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Emmanuel Rincón presenta su sexta novela: “El covid-19 ha acelerado las políticas totalitarias en varios países”

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Emmanuel Rincón, escritor y editor-at-large, tiene claro que su intención es desmontar las mentiras de los sistemas totalitarios en el mundo. En su sexta novela, El decálogo del hombre igualitario, lo hace con una ciudad de Nueva York distópica que narra el ascenso al poder del líder progresista Bernard Goebbels.

En esta ciudad, Goebbels establece 10 normas para lograr la igualdad absoluta y un control totalitario entre los habitantes de Estados Unidos.

Rincón cuenta la historia de Dorian Blair, hijo de unos prominentes empresarios farmacéuticos, que es separado de sus padres. Esto luego de que el gobierno determina que para un mayor igualitarismo los niños se convertirán en propiedad del Estado.

Se trata de la primera novela publicada por Rincón en la que aborda el género de ciencia ficción y distopía, tras los anteriores relatos con los que fue premiado en Colombia y España.

Para Rincón muchas de las cosas que son contadas en la novela están pasando en la realidad actual. «Yo empecé a escribir el decálogo hace dos años aproximadamente. Y algunas de las cosas que vaticiné en la obra, imaginé que podrían ocurrir en dos o tres décadas. Sin embargo, algunas ya están sucediendo, y es algo que lejos de enorgullecerme, me aterra», dice.

Sin embargo, está seguro de que tiene un compromiso con la libertad. Asegura que no concibe una vida en la que sus decisiones estén determinadas por los políticos. «La verdad es que yo no concibo, ni quiero vivir en un mundo donde algún político desde su oficina decrete la hora de almorzar, lo que podemos comer. O cuántas horas de sueño podemos tomar, y qué podemos enseñar y qué no a nuestros hijos. Cada vez, perdemos más nuestras libertades y mucha gente sigue el guion sin darse cuenta de lo que está sucediendo», afirma.

El decálogo del hombre igualitario

—¿Qué vamos a encontrar en El decálogo del hombre igualitario?

El decálogo del hombre igualitario es una novela distópica. Una que comencé a imaginar hace más de una década cuando leí a Orwell por primera vez. En la actualidad las personas siguen refiriéndose al universo orwelliano para describir el totalitarismo del que somos testigos en estos tiempos. Pero considero, con todo el respeto y admiración que siento por Orwell, que llegó el momento de darle cabida a una nueva obra que represente —no que sustituya, porque eso es imposible— y de cierta forma también explique la evolución de los Estados totalitarios y las tácticas de dominación de masas que tan bien supo narrar Orwell en 1984 o en Rebelión en la Granja.

—¿Cómo llegó la inspiración para escribir este libro?

—Habiendo crecido en Venezuela mi propia vida está llena de anécdotas de la ejecución de prácticas totalitarias y colectivistas, donde los individuos pierden sus derechos en manos de burócratas y políticos que consideran que puedan pisotear a los ciudadanos y tomar su dinero y pertenencias en nombre de una supuesta “justicia social”. Todas esas vivencias en una Venezuela cada vez más desolada por la pobreza. Y por supuesto, las lecturas al propio Orwell, Huxley, Bradbury, Zamiatin, entre otros. Ellos van creando la chispa para la invención de este tipo de historias que buscan de cierta forma explicar el mundo a través de la ficción.

—¿Cómo fue el proceso de creación y publicación del libro?

—Los estrictos confinamientos a los que fuimos sometidos en los últimos años, producto de decisiones gubernamentales que hoy todos saben, no se basaron en la ciencia, sino en la política y el dominio de masas, me dio suficiente tiempo para enclaustrarme a crear personajes y darle vida a una historia que con el paso del tiempo pareciera más una crónica de nuestra realidad que un futuro distópico en el que los políticos intentan igualar por la fuerza a los ciudadanos y eliminar todo trazo de historia de nuestra sociedad.

¿La realidad supera la ficción?

—Dicen que la ficción muchas veces se ve reflejada en la realidad. ¿Cree que hay similitudes entre la novela y la sociedad que estamos viviendo?

—Lamentablemente hay más similitudes de las que me gustaría que hubiese. El covid ha acelerado las políticas totalitarias en países donde jamás nos imaginamos que pudiesen ocurrir. Por ejemplo, en Canadá, Australia e incluso en algunos estados de Estados Unidos. Todos sabemos que Venezuela, Cuba, Nicaragua, China son países totalitarios donde no podemos esperar ningún tipo de respeto por los derechos humanos. Pero la decadencia de las democracias occidentales en cuanto al respeto de las libertades individuales es aterrador.

