Cuando anunciaron el confinamiento por la pandemia de covid-19 en marzo pasado, el sistema de orquestas estaba en medio de las celebraciones por el aniversario 45 del proyecto social con mayor alcance en el país, creado por el maestro José Antonio Abreu en 1975. Eran muchas las actividades preparadas para conmemorar una fecha importante.
La directora de la Coral Nacional Simón Bolívar, Lourdes Sánchez, salía de su oficina directo a ensayar la Novena Sinfonía de Beethoven y con la partitura bajo el brazo regresaría a su casa sin saber que iba a estar al menos siete meses sin pisar el Centro Nacional de Acción Social por la Música, en Quebrada Honda.
Kilómetros más allá, la gerente de El Sistema Aragua, Yenny Noguera, presenciaba un concierto de al menos 300 niños en Maracay cuando llegó la noticia del confinamiento hasta nuevo aviso. Jean Pool Alvarado, estudiante del Conservatorio de Música Simón Bolívar, entendió que el futuro sería incierto, no sabía cómo continuar con sus clases. Y Pathrycia Mendoza, violinista larense, no tenía la menor idea de cómo dictar las lecciones a los niños de menor nivel en su núcleo.
Desde entonces, las actividades continuarían, pero en medio de un tiempo inédito que los obligaría a repensar todo lo que habían hecho hasta ahora para seguir brindando formación al millón de niños beneficiarios de los programas del sistema de orquestas.
“No se deja de atender”
«Nosotros nunca paramos, nunca descansamos y llegó el momento de quedarnos en casa. Pero el maestro Abreu nos enseñó que, para el descanso, el eterno. Así que pocas semanas después empezamos clases a través de las plataformas digitales», cuenta Noguera, que está al frente de la gerencia del Sistema Aragua desde 2016.
Cerca de 44.000 jóvenes se formaban en los 30 núcleos del estado. Los que pueden reciben sus clases habituales por Zoom y tuvieron la oportunidad de participar en clases magistrales con músicos internacionales por una iniciativa del Conservatorio Itinerante Inocente Carreño, patrocinado por Hilti Foundation. Whatsapp y Telegram son otras de las aplicaciones que han utilizado para mantener la formación musical. En caso de que el servicio de Internet fallé, se reprograman las actividades.
«Estas plataformas nos han fortalecido muchísimo. Antes, para que participaran en clases con maestros internacionales, debían viajar fuera del país o presentarse en unas audiciones y era más difícil, pero esto es una ventanita muy grande y amplia. Whatsapp tiene muchas opciones; hemos hecho forochats, por ejemplo. Incluso, cuando volvamos al ruedo, vamos a poder mostrar mucho más el trabajo que hacemos», dice.
Aunque no tiene datos disponibles, Noguera resalta que «no todo el mundo se puede conectar; no se puede tapar el sol con un dedo. No todo el mundo tiene Internet, y si no se atiende por allí se busca la forma. Hacemos el esfuerzo de atender a la mayoría». Entre las alternativas al mundo digital, está la vía telefónica. «Los maestros dejan indicaciones, guían e incentivan. No se deja de atender».
Algunos profesores, incluso, iban a casa de sus alumnos, siempre que estuvieran cerca, a afinar instrumentos. «Sobre todo a los más pequeños se les complicaba la afinación. Hemos tenido profesores muy solidarios que con todas las medidas de seguridad han ido hasta sus residencias», indica Noguera.
“No es lo mismo”
Para Jean Pool Alvarado, de 20 años de edad, los primeros meses fueron difíciles. «Hay cosas que no se entienden a simple vista, leyendo un libro, sino que necesitas a alguien que te guíe, creo que eso fue lo más complicado de todo. A mí algunas cosas me las enviaban por correo», explica el violonchelista, que entró al sistema de orquestas a los 5 años.
Miembro de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y estudiante de segundo año del Conservatorio de Música Simón Bolívar, vive en Ocumare del Tuy y reconoce que una de las dificultades ha sido la intermitencia de la conexión. «A muchos compañeros se les hacía difícil presentar las evaluaciones por problemas de Internet. En mi caso, a veces, teniendo clases particulares con maestros de afuera se caía Internet y terminaba mandando un video”, dice.
«A decir verdad, se pueden hacer muchas cosas a distancia, pero no es lo mismo. Se puede grabar un video, se edita con un programa y tienes un proyecto, pero no es igual. Todos los conciertos que se han venido haciendo son de una cantidad reducida, si llegan a 10 músicos es demasiado. No es lo más satisfactorio», agrega.
