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El intercambio de libros alivia el bolsillo en época de regreso a clases

El Banco del Libro y la Fundación MFM Lectura son dos de las instituciones sin fines de lucro que trabajan en la promoción de la lectura así como en garantizar el acceso a los libros entre quienes tienen dificultades para adquirirlos al acercarse el nuevo año escolar. Ahorrar y cuidar el bolsillo de las familias venezolanas es prioridad, pero también el compromiso con la educación en tiempos difíciles
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En un país donde la tormenta política ha oscurecido horizontes y erosionado valores culturales, la lectura se erige como un faro de esperanza. En medio de la crisis, los libros siguen siendo un universo infinito. Un refugio para el alma. Una herramienta para construir un mejor futuro.

Recuperar el hábito de la lectura es hoy, en Venezuela, un acto de resistencia y un compromiso con la transformación. Esto incluye a los libros escolares que, debido a la crisis económica, representan un sacrificio para padres y representantes.

La situación llevó al Banco del Libro y a la Fundación MFM (Mariana Flores Melo) Lectura a proponer una solución ingeniosa y eficaz para garantizar el acceso a la educación de calidad: el intercambio de libros.

 

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Los elevados costos de los libros escolares han limitado el acceso de muchos niños y jóvenes al conocimiento | Foto Ezequiel Carías

Intercambio de libros, más que una transacción

Una pesadilla. En eso se ha convertido la lista escolar para padres y representantes.

La inflación ha encarecido los útiles en un 52% en 2024, de acuerdo con cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas. Un combo de útiles que antes costaba 100 dólares ahora puede llegar a costar entre 180 y 200, dejando a muchos padres sin otra opción que recurrir a planes de pago a plazos, como los que ofrece en Cashea, para equipar a sus hijos.

Las familias hacen sacrificios para que sus hijos estudien a pesar de que existen ferias que ofrecen precios más accesibles, como la de Chacaíto y la de la Plaza El Venezolano, en Caracas, instaladas en el marco de la Expoferia Escolar 2024.

La diferencia en costos, sin embargo, no es tan notoria. Los combos más económicos rondan los 60 y 80 dólares. Incluyendo uniformes y otros materiales, puede superar los 100.

 

expo-feria-escolar-caracas

Expoferia Escolar 2024

 

El salario mínimo actual en Venezuela es de 130 dólares mensuales, que forman parte de lo que Nicolás Maduro reconoce como el “ingreso mínimo integral indexado” y está compuesto también por los bonos de alimentación y de guerra económica, que no generan pasivos laborales.

De la crisis que ha reconfigurado las prioridades de millones de hogares nacen el intercambio de libros, una iniciativa que busca democratizar la educación y fomentar la lectura.

Esta práctica, que ha cobrado fuerza en comunidades y escuelas en al país, representa una respuesta solidaria y creativa a una necesidad apremiante, pues los intercambios no solo alivian la carga económica de las familias, sino que también promueven el sentido de comunidad y el valor del conocimiento compartido.

En un contexto donde la educación es la principal herramienta para construir un futuro mejor, el intercambio de libros es un faro de esperanza y un testimonio de la resiliencia.

 

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Foto Ezequiel Carías

Banco del Libro, pionero

Olga González, gerente de proyecto del Banco del Libro, fue enfática: «Al compartir sus libros, los estudiantes se convierten en promotores de la cultura y el conocimiento, enriqueciendo su propio aprendizaje y el de sus compañeros. Va más allá de la economía”.

Desde 2014 trabaja en una asociación civil, privada y sin fines de lucro. “Así nació y así se mantiene el Banco del Libro a través del tiempo”.

Desde hace 64 años ha sido promotor del intercambio de libros escolares en Venezuela. De hecho, se fundó por esa simple idea: compartir libros para hacer más accesible la educación.

¿Cómo funciona? Sencillo: el interesado lleva sus textos usados para intercambiarlos por los que necesite de un grado superior.

 

Olga González, gerente de proyecto del Banco del Libro | Foto Ezequiel Carías

 

“A veces se hace con textos de materias equivalentes, pero siempre hay excepciones”, destaca González. Geografía por historia, ¿por qué no? Lo importante es que los libros estén en buen estado para que sigan alimentando mentes curiosas. “Para que el que se lleve el libro tenga la misma calidad que el que se llevó. Esa es básicamente la única regla”.

Y aunque a veces los estudiantes de quinto año se olviden de donar sus libros al salir de bachillerato, el Banco del Libro se las ingenia para mantener un stock variado, gracias a la generosidad de otros.

