Es sábado, el primer sábado, después de 10 meses de proyectores apagados, en el que las salas de cine volvieron a abrir sus puertas al público en la semana de flexibilización en Venezuela, en medio de la pandemia del covid-19. «Es extraño venir al cine con tapabocas», dice Mariana Blanco, abogada de 36 años de edad, quien con hija de 6 años y su esposo acudió a Cines Unidos Líder para disfrutar de una película.
Hay euforia en los centros comerciales donde se encuentran salas de cine. En el aire se percibe el olor del gel antibacterial mezclado con el de las cotufas recién hechas. Los fanáticos del cine, aquellos que se pueden dar el lujo de pagar los precios dolarizados de la taquilla, observan la cartelera: 3,5 dólares la entrada general, 1,75 dólares niños.
Para muchos la experiencia resulta costosa, pero hacen un esfuerzo por ir al cine en medio de la crisis causada por el coronavirus. “Necesitábamos hacer algo nuevo y extrañábamos demasiado el cine”, revela Blanco. La familia, compuesta por tres miembros, tuvo que pagar más de 30 dólares entre el combo, (9 dólares las cotufas grandes más 3 dólares por cada refresco) y las entradas.
Tenet, Nuevos Mutantes, Bloodshot, Unidos y Érase una vez en Venezuela son algunas de las películas disponibles. No hay estrenos recientes, pero el cinéfilo está dispuesto a conformarse por ahora con lo que haya. Ir al cine, a pesar del coronavirus que ya contagió a 126.927 de venezolanos, es una alegría aunque sea con tapabocas y medidas de bioseguridad.
El cine volvió. Pero, al igual que otros sectores culturales, está marcado por la pandemia: a los pósters de las películas se suman las señalizaciones de la distancia que se debe mantener. Un empleado con guantes, mascarilla y protector facial en Cinex, Cines Unidos y Trasnocho Cultural se encarga de tomar la temperatura al público. También se les aplica gel antibacterial en las manos a las personas antes de ingresar al complejo.
“El cine tiene sus normas y está cumpliendo con todas las medidas de bioseguridad, como mamá me siento tranquila en ese aspecto. No se siente igual el regreso, pero vinimos para distraernos un rato. Hicimos el esfuerzo de pagar la salida por nuestra hija”, revela Mariana Blanco.
Una alegría inmensa
El pasado 20 de enero de 2020 Nicolás Maduro anunció que las salas de cine se sumarían al esquema 7+7. Alberto Carrasquero, Vicepresidente de Operaciones y Mercadeo de Cines Unidos, recibió la noticia con alegría.
“Para Cines Unidos volver después de 10 meses cerrados es una alegría inmensa. No solo para nosotros, sino también para los invitados que estaban acostumbrados a vivir la experiencia de una pantalla gigante. Todos estábamos muy emocionados: la compañía iba a empezar a encenderse de nuevo”, comenta.
Cines Unidos esperaba el regreso incluso antes de que se extendiera la cuarentena en 2020. “Ya estábamos listos. Desde antes del 13 de marzo hablamos de cómo adaptarnos al coronavirus. En diciembre sabíamos qué protocolo de bioseguridad aplicar. Solo esperábamos la autorización del gobierno para abrir y cuando llegó, en menos de una semana abrimos 11 salas de 11 complejos”, revela Carrasquero.
El público se acerca en grupos de dos, tres y hasta cuatro personas a las taquillas habilitadas de forma intercalada para mantener la distancia en el Centro Comercial Líder. La primera función de Nuevos mutantes, programada para las 3:15 pm, se vendió casi por completo: de 32 butacas disponibles, 23 personas vivieron de nuevo la experiencia de la pantalla grande.
Carrasquero detalla que de 11 salas se abrieron 6 con aforo de 30%. Así se observa en las pantallas para escoger los asientos en los ticketexpress. El nuevo diseño, adaptado al protocolo de bioseguridad, da una sensación de vacío al igual que las instalaciones: Ya no hay mesas para esperar la función en los alrededores.
“La gente ya está acostumbrada a la pandemia, llevamos 10 meses viviéndola. El público ha acatado muy bien las medidas porque ya está acostumbrado al uso del tapabocas y a la distancia”, comenta Carrasquero.
Como vicepresidente de Operaciones se ha asegurado de que los venezolanos estén seguros con el regreso al cine, una experiencia necesaria con la que no podrá el streaming. A su juicio, las plataformas de video bajo demanda son un competidor que tomó mucho impulso con la pandemia. Sin embargo, considera que hay lugar para ambos en el mercado.
