar seguras de nosotras mismas. Saber que somos suficiente. Saber que valemos, que tenemos valor. Creo que para que haya un cambio de conciencia somos nosotras las que tenemos que cambiar internamente y decir ‘sí valemos, sí estamos preparadas y sí somos suficiente’. Con esas tres bases sólidas creo que el cambio puede estar cada vez más cerca. Y ver si lo que queremos es cambio o venganza. Yo me voy por la primera.
—Hace un mes decidió, como comentó en su post, “engrasarse con aceite” y posar en una sesión de fotos llamémosla “hot”. ¿Hubiera hecho algo así antes? ¿Lo pensó mucho? Ahora o nunca fue uno de los hashtag que usó. ¿Se pierde la vergüenza? ¿O es que ya no le importa lo que la gente opine?
—Cuando puse el hashtag es porque voy cumpliendo años y me voy poniendo grande. Siento que si no lo hago ahora no podré hacerlo después. A eso me referí con las fotos de Ohrangu Tang. Me siento bien, me sentí bien para tomarme esas fotos. Estoy en un momento donde me quiero divertir, me la quiero pasar bien, me quiero sentir cómoda, me quiero sentir bien conmigo misma y creo que estoy en ese momento. Las fotos llegaron cuando tenían que llegar. Esta invitación la tenía desde hace dos años, pero más que el cuerpo emocionalmente no estaba en el sitio correcto. Me divertí, la pasé bien. Creo que es una manera de salir de tu zona cómoda, sentirte incómoda, ver cómo te sientes con esa incomodidad, cómo la surfeas, cómo te sientes contigo misma, cómo te aceptas a ti misma. Creo que la opinión que hoy en día más me importa, o la conversación que más me importa, es la que tengo conmigo misma. Si es una conversación donde yo misma me pueda empujar a hacer cosas mejores, pues ya todas las demás conversaciones irán por ese camino.
—¿Le teme al paso de los años?
—Sí, obviamente. No me gustan las arrugas, no me gustan las canas, la celulitis, la flacidez. Pero, por otro lado, me gusta madurar, tener diferentes puntos de vista, saber que mi opinión no es tan importante, saber que puedo decir no sé. Digamos que cambio unas cosas por otras y así hago el balance y acepto la edad y la disfruto.
—Como mujer, siente que su realización llegó con la maternidad. ¿Cómo la ha enfrentado y afrontado?
—Siento que la realización de la mujer no solo llega por la maternidad. Eso era hace miles de años atrás, donde la única manera de la mujer buscar su valor era a través de la maternidad. Creo que es parte de la realización, si es eso lo que la mujer quiere. Para mí realmente es parte de mi realización, no es completamente mi realización. Yo me realizo a través de mi trabajo, de lo que creo, de lo que pienso, de mis relaciones, a través de mi familia, las experiencias que vivo, me realizo por aprender cada día más, me realizo por tener otro punto de vista sobre la vida y por ser mamá, no es que es la última de la lista, pero quiero pensar que hay muchas maneras de que una mujer se sienta realizada. Quiero que las mujeres sepamos que eso está bien. Que busquemos que la manera de realizarnos no sea simplemente la maternidad. Y no le estoy quitando la importancia, sino que creo que hay cosas que las mujeres queremos hacer, muchísimas cosas, entre muchas de ellas está la de ser mamá.
—¿Cuál será la próxima aventura de Erika de la Vega?
—¿La próxima aventura? Guao, no sé, hay muchas que vienen. Quisiera tener más tiempo, concentración, estructura, para poderlas llevar a cabo todas, pero lo cierto es que ahora es que vienen aventuras. Antes pensaba que no venían más, que ya todo lo había hecho, y ahorita lo que veo es que tengo un mundo de posibilidades aventurescas que vendrán y disfrutaré de principio a fin.
@IsaacGMendoza