El interés por la música tradicional venezolana lejos de su país unió al cuatrista Edward Ramírez y al compositor Rafael Pino en el dúo El Tuyero Ilustrado. El proyecto tiene como base sonora el joropo; sin embargo, esto no es impedimento para que los músicos puedan reinterpretar e incorporar otros géneros en sus canciones. Para ellos solo hay dos principios básicos en su trabajo: que les guste y el respeto por lo que hacen.
El dúo hizo su debut en 2016 con su primer disco El Tuyero Ilustrado, por el cual obtuvieron una nominación al Latin Grammy en la categoría Mejor Álbum Folclórico (2017). «En aquel momento teníamos una situación profesional muy bonita porque el proyecto venía despegando, habíamos hecho nuestras primeras giras que, además, fueron muy lindas porque conectamos con mucha gente, venezolanos y extranjeros», recuerda Rafa Pina desde Colombia.
Desde entonces hasta hoy, los músicos han estado ocupados con giras y sus proyectos individuales, Edward con C4 Trío y Rafa con su álbum solista Catálogo de Materias Pendientes Vol. 1; sin embargo, esto no ha impedido que los músicos trabajen en nueva música para El Tuyero Ilustrado. El dúo prepara un nuevo disco, del cual solo se conoce el primer tema: «Buen viaje», una canción cuya letra se sumerge en las adversidades de la migración latinoamericana y en la razón de por qué el ser humano tiene la necesidad de moverse en busca de un futuro mejor.
Aunque «Buen viaje» se estrenó el 4 de junio, el origen de la canción se remonta a 2018, cuando los venezolanos recién habían emigrado a Colombia por motivos laborales: Rafael Pino tenía una oferta de trabajo como profesor en la Pontificia Universidad Javeriana y a Edward Ramírez le surgió una oferta en Medellín. En ese entonces, los músicos recibieron una invitación para participar en el Festival de Música Andina Mono Núñez, que se realiza anualmente en Valle del Cauca. Tras su participación en el evento los venezolanos se encerraron en una casa a componer en directo, una experiencia nueva para ellos. «Ese fue el primer acercamiento a un segundo álbum y a nueva música, además pensando en estéticas distintas, cositas que teníamos rato soñando y que logramos aterrizar en varios detalles de este tema», dice Pino.
Antes, en su primer álbum, el sonido de El Tuyero Ilustrado –asegura Rafa– se había reducido un poco al uso del cuatro; sin embargo, Edward ha ido explorando otros instrumentos de cuerda como la guitarra. «No es un instrumento ajeno al joropo, por el contrario, el joropo tuyero originalmente, y dicho por algunos cultores, se tocaba con guitarra y luego fue que entró el arpa. Es una rareza tocarlo con cuatro y por eso lo vistoso del proyecto y lo loable de esa investigación que ha hecho Edward desde el cuatro».
Sobre lo que traerá el nuevo álbum, Rafa Pino dice que, a diferencia del anterior, en este se enfocarán esencialmente en lo tuyero. El músico asegura que están haciendo uso de todo lo que aprendieron sobre el joropo venezolano y quieren incorporar nuevas estéticas, colores y sonidos, que ya pueden apreciarse en el tema «Buen viaje». «Estamos acuñando la frase ‘joropo al estilo venezolano’”.
–»Buen viaje» es un reflejo de las experiencias de muchos migrantes que huyen de Venezuela ¿También es su historia? ¿Cuando decidieron irse vivieron lo mismo?
–“Buen viaje” no solo se reduce al proceso de migración que se produce en Venezuela, a raíz de la necesidad de buscar respuestas a las situaciones que nos afectan en este presente. Yo soy de investigar referentes, situaciones similares que hayan ocurrido en el tiempo para poder tener un precedente que nos permita tener una óptica un poco más completa, sensata, rica de tal manera que podamos buscar soluciones cada vez más prácticas y más efectivas. Entonces, ciertamente “Buen viaje” está dirigido a darle esa versión desde el arte a este asunto migratorio actual, en el caso de Venezuela, pero también es la referencia de los cubanos de hace 60 años, de los centroamericanos que huyen al norte buscando mejor calidad de vida, la de los palestinos que huyen de las zonas de guerra, y la de los que vivían en el interior de Venezuela y se fueron a Caracas. Es decir, es la referencia de todo aquel que se mueve en búsqueda de mejor calidad de vida o un contexto más afable en el cual quiere desarrollarse. Habla un poquito de movernos y por qué nos movemos. Si bien es cierto, las experiencias no son del todo gratas, porque uno está lejos de casa, del sitio en el que hizo una carrera. Toca comenzar de cero en algunos aspectos, pero como dice el tema “me encontré con gente buena y me encontré con gente mala” y luego esa frase “conocí la xenofobia de la que tanto me hablaban”. Es normal que los pueblos resientan la presencia de personas de otros países en su comunidad, el asunto está en cómo uno supera esos temores porque muchos son infundados. Por ejemplo: el migrante te va a quitar el trabajo. Siento que, a título personal, en el momento en el que uno se mueve, se encontrará con personas a las que les caigas bien y otras a las que no. Son situaciones a las que se enfrenta el ser humano, y en la medida que lo normalicemos y lo discutamos abiertamente lo vamos a comprender mejor.