“La experiencia del streaming en el hogar para ver películas y series es una nota. Es muy bueno, pero la necesidad que tiene la gente de tener una experiencia fuera del hogar, de ver una película en pantalla gigante con sonido envolvente y cotufas, no tiene comparación”, afirma.
En abril, Cines Unidos se prepara para recibir los estrenos de Black Widow y en mayo proyectarán Rápidos y furiosos. Las expectativas son altas por parte del público y de los empleados, así lo asegura Lionel Matheus, Gerente de Cines Unidos Los Naranjos.
“Queremos brindar una experiencia perfecta para que nuestros invitados se sientan a gusto”, comenta. Los diez meses de cierre representaron para él un momento de reflexión. Aunque Cines Unidos siguió apoyando a sus empleados con el pago del salario, la difícil situación económica del país lo llevó a buscar otro empleo y percibir un ingreso extra luego de seis meses de aislamiento.
El salario mínimo en Venezuela (que actualmente equivale a 1,5 dólares) no alcanza para comprar un combo de cotufas de Cines Unidos, que cuesta 5. Francis Bracho, licenciada en Administración de 42 años de edad, considera imposible costear algo con el sueldo mínimo, ya sea el cine u otra actividad de esparcimiento.
La administradora espera la función de Bloodshot sin cotufas, ni refresco, con tapabocas y el correcto distanciamiento entre ella y sus acompañantes, sus dos hijos adolescentes. “Mi familia y yo somos fanáticos del cine. Extrañamos muchísimo venir, pero hoy en día costear algo con el salario mínimo es imposible. El entretenimiento es parte de la vida y es un lujo en el país”, opina.
El cine, siempre el cine
El entretenimiento es costoso en Venezuela y, sin embargo, las instalaciones de Cinex en el Centro Comercial Tolón están abarrotadas. Un grupo de adolescentes habla, se toma fotos y ríen mientras esperan su turno para comprar las entradas a 2,5 dólares en taquilla, donde la fila se extiende más allá de los cordones de seguridad.
A las personas les cuesta reprimir la emoción. Es lo que percibe Daniel Godoy, gerente de Mercadeo de Cinex. Reencontrarse es más emocionante de lo que se esperaba y la alegría es tal que al público le cuesta recordar que debe mantener distancia.
A los jóvenes, en especial, es difícil mantenerlos controlados, con el tapabocas bien colocado y con el distanciamiento necesario entre ellos. Una vez que se reúnen en grupo, se sacan la mascarilla y se ríen.
“Estaba esperando volver desde que empezó la flexibilización de la cuarentena. Tengo mucho tiempo encerrado en mi casa, necesito distraerme y para mí ir al cine es una buena oportunidad que no quería desaprovechar”, comenta Salvador López, de 15 años de edad.
Cinex siente una gran responsabilidad al traer el entretenimiento y la diversión que las personas, en especial los jóvenes, necesitaban. “No ha sido fácil, es un gran proceso mantener las medidas de bioseguridad. Está todo identificado en cada área, pero las personas, motivadas por la emoción, olvidan el distanciamiento. Así que tratamos continuamente decirles: ‘por favor, recuerda la distancia”, comenta Godoy.
Y añade: “Los padres confían en la seguridad del Tolón cuando dejan a sus hijos aquí. Son chicos que llevan meses en sus casas, por eso la reapertura ha sido más emocionante de lo que esperábamos. Hemos estado ansiosos desde hace casi un año atrás y la gente también”.
Entre el público también hay varias familias y parejas de jóvenes que hacen fila para comprar en la caramelería a pesar de que las cotufas grandes cuesten 9 dólares y los precios de las chucherías estén entre 1,5 dólares y 3 dólares. La afluencia es, tanto para el gerente como para el personal, sorpresivamente mayor a la esperada.
“Sabemos que el streaming llegó para quedarse. Sin embargo, el cine no va a ningún lado, eso se demuestra con la afluencia de estos días. No hay nada que pueda reemplazar lo que es estar aquí sentado, las cotufas, el sonido, la pantalla grande. Nada va a sustituir esa emoción. Son dos industrias distintas que se van a complementar, pero ninguna va a desaparecer a la otra”, explica Godoy.
Su emoción y sorpresa son notorias: el anuncio del regreso a la salas se hizo a comienzos de la semana con cierta incertidumbre. El primer día acudió bastante gente y el sábado la asistencia se duplicó. “Creemos que este fin de semana haremos una proyección más optimista de lo que inicialmente esperábamos”, confía.
De las 9 salas que tiene el complejo se abrieron seis. El aforo para cada una de las salas es de un tercio de forma tal de garantizar la distancia y el disfrute de la película con el menor riesgo posible. Solo se pueden sentar hasta 3 personas juntas y hay butacas vacías entre fila y fila para asegurar la distancia.
