Desde que nació el 6 de junio de 1932 en Valencia, estado Carabobo, la escritora Elisa Lerner tuvo una relación de profunda intimidad con el idioma. Su madre, Mathilde Nagler Péretz, le cantaba canciones en alemán para que se tomara la leche. Junto a su padre, Noich Lerner, de origen rumano, intentaban hablarle en un español que nunca pronunciaron demasiado bien. Llegados desde Europa a Venezuela en los años 30 en busca de un mejor porvenir, Lerner creció con una añoranza intrínseca por el idioma materno que sus padres trajeron en el equipaje. Intentó, con los años, hacer uso de un correcto español mientras recordaba un idioma nunca aprendido. Fallecida el pasado 24 de noviembre en Caracas, a los 92 años de edad, Lerner se labró, desde joven, un importante lugar en las letras venezolanas.
Dramaturga, narradora, cronista y Premio Nacional de Literatura en 1999, Elisa Lerner dio muestras de lo que sería su vocación desde edad temprana. Cuando tenía 11 años su padre le regaló unos zapatos abiertos en la punta y adornados con una trenza. A ella le pareció que esos eran zapatos de escritora. Poco después, le compraron todo lo que le hacía falta para desarrollar la profesión: papel, plumas y una máquina de escribir. Desde niña ya escribía: redactó tres poemas y a los 16 años terminó su primer libro, La ciudad del lucro, un ejemplar que perdió no sabe si en una mudanza o en un interrogatorio de la Seguridad Nacional, la policía política durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
“Para los otros a lo mejor soy una mujer anecdótica”, afirmó Lerner en un documental sobre su obra.
Al conocer la noticia de su muerte, amigos, compañeros y escritores volcaron en redes sociales sentidos mensajes de despedida. Para quienes tuvieron el privilegio de considerarse sus amigos, Elisa Lerner era una dama, leal con sus amistades y de fuertes convicciones. Su mirada afilada, a veces cruel y estética, ese rasgo inequívoco y característico que la hizo destacar, hacía que todo cuanto dijera se convirtiera en literatura. Desde sus grandes crónicas, obras de teatro o sus narraciones hasta los correos electrónicos que enviaba a sus allegados: Elisa Lerner era literatura dentro y fuera del papel.
La escritora venezolana Jacqueline Goldberg recuerda que conoció a Lerner en la década de los 90. En 1990, en Maracaibo, la también editora de origen judío acababa de estrenar una obra sobre la historia de su familia. Tiempo después, cuando conoció la pieza teatral de Lerner, Vida con mamá, sintió vergüenza por las similitudes. “Me sentí como una plagiadora. Elisa y yo tenemos una conexión porque compartimos varias cosas: somos escritoras mujeres y nuestra historia familiar se parece por ser judías. Así arrancó una relación cercana, no tanto como hubiera querido. Fue una relación donde yo la admiraba por lo que hacía. Para mí fue un descubrimiento que una mujer judía pudiera ser distinta, pudiera no casarse y ser escritora”, confiesa Golderg.
En 2004, me dijo Elisa Lerner: «Uno siempre tiene que estar empezando. Uno no acumula puntos como un deportista. No acumula horas de vuelo. Uno se vuelve, tal vez, un nadador de más brazadas, la pluma se vuelve ligeramente más atlética en la tinta de la vida».
Adiós, maestra. pic.twitter.com/TREzydKXAF— Jacqueline Goldberg (@JacGoldberg) November 24, 2024
Elisa Lerner nunca se casó ni tuvo hijos. Durante su trayectoria conjugó su mirada sobre lo que sucedía en el país con su labor como diplomática. Egresó de la carrera de Derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1959 aunque no ejerció porque quería escribir, una decisión apoyada por sus profesores. Desde antes, ya las letras le apasionaban: en 1950 trabajaba para la revista Mi Film, con el seudónimo de Elischka, y seis años después formó parte del grupo Sardio, junto con los escritores Adriano González León, Salvador Garmendia y Guillermo Sucre.