Pero el canje no se limita a los libros de texto. Enciclopedias, novelas y cuentos también encuentran lugar en sus estantes. Lo mejor de todo es que este intercambio no solo permite ahorrar dinero a las familias, sino que promueve la lectura y la cultura.

¿El secreto de su éxito? La comunidad. Son las familias, estudiantes y docentes quienes mantienen vivo este proyecto, demostrando que compartir conocimientos es la mejor inversión para el futuro. El Banco del Libro es mucho más que un simple lugar para cambiar libros. Es un símbolo de solidaridad, compromiso con la educación y pasión por la lectura. Y lo más importante, un ejemplo de que, incluso en tiempos difíciles, la cultura y el conocimiento pueden ser un motor de cambio.

 

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Canje todo el año

El Banco del Libro ofrece un servicio ininterrumpido de intercambio de libros escolares los 365 días del año. Esta iniciativa surge de la comprensión de que las necesidades educativas van más allá de una fecha específica y que muchos colegios permiten cierta flexibilidad en los materiales requeridos, como los autores y las editoriales de los textos.

Olga González señaló que los canjes no se limitan a un estrato social.

 

“Familias de todos los niveles socioeconómicos acuden al Banco del Libro en busca de materiales educativos a precios accesibles. Demostramos con eso que la educación de calidad puede ser accesible para todos, independientemente de sus recursos económicos”.

 

Hace referencia al hecho de que existen enciclopedias usadas, por ejemplo, que pueden llegar a venderse hasta por 30 dólares. “En una clase podrían pedir una además de libros complementarios de lectura, que sería más accesible. Pero existen colegios que piden textos por materia. De ser así, estamos hablando de 6 o 7 diferentes libros diferentes entre 20 y 40 dólares cada uno. Saca la cuenta”, manifiesta.

Los textos escolares son los más solicitados y los textos universitarios se presentan como un valor agregado en el servicio. De esta manera, y como organización, continúan proyectándose como un modelo a seguir por otras instituciones educativas y comunidades.

Para la gerente de proyecto del Banco del Libro es fundamental que las instituciones educativas, organizaciones culturales y gobiernos locales se sumen al intercambio de libros, creando espacios y plataformas para facilitarlos.

 

Espacio de intercambio de libros en el Banco del Libro | Foto Ezequiel Carías

Un legado que necesita ayuda

Desde la Avenida Luis Roche de Altamira, la frase ‘Acérquense, ven al Banco del Libro’, invita a cruzar el umbral. Las palabras, plasmadas en un vibrante mural hecho por el ilustrador Yonel Hernández, es lo primero que recibe al visitante. Detrás de ellas se esconde una historia de pasión por la lectura, de comunidad y de un legado arquitectónico que merece ser preservado.

El edificio es un tesoro. Fruto de la colaboración entre la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela y el compromiso de quienes soñaron con un espacio dedicado a la promoción de la lectura. Su diseño vanguardista, con la inconfundible firma del maestro Carlos Cruz Diez en su fachada, una cromoestructura lo convierte en una joya arquitectónica que ha sabido resistir el paso del tiempo.

Foto Ezequiel Carías

 

El galpón donde se hacen los intercambios de libros tiene otra historia a pesar de ser un espacio esencial que corresponde a las actividades del Banco. Tras el paso de los años y las adversidades, este pequeño salón ubicado en el ala este, es un lugar acogedor donde niños, jóvenes y adultos se reúnen para compartir su amor por los libros. Pero necesita ayuda. Y rápido.

La temporada de lluvias amenaza muchas infraestructuras en la ciudad. Entre ellas, la del Banco. Necesita una mano de pintura, nuevos aires acondicionados y un techo sin goteras que deje de amenazar el futuro de los libros. Pero su encanto sigue intacto. Sus paredes son testigos de innumerables historias, porque es allí donde los niños han descubierto mundos nuevos, jóvenes han debatido sobre sus autores favoritos y adultos han encontrado un refugio para alimentar el alma.

 

Olga González hace énfasis en que el Banco del Libro necesita ayuda | Foto Ezequiel Carías

 

«Preservar este espacio no es solo cuidar un edificio, sino proteger un legado cultural. El Banco del Libro es mucho más que una biblioteca; es un símbolo de la pasión por la lectura, un lugar donde las ideas florecen y donde la comunidad se une”, dice González.

“64 años se dicen fácil, pero no son pocos. Somos pioneros en el área de la promoción del libro, sobre todo de la literatura infantil y juvenil. Creemos que la lectura es un factor de crecimiento, de formación de ciudadanos críticos y reflexivos”, añade. “Supuestamente, la lectura está volviendo a estar de moda. En el mundo hay una vuelta al libro y la lectura en papel. Y esa es la excusa para descubrir su poder transformador”.