En el occidente del país, en Barquisimeto, la violinista Pathrycia Mendoza recibe clases particulares cada 15 días con el profesor José Francisco Castillo, desde Caracas, y también funge como monitor, una figura en la que alumnos muy avanzados dan clases a jóvenes que se están iniciando en el programa.
«Yo comencé a dar las clases en abril. Arranqué primero en Skype y después pasé a Zoom, y ahí funcionó mejor. La primera lección fue difícil porque no tenía experiencia con esa metodología. Le di primero a los grandes que tienen entre 15 y 16 y luego a los más pequeños, el menor que tengo tiene 8 años. Las clases son de uno a uno», cuenta Mendoza, de 21 años, egresada del Conversatorio Vicente Emilio Sojo.
La organización de los horarios de clases se realizaba de acuerdo con los cortes eléctricos en su localidad. «Más allá del Internet, el gran problema es la luz. Yo tenía corte interdiarios; era difícil organizar la cátedra de esa forma. A veces a los alumnos también se les iba la luz. Entonces manejábamos dos horarios o íbamos coordinando en el día. A veces terminaba de dar clases a las 11:00 pm, porque era el momento en el que coincidíamos con luz e Internet, pero nunca se dejó de atender a los niños», dice. Da clases a 21 jóvenes de Barquisimeto, Yaracuy y Barinas.
Añade: «Hay chicos a los que les ha sentado mejor, aunque parezca mentira. Yo les paso una fotografía de la partitura y les señalo los errores y eso les ha sentado muy bien, porque a veces de forma presencial no te da tiempo de anotar; en cambio aquí tienes una especie de minuta. Hay unos que se sienten mejor viendo la clase así, hay otros que necesitan estar de manera presencial porque es lo que los motiva».
Mendoza, que entró al sistema de orquestas siguiendo los pasos de su hermana mayor, flautista, también forma parte de la Orquesta de Cámara Amadeus, que encontró en las clases magistrales una forma de mantenerse activa. «Aun así, me hace muchísima falta; la parte orquestal es lo que más disfruto. Me gusta ser solista también, pero el convivir es lo que lo motiva más a uno», indica.
De la Sala Virtual al escenario
Entre ensayo y error se fue implementando poco a poco la «nueva modalidad», señala Adrián Ascanio, coordinador académico del Programa Orquestal. «Reinventamos las herramientas típicas de uso comunicacional. Nunca un niño estuvo tan puntual en una clase como en las de Zoom. Además, pudimos acercar personas como un miembro de la Filarmónica de Berlín [Edicson Ruiz, formado en El Sistema] al niño que vive en el barrio Campo Alegre de Maracay. De alguna forma, esto contribuye a crear un Sistema mucho más fuerte, para que en el momento en el que se regrese a la normalidad, estas herramientas no se desechen, sino que se conviertan en parte del programa normal de la institución», dice.
Agrega: «La excelencia se mantuvo. El nivel se mantuvo y en muchos casos incluso subió, porque no tenías solamente la formalidad de las clases con los profesores, sino que adicionalmente todos veían un adiestramiento adicional con maestros de las mejores orquestas a nivel mundial».
También se iniciaron los conciertos virtuales. Ante la imposibilidad de agrupar personas en un mismo sitio por la pandemia -que exige el distanciamiento físico como norma-, coordinaron ensambles pequeños y cada uno grababa desde su casa para luego unirlos usando un software de video. Así se intentaba lograr la práctica colectiva que se suspendió durante este tiempo.
«Luego esto se fue puliendo mucho más, hasta que se pudo organizar un pequeño grupo de las orquestas profesionales para hacer grabaciones en el Centro de Acción Social por la Música en Caracas. Lo que era una fila de violas, se convirtió en una representada por una persona para poder cumplir con el distanciamiento social pertinente», explica Ascanio, contrabajista formado en el sistema de orquestas.
En estas grabaciones participaron, por separado, la Sinfónica Simón Bolívar, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, la Coral Nacional Simón Bolívar, la Orquesta Juan José Landaeta y la Orquesta Barroca Simón Bolívar.
Ya a finales de año realizaron algunas presentaciones durante las semanas de flexibilización en la Concha Acústica del Centro Nacional de Acción Social por la Música, abierta hacia el Parque Los Caobos. De la programación formaron parte la Orquesta Latinocaribeña Simón Bolívar, la Orquesta Rock Sinfónico, la Big Band Jazz y la Orquesta Alma Llanera Región Capital.
Paralelamente, el archivo de las presentaciones de las orquestas profesionales del sistema de orquestas se publicaba domingo a domingo en su canal de Youtube. La Sala Virtual abrió sus puertas el 14 de marzo de 2020 con la presentación de la Sinfonía N° 2, Resurreción, de Gustav Mahler, interpretada por la Orquesta y Coro 45° Aniversario, bajo la dirección de Christian Vásquez, que se realizó en febrero previo al confinamiento.