Toda ella, en palabras de la escritora venezolana Lena Yau, era un llamado de atención. Tenía un gusto exquisito por las cosas mundanas que convertía en un ejercicio intelectual con una sensibilidad delicada. “Para ella era muy importante tener su pelo perfecto, ir a la peluquería y estar estéticamente presentable. No era vanidad, era algo que estaba incluso pegado a su escritura. La historia de Elisa desde todo punto de vista es maravillosa. Había cosas de las que a ella no le gustaba hablar mucho. Su relación con Rómulo Gallegos y los cambios políticos de esa época, su relación con el cambio de la dictadura a la democracia, por ejemplo. Su vida también como diplomática es una faceta interesante. Creo que es una mujer que vivió completo, quizás, como ella decía, no se casó ni tuvo hijos, pero tuvo el resto. Vivió intensamente”, afirma Yau.
Elisa Lerner y los límites de la cultura
Elisa Lerner se movió en tres registros de escritura en los que tocó temas pocos tratados de la literatura de su época como la cultura pop, el cine, los héroes de las telenovelas o la música popular, afirmó el crítico literario y escritor Carlos Sandoval. “Ese tipo de motivos o personajes no eran frecuentes. Para mí, desde el punto de vista crítico, la proyección de mayor hondura y de una cara dura densa e importante está en sus crónicas”. Tanto él como Golderberg, también la escritora Karina Sainz Borgo, insisten en que sus crónicas son un buen comienzo para quien quiera leerla. Aunque, en palabras de Lena Yau, hay para todos los gustos.
“El tipo de texto cronístico de Elisa Lerner está en el estudio de la cultura popular y la alta cultura. Había un cuidado del lenguaje y una manera particular de dicción. Ella reflexionaba, por ejemplo, sobre el impacto de la industria cinematográfica hollywoodense en la cultura venezolana, la música y otros temas. En su registro cronístico mostró que todo es susceptible a ser parte de la literatura: la política, la cocina, el Miss Venezuela, la música popular, el cine, las series policiales, las rancheras. Todo eso es parte de la cultura”, comentó Sandoval.
Para Sandoval, sus registros cronísticos borraron los límites entre la alta y la baja cultura porque era una escritora sin límites. Gracias a los temas que le impactaban, y tratando de entender el comportamiento idiosincrático del venezolano, se convirtió en una adelantada a su época. “El aporte de Elisa Lerner sigue siendo muy importante porque allí en la cultura de todos los días hay parte de lo que somos. Ella observó todo eso y también se dio cuenta de que hay mucha frivolidad en buena parte de la intelectualidad venezolana. Todo eso está retratado en sus crónicas con ironía o a veces de una manera corrosiva, muy nostálgica. Muchas de esas crónicas retrataron una parte del país de los años 60 y 50″.
El trabajo minucioso del lenguaje se condensaba con una mirada desde una perspectiva personal de la sociedad. “Le dio una perspectiva distinta a la realidad desde una crónica que no teme irse a la ficción, a la poesía o a la intimidad. La crónica, la obra de teatro o sus noveles son lenguajes absolutamente distintos pero en todos se ven la Elisa cronista con un ojo muy afilado y una lengua también afilada”, destacó Goldberg.
«Notas de una aspirante a escritor», por Elisa Lerner pic.twitter.com/zd1QIS5hST
— Luis Yslas (@luisyslas) November 24, 2024
La mirada sobre Venezuela
Desde las esquinas y los recovecos, en palabras de Yau, Elisa Lerner tenía una gran capacidad para cuestionarse lo que estaba pasando en el país y alumbrarlo con sus palabras. “Desmenuzaba lo que sucedía como poca gente podía con un uso del lenguaje y una capacidad crítica única. Esa capacidad para leer y entender al país, acercarse a él, su capacidad para cuestionar lo que estaba pasando y adelantarse a las situaciones que estábamos viviendo como venezolanos, creo que es su mayor aporte. Ahora es que se va a empezar a conocer la obra de Elisa Lerner, una obra que me parece además necesaria, importante e imprescindible”.
En su dramaturgia también destacó lo incisiva que era con vueltas de humor negro muy afiladas y una búsqueda intrínseca de los personajes ante grandes cuestiones existenciales. En sus textos de teatro destacaba lo corporal y la comida. Tenía un punto para mirar no solo las relaciones de las personas sino la persona en sí. “Eso es algo que me llama mucho la atención de su dramaturgia. Tenía una mirada estética, muy inteligente”, añade Yau.