Horarios de los intercambios

Todos los miércoles y jueves, de 9:00 am a 1:00 pm

El Banco del Libro en la web

Instagram | X | Facebook | Página web 

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Foto Ezequiel Carías

Fundación MFM Lectura, de una caja a una biblioteca

Mariana Flores Melo es la fundadora y presidenta de la Fundación MFM Lectura. Abogada en un bufete privado, jamás imaginó que su vida, mejor dicho, su rutina diaria, cambiaría gracias a la pandemia y los libros.

Su fundación nació el 29 de septiembre de 2022. Y es una historia llena de pasión.

Todo comenzó gracias a un grupo de WhatsApp de vecinos. Libros que ya no se utilizaban o querían, encontraban un nuevo hogar en su casa donde eran cuidadosamente seleccionados y preparados para ser donados. La respuesta de la comunidad fue abrumadora. Cientos de cajas de libros llenaron de un momento su hogar y, casi sin darse cuenta, nació una hermosa iniciativa: una biblioteca comunitaria que lleva su nombre.

En principio, las donaciones se almacenaban en su sala, pero pronto se hizo evidente la necesidad de un espacio físico más grande. Fue entonces cuando se decidió abrir las puertas de su casita, donde los libros encontrarían un lugar especial y los lectores un rincón acogedor para perderse entre sus páginas.

 

Para Mariana Flores, la importancia del intercambio radica en que, más allá de ser una simple transacción, representa una inversión en el futuro del país | Foto Ezequiel Carías

 

Pasó el tiempo y el crecimiento fue orgánico gracias al apoyo de la comunidad y a la pasión de su fundadora. Lo que comenzó como una actividad de fin de semana se convirtió en un proyecto a tiempo completo, demostrando la gran demanda de este tipo de iniciativas.

Uno de los pilares fundamentales de la Fundación MFM Lectura es la transparencia. Cada donación es cuidadosamente registrada y los libros encuentran un nuevo destino, ya sea en manos de otros lectores, escuelas o bibliotecas de la Gran Caracas.

De esta manera fue que esta semilla floreció, convirtiéndose en un movimiento que transforma vidas, y un ejemplo de cómo la pasión por los libros y el deseo de compartir el conocimiento pueden generar un impacto positivo en una comunidad.

 

Mariana Flores Melo es la fundadora y presidenta de la Fundación MFM Lectura | Foto Ezequiel Carías

¿Cómo funciona en MFM el intercambio de libros?

El objetivo es simple: compartir los libros que ya no se utilizan y ponerlos al alcance de aquellos que más los necesitan.

 

“Ojo, nunca fuimos exclusivos de un solo tipo de intercambios. Pasa que en esta época hay un foco claro, el colegio. Por eso nos adecuamos, pero nunca nos limitamos”.

 

“En el caso de los libros escolares somos mucho más condescendientes que con los demás textos. Traes dos y te llevas dos, ese es el intercambio”, comenta. También existe la modalidad préstamo. “Te llevas un libro, pero debes retornarlo”.

La idea con los textos escolares, según la fundadora, es permitir que siempre gane el lector. Es decir, que siempre salgan con sus libros completos o con, al menos, los más importantes de la lista escolar, si los hay.

 

“Queremos quedarnos sin libros”, insiste.

 

“Las personas pueden acercarse a la fundación con sus listas y no necesariamente tienen que traer los libros para hacer el intercambio. La idea es que los traigas para que otros de años inferiores se vean beneficiados en caso de tenerlos y no necesitarlos. Pero si no los tienes, te asistimos igual”, destaca.

La cultura es un derecho de todos, asegura, repasando el número de ejemplares que tiene en el espacio:  alrededor de 30.000.

 

Foto Ezequiel Carías

Una biblioteca que crece gracias a alianzas 

La iniciativa de MFM no solo busca llenar estanterías, dice su fundadora, sino también sembrar semillas de curiosidad y fomentar el hábito de la lectura. “La idea es rescatarla en físico, algo que se estaba perdiendo. Minimizar el tiempo en pantalla que tanto daño hace y promover la cultura desde los libros”.

El proyecto, a su vez, busca construir comunidades lectoras, sobre todo entre niños y jóvenes de zonas vulnerables, lo que les permite ampliar sus horizontes y desarrollar su imaginación.

