Lo que se asomaba a través de su ventana no eran las calles de Buenos Aires, donde reside. Con aquel carácter predominantemente comercial, peatones en todas las direcciones, promotores turísticos y de venta de moneda extranjera dándose a entender entre sheísmos y sos; con espectáculos al aire libre y puestos de venta de flores y revistas peleándose por protagonizar entre reducidos pero exclusivos espacios. Tampoco olía al mate al que se acostumbró hace ya un año cuando aprendió a prepararlo para hacer más llevaderos sus días, sintiéndose menos extranjero y, a modo de ritual, entregándose a la creatividad mañanera, casi madrugadora, que siempre le llegaba tras el primer sorbo.
No estaba en frente de lo usual, pero sus cuadernos de notas, computadora y celular no lo abandonaban nunca. Así como tampoco lo hacía Caracas, a quien sí tenía en frente, su ciudad; la que vivía sin pagar alquiler en sus pensamientos y que el lunes 18 de diciembre lo recibía con los brazos abiertos porque había llegado la hora de seguir adelante: Manuel Ángel Redondo estaba listo para dejar atrás el programa que le forjó un nombre en la industria, Entregrados. Luego de un año barajando la decisión, puede hablar sin reservas del tema.
«Hay gente que se asusta con este tipo de noticias», dice. «¿Qué es esto? –me pregunto–. No te asustes –les respondo–. Si yo no tengo miedo, ¿por qué vas a tenerlo tú?».
El rapero venezolano Akapellah fue su último invitado en un show preparado en el popular local Pizpa, en vivo y directo, para todos los que quisieran formar parte de una despedida. «Por ahora».
El adiós era seguro, pero habría planes más grandes en el horizonte, no solo para Entregrados, sino para su conductor.
Manuel, el que no deja de ser
Se considera comediante, ante todo. Es lo que, se repite, mejor define aquello que le gusta hacer y piensa seguir haciendo durante su vida. Hilos de recuerdos de lo que fue su infancia se asoman siempre que habla de ello, cuando con 6 o 7 años, su padre, de quien heredó el nombre, ponía a todo volumen en la sala de su casa los discos de acetato de Guillermo Álvarez Guedes, gran comediante cubano –»groserísimo y mal portado», recuerda– que inconscientemente lo inspiraría.
«No entendía que eso podía ser un mecanismo de apoyo. Lo escuchábamos todo el día». Así pues, el responsable de su interés por la comedia fue su padre. «Sólo me di cuenta de eso hasta hace poco cuando, estando en Miami, me topé de nuevo con el material de Guedes. Ahorita, en Caracas, estoy viendo de frente los treinta y pico de discos que se reproducían constantemente en mi infancia. Vaya suerte la mía», manifiesta.
Completó sus estudios de Comunicación Social –mención audiovisual– en la Universidad Santa María. «Y como comunicador orgulloso de la República Bolivariana de Venezuela, siempre tuve, como la mayoría de la gente que está en el medio, la necesidad de decir cosas», señala.
Tener ideas y proyectarlas se convirtió en una búsqueda que resolvió, sin pensarlo mucho, en el stand up. «Más allá de Emilio Lovera o El Conde, el país carecía de una escena de comedia en vivo. Todas, al parecer, estaban reservadas para grandes figuras de la televisión». Manuel Ángel Redondo quiso intentar cambiar eso.
Para lograrlo, trabajó 10 años en La Mega, donde conversó, informó, entrevistó y opinó sin tapujos. También estuvo más de 10 años colaborado con la Fundación Nuevas Bandas. Trabajó con grandes agrupaciones de rock por muchos años. La música, claramente, también era lo suyo… Hasta que llegó Entregrados.
Entregrados: nace y ‘muere’ un hito
Conceptualizó y creó el programa en 2019 junto a sus socios, eligiéndose para manejar el timón del mismo. Eran tiempos complejos. El año anterior, Conatel había emitido una orden de sanción administrativa en contra de su programa de radio. Lo sacaron del aire. Y se inclinó por el stand up.
Con este oficio pudo escribir y conceptualizar mucho. Algo que le fascinaba. Entregrados surgió primero como una especie de podcast al que quiso llamar Conversas borrachas. «Simplemente, quería hacer una entrevista mientras me tomaba unos tragos con algún invitado. Así de informal, así de yo», explica.
El Patio Content Studio, con quien había desarrollado algunos proyectos creativos con anterioridad (como Comedia subterránea, en el que seleccionaba comediantes de toda Venezuela para presentarse en Caracas, en lo que se conocía como el Centro Cultural BOD) le compró la idea enseguida. De esta manera, Jhon Da Silva y Juan Carlos Martínez, sus socios, comenzaron a mejorar el formato y nació lo que hoy se conoce como Entregrados: una botella, dos personas y una conversa con distintos grados de confianza… Y de alcohol.