–¿Cómo es la vida de un músico migrante? ¿Hay más oportunidades en la industria musical fuera? ¿Qué oportunidades les ha brindado Colombia?
–La vida del migrante en general, del profesional migrante, es complicada puesto que uno que ha hecho carrera, en el caso del músico, que se ha forjado un nombre a través del trabajo diario y participación con otros proyectos, cuando esas personas se mueven a otro contexto y le toca comenzar de cero, pega en el autoestima, en la estabilidad profesional porque toca empezar a hacer otras cosas distintas a las que ya estabas acostumbrado. Para nadie es un secreto que a un buen número de músicos de sesión, que en Venezuela tenían un background hecho, les ha tocado volver a comenzar de una manera muy básica, tocando en locales. Nosotros por fortuna y por habernos venido como proyecto hemos tenido la suerte de participar en festivales muy grandes en Colombia, pero ambos coincidimos en que, por alguna razón, el circuito musical de acá es más lento que el de Venezuela, aún con todas las falencias que puedan existir. Nosotros estamos acostumbrados a otro ritmo y eso también nos pega. También ha sido positivo conectar con circuitos que manejan un discurso o código similar musicalmente a lo que hacemos, poder tener acceso a mercados culturales como Circularte, el Festival de la Tigra y poder mostrar nuestra versión del joropo porque acá también están acostumbrados a que el joropo es solo lo llanero, no hay esa dimensión joropística como en Venezuela, donde hay distintas variedades de joropo.
–Desde su debut como proyecto en 2016 hasta la actualidad ¿a qué se han dedicado como agrupación y sus proyectos individuales?
–Desde 2017 en adelante han surgido cosas muy buenas. En 2016 hicimos bautizamos el disco y tuvimos la oportunidad de reunir a algunos integrantes del equipo, en energía y esencia, que participaron en la grabación y desde ese momento hicimos un par de cosas muy puntuales en Venezuela y comenzamos a prepararnos para invitaciones que ya teníamos a nivel internacional. Desde 2017 hasta que comenzó la pandemia ya habíamos hecho 30 ciudades, entre Europa, Estados Unidos y Latinoamérica; además logramos hacer varias colaboraciones con artistas como Felipe Peláez, Desorden Público y otros de Colombia. En el ámbito individual, yo me dediqué a hacer producción musical de otros artistas en este país y a la pedagogía. Por su parte, Edward se abrió paso en Medellín y Bogotá como cuatrista gracias al trabajo y la historia que ha sentado C4 no solo a nivel latinoamericano, sino a nivel mundial. Entonces, las posibilidades para Edward también fueron atractivas porque tuvo la oportunidad de involucrar el timbre del cuatro en otros géneros en los que no se había escuchado. Cultivamos nuestras carreras individuales.
–¿Qué opinan de la música se produce hoy día? ¿Creen que es de calidad la música reciente venezolana? ¿Esa calidad tendrá que ver con la diáspora también?
–Coincido mucho con algunos panas que han comentado que ahora mismo la música venezolana, la más conocida y la que se conoce menos, tiene un campo de acción simpático a pesar de las adversidades de la pandemia. Mucha gente en vez de achicopalarse lo que ha hecho es comenzar a producir, pensar y crear cosas de calidad. Entonces, hay un montón de proyectos muy interesantes; siempre he dicho que no existe algo como música buena y mala, sino música que a uno le gusta y a otros no. Esto es algo totalmente válido porque el arte está para eso: para que nos guste, nos agrade y nos haga pensar en cosas o no nos guste, nos desagrade y nos haga pensar en otras cosas. En lo personal, pudiera hablar de muchos proyectos venezolanos que se han venido construyendo después de esta diáspora y que tienen muchísima calidad porque están hechos desde una concepción artística, no es un asunto meramente comercial. Lo cierto es que vivir de la música se ha vuelto algo más complejo en esta época de digitalidad porque antes se vendían los discos y hacías conciertos. Cada vez es más difícil capitalizar a partir de las reproducciones en plataformas digitales.