Actualmente tienen más de 40 videos disponibles que van de repertorios académicos hasta la música popular. Algunos de estos se presentan los fines de semana en la Radio Escuela de Unión Radio, circuito en el que se transmite el programa El Sistema al Aire, en el que se realizan entrevistas con músicos nacionales e internacionales.
El reencuentro
Casi 100 músicos de todo el país forman parte de la Coral Nacional Simón Bolívar, que dirige Lourdes Sánchez. Muchos de ellos retornaron a sus hogares en el interior durante el confinamiento. ¿Cómo mantener activa a la agrupación? Fue una de las preguntas que se hizo Sánchez en medio de una cuarentena inquietante, porque no sabía con exactitud cuánto tiempo duraría.
«Hubo momentos en los que uno entraba en una desolación, una tristeza, una incertidumbre. Pasaba un mes y otro. He estado en cantidad de eventos virtuales y es una situación que vivimos todos los directores de coro, incluso en los países con mayor desarrollo o con mejores condiciones de vida. El músico trabaja con lo presencial, con el sonido. Y un director de orquesta sin orquesta no es nadie y el director de coro, sin coro no es nadie», señala Sánchez.
Pasada la incertidumbre, crearon un grupo de Whatsapp para mantener la cercanía con los integrantes. Abrieron un canal de Youtube llamado «Conociendo la Coral» como un espacio académico y de formación que sirviera tanto a los miembros del coro como a los estudiantes de música. También abrieron un canal artístico en el que han compartido las presentaciones que han realizado durante esos 15 años.
«Era una forma de mantenernos vivos, más allá de que no pudiéramos ensayar», dice Sánchez, pues las plataformas digitales no les funcionaban tanto a las agrupaciones. «No hay una aplicación en la que puedas hacer un ensayo online y logres escuchar todas las voces simultáneas. En Zoom escuchas a una sola persona. No puedes hacer un ensayo en conjunto; siempre vas a escuchar a una sola voz, no a todos», explica.
En octubre, cuando ya se aplicaba el esquema 7+7 (una semana de «flexibilización» y una semana de «cuarentena radical») finalmente algunos integrantes de la coral lograron reunirse. «El encuentro fue en el Centro de Acción Social con un grupo reducido y se hizo un pequeño programa, luego de practicar cuatro días. Al siguiente mes, reuní otro coro, y eso era con los que pudieron llegar a Caracas y los que eran de la capital, por el tema de la bioseguridad no puede estar toda la agrupación. Para mí fue un reencuentro con nuestra vida, nuestra dinámica, alimento espiritual incluso», cuenta Sánchez.
Un grupo reducido del coro inició ensayos en las semanas de flexibilización de este año y ya prepara para marzo la misa aniversaria del fallecimiento del maestro José Antonio Abreu. «Ensayamos en una sala de conciertos con todo un protocolo que ya tiene el Centro de Acción Social. La desinfección inicia desde que te subes en el autobús; el sistema conformó rutas para los músicos. Toma de temperatura y desinfección cuando llegas a la sede. Hay un control para que todos lleven el tapabocas. Ha sido muy bonito todo», agrega.
Y no son los únicos. Esta semana del 8 de febrero inició un proyecto piloto en los núcleos principales, en los que solo se dictaran clases de forma individual, de manera que solo esté el profesor y un alumno en el aula, tomando en consideración las medidas de bioseguridad.
Un balance
Para Eduardo Méndez, director ejecutivo del El Sistema, la organización tiene dos retos importantes en su aniversario 46. «Principalmente, mantener a todos nuestros miembros y personal, profesores, alumnos y estudiantes seguros con el tema de la pandemia. Mantener el cuidado y los protocolos de seguridad, esa es la prioridad. En segundo lugar, la sostenibilidad de El Sistema. Esperamos cumplir 50, 80 y 100. Es una labor maravillosa y que llena de orgullo a Venezuela y el mundo por lo innovador y especial en su forma y trabajo de mantener y preservar en las situaciones importantes que tenemos en este momento. A pesar de las circunstancias y de las críticas, avanzar siempre», dice.
El último censo realizado en enero arroja 1.012.000 beneficiarios de los 11 programas que ofrece el sistema de orquestas. «Todos han continuado. El más complejo fue el penitenciario por el confinamiento. Fue difícil mantener el contacto y también el Programa de Nuevos Integrantes, que trabaja con la estimulación temprana. Fue un poco difícil», explica. Pero solo un poco más de 100 mil niños y jóvenes, 10% del total de la población de estudiantes de El Sistema, han sido atendidos de manera permanente a través de plataformas digitales y con alrededor de 700.000 se han mantenido vínculos formativos de manera intermitente.