Convertido, luego de 4 años, en una especie de late night, con 599 mil seguidores en YouTube y alrededor la misma cifra en Patreon, casi 200 invitados –de lujo y no tanto–, millones de reproducciones en la web y un gran recibimiento del público tanto nacional e internacional, el show llega a su fin. Al menos el conducido por él y bajo su formato.
Desde sus inicios hasta hoy ha cambiado mucho: ubicación, dinámicas, integrantes y entrevistados. Pero su constante transformación no sería suficiente para hacerle sentir a Manuel que estaba «tocando techo». Era irrefutable el fin. Todo está hecho ya, se repetía, desde hace más de un año.
Algunos dirán que se aburrió, otros culparán al alcohol. Nada más alejado de la realidad. Al menos, en cuanto a lo segundo.
«El alcohol no fue un problema; tengo la suerte de tener una alta tolerancia para distintos tipos de sustancias», asume entre risas. «Pero más allá, siempre llevamos dinámicas de producción en donde se grababa y luego se descansaba. Durante ese período, no consumía ni gota. Mi salud está en perfectas condiciones», dice.
Y, en cuanto a lo primero, solo afirma que Entregrados se hizo un poco cansón y para Manuel y su team, no hay nada peor que repetirse. Finalmente, sería una Temporada Imposible, la número 20, la última. Ya se estrenó en Patreon y en enero vía YouTube.
«El ‘hasta cuándo’ es una respuesta que no tenemos clara ninguno. Aunque suena muy cliché, hay ciclos que se cierran para que cosas mayores puedan suceder. No obstante, no quiere decir que el programa morirá. Al contrario. Desde que tomamos esta decisión, hemos estamos trabajando en cómo poder seguir creciendo con la marca y que se sostenga ante la idea de que quizás en un futuro podríamos volver», señala. ¿Pero cómo?
‘Dos hijos’ con sello Entregrados
El show se mantendrá gracias a dos nuevos formatos: Entregrados Challenge y Olimpíadas Entregrados, en los que participará creativamente y como director, aunque no como talento.
Están conceptualizados para ser desinhibidores, un lubricante social. «Una posibilidad para seguirnos sincerando un poquito», describe.
“Estos dos proyectos se conciben con la idea de seguir echando vaina y celebrar entre panas a través de la cultura que se mueve con el alcohol”
Además, parte de la apuesta es ver quién está haciendo cosas buenas y nuevas por la movida. Olimpíadas, por ejemplo, será conducido por Salvador Schneider (guionista del Entregrados y parte de la familia) junto con Valentina Royero (staff del grupo Improvisto), ambos son panas del stand up y de la improvisación teatral en Caracas. «Puro talento joven y emergente», enfatiza. El Challenge, por su parte, lo llevará Cristian Onorato, creador de contenido venezolano.
Explica que el primero es «loquito y arriesgado», enfocado en complacer a aquellos fanáticos quienes, desde el día uno, suplican una invitación «pa’ que tu veas quién bebe de verdad», sin ser famosos.
«Está dedicado a los que se mofan de saber beber de verdad», opina, destacando que la idea inicial de Entregrados siempre fue ser una especie de competencia. «¿Recuerdas esa Venezuela que hacía programas de concursos y variedades multimillonarios? ¿Cosas que poco a poco dejaron de existir? Pues, en medio de tanta inconformidad, nosotros quisimos llenar ese vacío y tomamos la decisión de hacerlo, pero a nuestra manera», subraya.
«Así nace Olimpíadas, donde la premisa es que dos equipos de panas se enfrenten para ver quiénes son los más bebedores. Todos grabados frente a una audiencia en vivo. De esto, tenemos ya un plan piloto grabado en donde se postularon alrededor de 1500 personas. Sale en 2024″.
Sobre Challenge, afirma, sin querer queriendo Entregados fue conectando con celebridades de la música, de la televisión, el cine y el stand up, pero dejando un poquito desatendido el target más joven, el de las nuevas generaciones: el de las redes sociales.
«Es una comunidad que sigue creciendo en esta industria vertiginosamente: tiktokers, instagramers, creadores de contenido que no tienen idea de quién es una Norkis Batista ni han escuchado el nombre de Jean Carlos Simancas pero que sí están claros de las últimas tendencias del mundo digital», aclara. «De ahí es que nos imaginamos una versión mucho más rápida, joven, directa en la que en lugar de ver una conversación o entrevista de personalidad, se trate de que el host invitado cumpla 5 retos relacionados con el alcohol, claramente. Su diferencia será el target, estructura y formato de salida; serán espacios cortos de 20 o 30 minutos aproximadamente cada uno, solo con influencers».
Con el stand up se llega lejos
A pesar de su aceptación y predilección entre el público (hablan las estadísticas y comentarios), Manuel Ángel Redondo no está 100% de acuerdo con eso de ser bien visto. Acepta el cumplido, pero cree que es el rechazo lo que le ha generado éxito a lo largo de estos años.