La sonoridad del Tuyero, continúa Pino, es el joropo, es nuestra base, a pesar de que hayamos hecho gaitas y colaboraciones con otros artistas echando mano de otros ritmos y otros géneros tradicionales venezolanos. Todo el universo del joropo, que además es infinito, nos sirve de base y de allí en adelante construimos a partir de referencias. Por ejemplo, yo he trabajado con bandas de jazz, hip hop, reggae, rock y me he tratado de empapar de cada estética, para a la hora de presentarlas en nuestro proyecto poder contar con cada una de esas referencias, tanto las mías como las de Edward. Entonces, es un sonido único, por singular y no por pretensión, porque no existe otra cosa así, también sigue siendo nuestro campo de juego, un espacio para nosotros crear e inventar. No somos cultores, no presentamos la música tradicional, sino la música con un ángel y espíritu tradicional.
–Para esta nueva etapa del proyecto seguirán fusionando la música tradicional venezolana con otros ritmos o les gustaría probar con otros sonidos? ¿Cómo definen ustedes la sonoridad de E Tuyero Ilustrado?
–Estamos abiertos, desde el momento uno, a colaboraciones de artistas que no estuvieran estrechamente relacionados con lo tradicional. Estamos procurando un sonido singular, que nos guste, con el que estemos comprometidos y agregados, que no se cierre a lo moderno, pero siempre respetuoso de lo que nos gusta a nosotros. No creo que hagamos algo por gustarle a los demás antes de que ese algo nos guste a nosotros.
–2020 fue un año complicado para la industria musical, ¿cómo lo vivieron? ¿A qué te dedicaste en este primer año de pandemia?
–En 2020 teníamos una gira, de la mano de Guataca Producciones, por ocho ciudades de Estados Unidos y justo antes de salir de viaje empezó la pandemia con más contundencia. Por fortuna, nosotros ya habíamos abonado ese terreno de lo pedagógico y teníamos otros trabajos desde el punto de vista musical que no son, necesariamente, la escena y eso fue lo que nos permitió estar activos en lo que nos gusta y tranquilos en lo económico. La pandemia ha sido una angustia para todos porque ha modificado los códigos de la música y cómo se consume hoy en día, que terminan siendo positivos para la industria y para los que están más posicionados, pero no necesariamente para la música y el músico. Recordemos que la industria musical es una cosa y la música es otra totalmente distinta, y el músico es un ente que forma parte de una interacción que involucra a muchas personas. Creo que nosotros somos afortunados, fuera de la pandemia, porque tenemos la oportunidad de hacer lo que amamos y no todos pueden.
–¿Qué planes tienes para el resto del año y para los que están por venir? ¿Cómo ven al proyecto en el futuro?
–El Tuyero Ilustrado es un proyecto que siempre ha sido vanguardista en términos de lo que habla, a nivel de lo lírico, la manera en la que plantea la música y la manera en la que se plantea lo tradicional desde un enfoque distinto a lo que se conoce como folclórico. Este año el plan es -si todo sale bien operativamente hablando- terminar este álbum o por lo menos seguir mostrando parte de la evolución estética desde lo musical que traemos y seguir haciendo conciertos. En un par de semanas tenemos uno en Bogotá. Queremos seguir recuperando el trabajo, mostrando esta música, la anterior y nueva, en distintas plazas a nivel mundial. Estamos en ese punto en el que no hay prisa, pero tampoco pausa. Nunca hemos parado, siempre hemos estado haciendo cosas y colaborando con otras personas.
–¿Planean regresar a Venezuela? ¿Algo que extrañes?
–Tenía planes de ir a Venezuela con mi disco solista para hacer un par de conciertos y visitar a mi familia y amigos, eso no pudo ser el año pasado y, probablemente, no pueda ser este porque el asunto de la pandemia nos ha puesto en perspectiva ordenarnos y revisarnos. En lo personal me ha invitado a responder no sé si con detalle qué quiero, pero sí con mucho énfasis qué no quiero para mi vida profesional y eso implica hacer ciertos sacrificios. Estoy en ese proceso. Extraño mi ciudad, ese valle con ese clima perfecto, el interés de la gente por ver y escuchar arte. Yo extraño mi país todos los días, mi ciudad, mi casa, pero no solo de extrañar vive el hombre.
–¿Qué le dirías a los jóvenes que quieren empezar una carrera musical? ¿Consideras que aún es posible hacerlo en Venezuela?
–Hablemos de Cuba. Es un país que ha tenido una situación política complicadísima desde hace una pila de años, más de los que recaen sobre la realidad venezolana y aún así ha tenido una cantera de músicos en formación y profesionales brutales. Considero que el contexto no nos define, la adversidad debería invitarnos a ser mejores para mostrar una cara bonita de lo que es nuestro hogar. Comparto la opinión de Miguel Siso que dice que la música venezolana de calidad puede hacerse dentro y fuera de la casa. Muchas veces uno se enfrasca en lo negativo y deberíamos ser voceros de lo positivo. Lo que le diría a los jóvenes es que si son músicos, se preocupen por la música, si son actores que se preocupen por el escenario. En resumen, si son artistas preocúpense por el arte y ármense de un buen equipo de trabajo. También hay que asesorarse con profesionales que crean en lo que hacemos.