Trabaja muy de cerca con colegios. “Actualmente tenemos 10 en lista y solo en la Gran Caracas, pero hay quienes se llevan los libros al interior del país: Canaima, Puerto Ayacucho, Maracay, Valencia y Ciudad Bolívar, por decir algunos. Todos funcionan como replicadores para irnos expandiendo, que es la idea final”, explica.

En Caracas colabora con Fe y Alegría, y con algunas instituciones en Los Teques, Catia y Parque Caiza.

 

 

“Destacamos también que nuestra fundación ha logrado construir un puente entre quienes aman los libros y aquellos que los necesitan. Gracias a la generosidad de donantes y el apoyo de empresas como Automercados Plaza’s, hemos podido establecer una red de bibliotecas comunitarias en crecimiento”, destaca la abogada al abordar el tema de cómo se mantienen a flote.

“Comenzamos con una pequeña iniciativa, pero la pasión por la lectura y el compromiso de la comunidad nos han permitido expandir nuestros horizontes. Hoy en día contamos con estanterías en diversas ubicaciones, desde supermercados hasta hospitales como el San Juan de Dios».

La colaboración con universidades también ha sido fundamental. Profesores y estudiantes han donado una gran cantidad de libros, y bibliotecólogos expertos, como la encargada de la biblioteca de la Universidad Metropolitana, le han brindado no solo un valioso conocimiento para organizar y clasificar los materiales, sino tiempo para llevarlo a cabo. Y sin apuros.

La selección de libros es cuidadosa y variada. En ferias universitarias ofrecen textos especializados. En espacios públicos, como estaciones de metro y centros comerciales, presentan una selección más amplia para todos los gustos. Y en hospitales, crean oasis de lectura para pacientes y acompañantes.

 

“El éxito de nuestra iniciativa se debe en gran medida al trabajo de nuestros voluntarios, quienes dedican su tiempo a clasificar libros, organizar estanterías y promover la lectura. Juntos estamos construyendo una comunidad lectora más fuerte y más inclusiva».

 

Para garantizar la longevidad de su colección implementa rigurosos protocolos de cuidado. “Todos los libros donados pasan por un proceso de revisión exhaustiva antes de incorporarse a nuestras estanterías. Su preservación es nuestra prioridad. Descartamos aquellos que presentan signos de deterioro o contaminación por hongos, asegurando así que nuestra biblioteca sea un espacio seguro y saludable para todos los lectores”, detalla.

 

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Foto Ezequiel Carías

La casita de la pradera

En el corazón de Caracas, donde el asfalto y el concreto se disputan el espacio con la naturaleza, se esconde la Fundación MFM Lectura. Al final de la avenida Circunvalación del Sol, en Santa Paula, se alza esta pequeña casa blanca que parece sacada de la serie La pequeña casa de la pradera.

Cruzar su puerta es adentrarse en un universo paralelo, donde el tiempo se detiene y las palabras cobran vida. Las amplias estanterías, repletas de libros de todos los géneros y épocas, son el corazón de este espacio. Desde las clásicas enciclopedias hasta las últimas novedades literarias, aquí conviven autores de renombre mundial con joyas bibliográficas que esperan ser descubiertas.

La organización es impecable. Cada libro tiene su lugar y los espacios de lectura están diseñados para invitar a la comodidad y la concentración. Los más pequeños encuentran rincones acogedores con juegos y puffs, mientras que los adultos pueden disfrutar de un buen libro en una atmósfera tranquila.

Fundación por la Lectura Mariana Flores Melo | Foto Ezequiel Carías

No es una simple biblioteca. Es un centro de intercambio cultural que incluye obras maestras bien conservadas y firmadas por sus propios autores, como la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos. Un tesoro. También cuenta con grandes depósitos en donde cientos de cajas con libros reposan para ser revisadas mientras otras continúan llegando, día a día, en una pequeña van -costumizada al 100% con los colores y logos de la fundación- que recorre la ciudad recolectando libros donados.

«La Fundación MFM Lectura es un proyecto que demuestra que la pasión por los libros puede transformar una pequeña casa blanca en un espacio mágico y lleno de vida. Un lugar donde la lectura es más que un pasatiempo, es una forma de conectar con otros, de aprender y de crecer», señala su Mariana Flores Melo.

«Hoy podemos decir que estamos rescatando la lectura. Y en Venezuela está volviendo o despertando el interés. No estamos solos, somos muchas instituciones trabajando para que esto ocurra. Porque sí, librerías para comprar libros hay, pero los costos obligan a pensar en soluciones», concluyó.

Foto Ezequiel Carias

Horarios de la Fundación MFM Lectura

Lun a vie, de 9:00 am a 12:00 m y de 1:00 a 5:00 pm

En la web

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