«Tener una carrera que te permita sustentarte dentro de la comedia depende mucho de tu singularidad», comenta. Prefiere no usar la palabra originalidad porque absorber todos los elementos que lo rodearon en el camino fueron los que crearon su definición como profesional: su manera de pensar, expresarse y comunicarse. «Estoy cómodo porque no soy el host o comediante promedio. Mi interés no es caer bien sino ser yo. Si estás viendo Entregrados y tengo una cara de culo, es la misma que tendré en otro momento de mi vida sin ningún disfraz si la estoy pasando mal. Igual me pasa cuando estoy tremendamente simpático», ilustra.
«No me interesa la falta humildad del artista que dice ‘yo me debo a mi público y hago lo que sea por ellos’. No. Yo hago las cosas que me hacen feliz, lo mejor posible, respetando y tratando bien a los demás, y el que quiera sumarse bienvenido y el que no, se puede ir. No me ando cayendo a coba», declara. Pero eso lleva trabajo. Y duro.
«Si la comedia es lo tuyo deben entender también que la tarima es casi como un gimnasio al que tenemos que estar yendo casi todos los días con mucha disciplina. En el momento en que lo dejas de hacer, pierdes la forma. Es como el deporte. Mientras más veces lo hagas, mejor te irá. Eso es lo más difícil de mantener».
Practicar en el espejo, literal, es la norma. Y sí, puede que haya libros escritos, como The comedy bible, por supuesto, pero a lo que Manuel se refiere es que las reglas no están talladas en piedra.
“Mi manera de hacer las cosas es escribir todos los días, por ejemplo, porque si no, siento que no estoy cumpliendo con el gimnasio”
Es disciplinado y estudioso, dice. Sigue referencias de lo que se está haciendo como el material de dos de sus ídolos, Adam Ray y Daniel Tosh. «Me lo tomo todo muy en serio, claro, pero no lo romantizo y es que ahí es donde radica el problema», argumenta. «Esta es una profesión en donde a veces esperas a que te baje la musa o que la creatividad aparezca y no, yo por lo menos trato de que mi chamba no sea diferente a la de un carpintero, que tiene que hacer una silla todos los días. Habrá sillas especiales y otras no, pero tiene que hacerlas. Me siento igual».
¿Y con la borrachera también?
A Manuel Ángel le gusta entender qué pasa en el mundo. Cómo funciona su cultura. Por eso, a pesar de que extraña Venezuela, se siente feliz viviendo en otras latitudes y haciendo largas giras que le permitan alimentarse de información.
En su stand up, le gusta discutir sobre temas sociales como los derechos de la minoría, el machismo y el feminismo, siempre entendiendo las perspectivas, pero añadiéndole lo que piensa y de dónde es. «Lo de la política es otra cosa. Está muy de moda en Latinoamérica, pero nosotros estamos un poco sobresaturados. De tanta locura, empezó a dar más lástima que risa y por eso trato de evitarlo estando en Venezuela, por ejemplo. En los demás países es diferente porque están más avanzados en esas discusiones político sociales». Por eso ama tanto Buenos Aires en estos momentos, le ofrece esa sensación de universalidad para llevar a cabo lo que quiere.
No le hará falta el alcohol de Entregrados para navegar por 2024. De eso está seguro… Aunque se incline por el Gin para agarrar onda -de vez e cuando- y no al ron con Coca Cola.
A este venezolano cuyo playlist de vida incluye una mezcla de Servando y Florentino, Luis Alberto Spineta, Blink 182 y Canserbero, que –como buen comegato, según dice– ama el color negro, que le echa mayonesa a todo lo que se le cruce por enfrente, que se lee los cuentos del argentino Hernán Casciari para educar su mente y podría ver infinitamente las películas de Juan José Campanella, aún le queda un largo sendero por recorrer.
«Siempre estoy haciendo giras, afortunadamente. Desde el año pasado, y si no estoy en otro país, me presento todos los miércoles en Buenos Aires. Es mi gimnasio creativo, mi oficina», destaca. Con una retahíla de shows sold out a cuestas, viajará por Europa, Estados Unidos y Latinoamérica el año que viene.
«Algo de lo que la gente no tiene idea es que trabajo como guionista para proyectos audiovisuales desde hace mucho. En eso estaré trabajando particularmente». Aclara, sin embargo, que evitará decir algo en concreto hasta que todo suceda. ¿Y si le toca hacerlo en el país: Venevisión, Televen o algún otro canal? «Verga, no sé si Venevisión. Dudo que ambos seamos compatibles en cuanto a las libertades creativas que quisiera tener», asegura. «Si llega una oferta estoy abierto a analizarla. Pero ahora, si mañana equis canal o casa productora se acerca y me ofrece una idea que me quite el sueño, al día siguiente me estoy montado en un avión persiguiendo las cosas que me gustan hacer, grandes cosas, y más en Venezuela».