#TributoaElisaLerner
«Viajar con Elisa Lerner, mi entrañable amiga, a través de ese diálogo y reto de dar testimonio a través de la imagen, del tiempo, ha sido una experiencia única» @VascoSzinetar
Foto: Autorretrato de Vasco con Lerner y el escritor Alejandro Sebastiani Verlezza pic.twitter.com/iRXFk9CGsi— Cultura Urbana (@CulturaUrbana) December 11, 2024
Para Karina Sainz Borgo, la obra de teatro Vida con mamá es una de sus piezas más mordaces y feroces con respecto a lo que puede ser una imagen nacional. Igualmente lo es la crónica País odontológico que aparece en Yo amo a Columbo. Allí se resume, a su juicio, bastante bien lo que era su fuerza, brillantez y su inmenso cosmopolitismo. “Elisa siempre ha sido y siempre será una aventajadísima y maravillosa narradora”.
Una escritora recordada con cariño
A pesar de que tras su muerte ha sido recordada en círculos literarios, Elisa Lerner podría haber recibido mayor reconocimiento en vida por su obra. Indudablemente, según Sandoval, ya tiene un puesto ganado en la literatura venezolana desde hace mucho tiempo. “Ella siempre aparecía en todos los recuentos que tiene que ver con la literatura venezolana de los 60. Aunque ella misma no se daba cuenta del impacto que había tenido su obra en varias generaciones de venezolanos, sí ocupa un lugar importante no solo por sus crónicas sino también porque fue parte de un momento muy particular del desarrollo de la política, la cultura y la literatura”.
Su impacto e importancia son notables aunque en sus últimos años de vida haya sido así. Yau asegura que si se le hubiera dado el valor que merecía, a nivel institucional, su vejez habría sido más confortable. Sus amigos y las personas que en estos 25 años de oscuridad la han acompañado, cuenta, estuvieron allí para ella. Hicieron lo que pudieron en un país donde no fue reconocida tanto como merecía. “Si le hubiesen dado su lugar hubiera tenido unos últimos años muy diferentes”.
Goldberg comentó que tras su fallecimiento se ha hablado más de Lerner y de su obra. “En este país no le damos el lugar que merece a nadie. Ella en los últimos tiempos se quejaba, muy modestamente, porque así era ella, de que no se le había entendido. Señalaba que no había una comprensión de su trabajo. Creo que quedamos en paz porque después de eso se le rindió homenaje en vida, vio gente joven acercándose a ella. Esa era una de las cosas que le infundía mucha vida. Nunca es suficiente pero creo que podemos quedarnos tranquilos al saber que falleció sabiendo que se la leyó. Al final, eso es lo único que quiere un escritor”.
Sainz Borgo define el tipo de lectura que se hace de su obra como una estanca, doméstica, muy regional y pobre. “Creo que actualmente no hay ningún venezolano con la fuerza que tiene ella, ni siquiera Teresa de la Parra”, opina. El tiempo, comentó, será el encargado de darle a su obra la inmensa vigencia y universalidad que merece. “Era una mujer tan elegante pero tan contemporánea, moderna… era tan distinta de ese tiempo zafio y vulgar en el que le tocó morir. Era una dama”.
Su partida fue un duro golpe para sus amigos, que se sienten en deuda con ella. “Se me hace muy duro su partida. A todos nos recibía en su casa con café, se preocupaba por las galletas y decía: Im a old lady. Para mí era muy importante abrazarla y verla. Ver ese pedacito de Ávila desde la ventana de su casa, ver sus muñecas, disfrutar del manejo de la ironía que tenía, era una gozada. Para mí poder hablar de ella es como darle el abrazo de despedida que no pude darle”, reconoció Yau, quien la vio por última vez en 2018.
La obra de Elisa Lerner
Teatro
- En el vasto silencio de Manhattan(1961)
- El país odontológico(1966)
- Vida con mamá(1976)
- Teatro(2004)
Crónicas
- Yo amo a Columbo(1979)
- Carriel número cinco. (Un homenaje al costumbrismo) (1983)
- Crónicas ginecológicas (1984; reedición de 2021 por Cuadernos del Destierro, Argentina)
- Carriel para la fiesta(1997)
- Así que pasen cien años(2016)
- Sin orden ni concierto. Homenaje pospuesto a Virginia Woolf(2022)
Novelas y relatos
- En el entretanto(2000, relatos)
- Homenaje a la estrella(2002, relatos)
- De muerte lenta(2006, novela)
- La señorita que amaba por teléfono(2016, novela)
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