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El MoMA invita a conocer la mirada de los artistas de los siglos XX y XXI

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El Museo de Arte Moderno de Nueva York, MoMA, ofrece una serie de cursos en distintos idiomas que permiten recorrer parte de las obras de sus artistas. Con esto, se podrá observar la forma en la que ha cambiado la mirada de los artistas a lo largo de los siglos XX y XXI.

A diferencia de otras formas de organizar el arte moderno en torno al tiempo y movimientos, la colección del MoMA se articula sobre lugares y espacios, arte e identidad de los artistas. Incluye, además, la transformación de objetos de la vida cotidiana y arte y sociedad. Es una contextualización precisa, con la información histórica y biográfica necesaria que acompaña cada lectura para no abrumarse durante la cuarentena.

El museo incita a seguir con el interés por aprender. Como dice Ricardo Capponi, «el arte se valora, produce atracción y seduce en la medida que tiene novedad, originalidad y capacidad de sorprender». Y las obras que aquí se subrayan, pese a no ser tan conocidas, sorprenden y resuenan en estos días.

Las obras

Una obra interesante que hace pensar en la relación con las cosas es la taza cubierta de piel hecha por Meret Oppenheim cuando era estudiante de arte en 1936. Después de tomar té con Picasso y Dora Maar, la artista forró la taza y la cuchara con piel, convirtiendo las piezas en algo ominoso por ser tan atrayente como asqueroso a la vez.

No en vano la creación fue considerada como la pieza surrealista por definición, según las palabras del propio André Breton. La taza, que en condiciones normales sirve para tomar algo, provista de esa piel es una amenaza. Sin tener piel, los objetos que tocan otros son amenazas invisibles que espantan casi tanto como si estuvieran cubiertos por algo repulsivo.

artistas MoMA

La taza de Meret Oppenheim | Foto Archivo

House by the Railroad, de Edward Hopper, la primera obra adquirida por el museo, también despierta la atención en estos días. Al igual que gran parte de sus pinturas en las que la soledad es la protagonista, esta obra de 1925 evidencia la ausencia. La obra pone en perspectiva lo que pasa cuando una línea de tren o una carretera irrumpen en la mitad del paisaje, convirtiendo a la vivienda en un icono de la resistencia.

La casa de Hopper habla de esa experiencia de cientos de hogares y barrios que quedaron y han quedado descuartizados cuando, en virtud de la conectividad, se fragmenta una ciudad. Carreteras que con la cuarentena quedan vacías, silenciadas y sin sentido en un paisaje estéril donde prima el gris.

Artistas MoMA

House by the Railroad, de Edward Hopper | Foto Archivo

En este recorrido por la colección, aparece otra obra que cuestiona la precariedad del habitar. Se trata de Niagara Falls (1971), de Gordon Matta Clark. Poco tiempo después de graduarse de Cornell, el artista se dio cuenta de que no sería arquitecto. Así, pues, patentó de alguna manera la anarquitectura con sus obras que deconstruyen casas que están a punto de borrarse por un buldócer.

La casa que protagoniza la obra ubicada sobre las populares cataratas del Niágara se demolió posteriormente. Esto reveló, no solo su precariedad, sino también la perpetua condición de desplazamiento a la que se somete la condición del habitar moderno.

Niagara Falls (1971), de Gordon Matta Clark | Foto Archivo

El recorrido por las obras puede hacerse en varias semanas o al ritmo que se quiera. Hay uno que otro quiz y lecturas complementarias que ayudan a profundizar las piezas.

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