Yo empecé a escribir el decálogo hace dos años aproximadamente, y algunas de las cosas que vaticiné en la obra imaginé que podrían ocurrir en dos o tres décadas; sin embargo, algunas ya están sucediendo, y es algo que lejos de enorgullecerme, me aterra.

—En este caso, ¿la realidad puede superar la ficción?

—Parece que hay muchos políticos en distintas partes del mundo con la finalidad de convertir sus naciones en pesadillas distópicas y apocalípticas. ¿Quién pudiese haber imaginado hace un par de años que a algunas personas las detendrían por no llevar máscaras en naciones como Australia? O que tendríamos que ir por la calle con un carnet de vacunación para poder ordenar comida en un restaurante. Ya vivimos en un episodio de Black Mirror.

—¿Cuáles de los principios del progresismo o El decálogo del hombre igualitario se han ido implementando?

—Las absurdas campañas por parte de plataformas políticas de izquierda, ONG, organismos internacionales y medios de comunicación por forzar el igualitarismo; estos grupos de poder conciben al ser humano como una masa moldeable que puede ser deformada a su antojo mediante decretos, y los seres humanos somos mucho más que eso, somos individuos que precisamente logramos cosas buenas o malas en nuestras vidas gracias a nuestras propias decisiones. La verdad es que yo no concibo, ni quiero vivir en un mundo donde algún político desde su oficina decrete la hora de almorzar, lo que podemos comer, cuántas horas de sueño podemos tomar, y qué podemos enseñar y qué no a nuestros hijos. Perdemos cada vez más nuestras libertades y mucha gente sigue el guion sin darse cuenta de lo que está sucediendo. Ahora incluso cuestionar a las autoridades se ha convertido en un acto subversivo, si dudas o no estás de acuerdo con lo que dice el gobierno, eres cancelado de las redes sociales y puedes incluso perder tu trabajo y dejan sin sustento a tu familia. Y esto apenas empieza…

La libertad de leer, según Rincón

—¿Por qué considera que los ciudadanos deben leer este libro? ¿Con qué palabra lo describiría?

—Hoy leer es casi un acto de rebeldía, en un mundo tan contaminado de contenidos vacuos, redes sociales y la viralización de absurdos, donde pareciera que tanto el cine como la música y el arte van en decadencia, considero que los libros —no todos— terminan convertidos casi en los únicos refugios de cordura en nuestras sociedades. Así que quizás la palabra sería esa, rebeldía.

—Es ficción, pero ¿cree que habría alguna manera de evitar la implementación de un decálogo del hombre igualitario?

—La única forma de evitar la proliferación de regímenes autoritarios y colectivistas que aplastan las libertades individuales es penetrando en las mentes de las personas a través de la cultura y la educación, creo que, en ese sentido, esta obra en algo puede contribuir a que todo esto no ocurra. Pero ya luego eso dependerá en la recepción de los lectores, y en qué tan lejos pueda llegar la obra. Lamentablemente desde hace décadas las principales casas editoriales, agencias de representación literaria y medios de comunicación, que son los vehículos para la amplia distribución de una obra, se encuentran secuestradas por activistas de izquierda, y alguien con una visión tan libertaria de la sociedad como yo no entra en esa categoría de autores que recibe grandes premios y promoción de parte de dichos grupos de influencia. Es bastante triste, la verdad, pero es lo que hay.

—¿Considera que es importante este tipo de lectura para la defensa de la libertad? ¿Por qué?

—Sí, por supuesto. Esta y en realidad cualquier lectura que sirva para ilustrar y ampliar nuestras mentes. Es natural y saludable que en toda sociedad existan diferentes puntos de vista, y para conocerlos todos es indispensable aprender a debatir, hablar, escuchar, leer, intercambiar información. Yo espero que esta novela principalmente, más allá de un asunto ideológico y político, tenga calidad literaria, esa es mi primera aspiración; y ya después me encantaría que la leyeran muchas personas, sobre todo ese tipo de personas que no suele estar de acuerdo conmigo en muchas cosas.

—¿Cómo será el proceso de distribución? ¿Qué deben hacer los que quieran obtener el libro?

—La respuesta es sencilla: Amazon. Todas las personas que quieran leerla solo tienen que ir a Amazon, escribir El decálogo del hombre igualitario, o incluso mi nombre, y la encontrarán; allí tendrán la posibilidad de adquirirla en su versión digital —que le llegará de inmediato—, o incluso podrán pedirla en su versión física, y dependiendo del país en que se encuentre, puede tardar un par de días o semanas.

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