“Siempre hay alguien que se baja un poquito el tapabocas o no se paran en las señalizaciones que tenemos. Pero por lo general estos días la gente sí ha cumplido las medidas”, afirma Lucía Mancheu, 22 años de edad, líder administrativo de Cinex y estudiante de Trabajo Social.
Fue duro para ella enfrentar la cuarentena. Al principio pensaba, como muchos, que solo serían 15 días de aislamiento. Mancheu trabajó poco durante los meses de cierre. Se centró en estudiar para no perder el tiempo. Cinex no pagó un salario mensual fijo, por lo que Mancheu tuvo que hacer otros trabajos remunerados para mantenerse. Con el anuncio de Maduro sobre la felxibilización, sintió un alivio. “Empezamos a esperar si confirmaban la reapertura. Pensé: si están preparados para abrir, me llamarán”, comenta emocionada de poder generar ingresos otra vez.
Precios aceptables
En Trasnocho Cultural un público aficionado al cine y al teatro se adecúa con mayor facilidad a la nueva normalidad del tapabocas y al gel antibacterial para disfrutar de la cultura y el entretenimiento en Caracas. Que se active por completo el sector es una de las mayores expectativas que tiene su personal luego de 10 meses sin percibir un ingreso económico.
Miguel Toro, de 26 años de edad y guía de sala del teatro mantiene la esperanza de que el cine y el teatro se reactiven en el país de la mejor manera posible. La cuarentena, para él, significó una prueba en muchos sentidos. “Soy una persona a la que le gusta mucho salir con los amigos, a beber o a ir al cine. Fue un reto estar casi diez meses encerrado en casa”, comenta el también estudiante de Antropología en la Universidad Central de Venezuela.
Al igual que muchos, Toro tuvo que enfrentarse a las dificultades económicas que acompañaron el cierre y la bajada del telón en los escenarios. “En Trasnocho nos pagaron un mes después de empezar la pandemia. Duré desempleado varios meses hasta que conseguí otro trabajo en un autocine. Pero ya ese proyecto no llegó lejos y me volvieron a llamar aquí”, detalla.
A su juicio, las personas se toman muy en serio las medidas de bioseguridad en el complejo cultural ubicado en Las Mercedes. Por lo que pudo observar durante los primeros días de la vuelta a las salas, la norma más difícil de cumplir es la del distanciamiento. “La gente no viene sola, viene en grupo. Así que siempre está muy junta todo el tiempo”, explica.
El Trasnocho cuenta con señalizaciones en todas sus áreas identificadas con su logo, el búho blanco que lo caracteriza. En taquilla las personas intentan mantener la distancia mientras esperan para comprar su boleto.
Ricardo Pérez, empleado de taquilla de 24 años de edad, mantiene el uso del tapabocas incluso aunque haya un vidrio de por medio entre él y las personas interesadas en adquirir sus entradas. “La afluencia ha sido media. No ha sido muy pobre, pero tampoco tenemos las grandes cantidades que teníamos hace un año. También tenemos que pensar en que hace un año no había covid-19 ni una situación económica como la de ahora”, comenta.
Aún así, a pesar del riesgo y los precios dolarizados, el público caraqueño se muestra deseoso por volver. Claudia Faquín, tutora escolar de 31 años de edad, y Julio Silva, profesor de 33, esperan con sus mascarillas correspondientes a que comience la función de Tenet, programada a las 6:00 pm. “Es un placer para los cinéfilos como nosotros venir al cine, aunque no hay una oferta muy amplia en la programación. Es lo que hay y tenernos que adaptarnos”, señala ella.
Para la pareja, los boletos no son costosos. “Alguien con salario mínimo no puede costear ni siquiera un pasaje para el transporte público, esa es la realidad del país. Pero me parece que todavía los precios están asequibles aquí. Esperaba más o menos ese precio, 3 dólares el cine y 5 dólares el teatro. Son precios aceptables”, comenta Castro. “Creí que como iba a haber reducción de aforo entonces iban a aumentar las entradas. Pero no, no lo hicieron”, detalla.
Las funciones en Trasnocho Cultural, Cinex y Cines Unidos continuarán durante las semanas de flexibilización si así lo permite el régimen de Nicolás Maduro y la pandemia en Venezuela. La próxima vez que abran sus puertas será el fin de semana del 13 y 14 de febrero, antes de Carnavales.
Con precios dolarizados y protocolos de bioseguridad adecuados –aunque a algunas personas les cueste cumplirlos-, las salas de cine y teatro continuarán recibiendo al público que busca sano entretenimiento en un país con una grave crisis social, política y económica donde la cultura, para muchos, puede ser un lujo al que, sin embargo, intentan tener acceso.