En la actualidad El Sistema emplea a 9.200 trabajadores, de los cuales 7.200 son profesores. «Si bien ha habido una fluctuación, han sido sustituidos por muchachos de El Sistema. El Sistema se retroalimenta en sí mismo».
Agrega: «Hemos limitadolos nuevos ingresos. Ha sido difícil atender a tantos participantes, pero los inscritos se han mantenido, había venido afectándose en los años anteriores por la migración, el éxodo, y El Sistema no escapa de eso», dice Méndez.
La adaptación a una modalidad virtual la define como compleja. «Algunos profesores no tenían un manejo adecuado de la tecnología, así que hemos hecho cursos con ellos desde el inicio sobre cómo manejar las herramientas. La clase no es igual, hay variantes. Todo eso lo hemos trabajado. También ha sido difícil el acceso a esa tecnología. Hemos tratado de buscar y conseguir el apoyo para dotar de equipos a los jóvenes. El Estado se abocó a apoyarnos con el tema de conexión, logística interna, así como con canaimitas para algunos niños. Nos dieron 10.000″, indica el director ejecutivo.
Comenta Méndez que el gobierno entendió que El Sistema necesita generar sus propios recursos para mantenerse, uno de ellos ha sido la venta de entradas que, dice, ha sido positivo. «Generalmente los espectáculos están llenos». Para el 14 de febrero está previsto un concierto para celebrar los 46 años de la institución en el Centro Nacional de Acción Social por la Música. El aforo será limitado y las entradas serán vendidas. Y mientras sea posible, durante la semanas de flexibilización en marzo, habrá concierto en la concha acústica de la sede del sistema.
Las formas de obtener recursos es un proceso al que le están dando forma en El Sistema. «Ciertamente los avances y las estructuras se están desarrollando. Estamos trabajando de cerca con un departamento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para recaudar fondos y ya está funcionando. A mediados de este año se debería lanzar. Es una recaudación de fondos internacionales».
Reconoce Méndez que hay un desespero, en el mejor sentido de la palabra, de profesores y alumnos por regresar a las clases presenciales. «No solo estamos listos y preparados, es que necesitamos la práctica colectiva. Porque es la esencia de nuestro trabajo. Esperamos que, de manera progresiva y segura, ocurra la posibilidad de juntarnos».
Para que el regreso sea lo más cuidado y seguro posible, en El Sistema cuenta con asesores que trabajan ad honorem con la institución, cuenta el directivo. Además, un equipo médico del Centro Médico Docente La Trinidad ha colaborado en el desarrollo de protocolos de salud pertinentes. «El Sistema es una estructura en constante transformación y movimiento. Este aprendizaje fue muy importante para nosotros. Ya con las lecciones aprendidas, hay que seguir fortaleciendo las estructuras».
De la iglesia al Centro de Acción Social
Este sábado se realizará una función especial en la Iglesia San Francisco, a las 11:00 am, que de forma simbólica permitirá hacer votos por la recuperación de la salud de los afectados por el covid-19. La Coral Nacional Simón Bolívar, dirigida por Lourdes Sánchez, interpretará un programa coral a capella. A cargo de la Orquesta Multigeneracional 46 Aniversario el Ave Verum Corpus de Wolfgang Amadeus Mozart dirigido por el maestro Alfredo Rugeles, la Misa de Coronación de Mozart, bajo la batuta de Enluis Montes Olivar y el Aleluya de Haëndel, con Rugeles al frente.
Regresarán a la Sala Simón Bolívar del Centro Nacional de Acción Social por la Música, en Quebrada Honda, el domingo 14 con un espectáculo, a las 11:00 am, que tendrá varios directores en escena y aforo limitado. El costo es de la entrada es de 8.035.714,29 bolívares, o $4.56, en la plataforma de Ticketmundo.
El evento iniciará con el Ensamble de Metales de Venezuela con una selección de obras en los espacios externos de la Sala Simón Bolívar dirigido por Enluis Montes.
Le seguirá un programa sinfónico con el Primer Movimiento de Serenata de cuerdas de Tchaikovsky, dirigido por Jesús Uzcátegui; la Tocata de Percusión de Carlos Chávez, bajo la dirección de Pablo Castellanos; y «L’estro al armónico» en Re Mayor cuádruple de Antonio Vivaldi, con la participación de solistas representantes de las 4 generaciones de músicos de El Sistema, bajo la batuta de Jesús Uzcátegui. La jornada se cerrará con la interpretación de la Sinfonía N° 7 de Beethoven, a cargo de Andrés David Ascanio.