En una pequeña sala del centro de Mérida, de apenas unas 20 sillas, podrían estar los directores de cine que harán historia en un futuro con sus películas. Proyectado este año en el Museo Cinematográfico de Venezuela, en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero, el Maratón Cine Átomo presentó cortos de un minuto en las categorías Animación, Ficción y Documental realizados por estudiantes que están dando sus primeros pasos con la cámara.
Son producciones en las que los aspirantes a cineastas deben ser lo suficientemente ingeniosos para narrar una historia en poco tiempo, en plano secuencia y con la mínima cantidad de recursos. Una gran parte de los cortos proyectados estuvieron enfocados hacia el terror y el suspenso, como Pitahaya, sobre una joven que habla con su papá fallecido. En principio parece un corto dramático, pero cambia cuando, de repente, ocurre un apagón justo en el momento en que ella le habla a su progenitor.
Otro, titulado Doppelgänger, muestra a un chico al que se le aparece un ser idéntico a él.
Sin embargo, hubo muchos temas en los que se interesaron los participantes, como por ejemplo la violencia de género en Descubrir, la comedia en Talento, sexodiversidad en Latente, política en Oscuridad, así como reflexiones más filosóficas como en El arte muere, donde un narrador en primera persona analiza cómo con el paso del tiempo se desdibuja un trabajo artístico plasmado en una pared en la calle, o producciones más investigativas, como Historia del Rubik, en la que se cuenta la historia del cubo de Rubik desde sus inicios hasta la actualidad.
En esta edición, los cortos ganadores fueron Portales (Animación) de Luismario Fernández, Descubrir (Ficción) de Diego Torrealba y Refugiados (Documental) de Gabriela Codallo.
La directora del Festival del Cine Venezolano, Karina Gómez, explicó que la idea del Maratón Cine Átomo, creado hace 12 años y que en esta edición recibió trabajos de 97 cineastas, es conocer qué están haciendo las nuevas generaciones, cuáles son sus intereses. «De hecho, muchos participantes que estuvieron en maratones hace 10 años hoy día son profesionales que ya han realizado largometrajes», explicó.
«Queremos averiguar qué quieren contar los jóvenes, ver cuál es el futuro de la cinematografía nacional. Yo he encontrado cosas increíbles», agregó.
Asimismo se proyectan producciones para la competencia Universidad Audiovisual, que este año ganó la Universidad Audiovisual de Venezuela Manuel Trujillo Durán.
También participaron, entre otras, la Universidad del Zulia, la Universidad Monteávila, UCV, y la Universidad Bolivariana de Venezuela.
«La Universidad Audiovisual tiene una particularidad: pasamos de tener en 2005 cinco escuelas en todo el país a 32 en 2022. Me interesan los niveles de formación de los muchachos. Yo no premio trabajos estudiantiles, yo premio a la universidad que mejores cineastas tiene, ese es el concepto», explicó Gómez.
Recordó que en los inicios del festival tenía un equipo que se fue a las universidades del país para dar conferencias y explicarles a los estudiantes por qué debían acudir al certamen. «Esto tiene varias aristas, una era homenajear a los cineastas profesionales que trabajan toda la vida en películas que casi nadie ve, y que los jóvenes vieran un auditorio de gente ávida de conocimiento».
Continuó Gómez: «Luego arrancó Cine Átomo, uno de los bebés del festival. Y tres años después monté Universidad Audiovisual, cuando empecé a darme cuenta de que casi todos los decanatos de Humanidades de las universidades del país, a cuenta de que el decanato de Humanidades de la ULA hizo la Escuela de Medios Audiovisuales, empezaron a hacer sus escuelas o a crear diplomados o especializaciones. Pensé: aquí hay un semillero».
Para el estudiante Luismario Fernández, uno de los ganadores de la noche con los cortos de un minuto Portales y Anivolución, este último creado con su amigo Abraham Uzcátegui, el Maratón Cine Átomo es una gran oportunidad para mostrar cómo se puede innovar en poco tiempo.
«Para mis amigos de Mérida y la Escuela de Medios Audiovisuales de la ULA el Maratón Cine Átomo es algo súper importante. A mí me encanta toda la parte de animación y estoy participando desde el año pasado, pero siempre lo veía. El año pasado gané el tercer lugar y en esta edición dije que vendría con todo», afirmó.
«De eso se valen los grandes directores y guionistas: hacer mucho con poco tiempo. Lo he presenciado. He visto amigos que han hecho grandes piezas para Maratón Cine Átomo», agregó el director de 22 años, que usa en Portales distintas formas de animación para contar la historia de un científico loco que atraviesa varios universos.
«La idea era hacer un corto que mostrara las tres formas de animación, la 2D, en la que me especializo, la de recortes, que es una que he estado probando, y otro tipo de animación 2D que es más de acuarela. Quería combinar eso en historias de distintos mundos», explicó.
Mientras que en Anivolución, cuya idea original es de Abraham Uzcátegui, se buscó la realización de un corto que narrara la historia de la animación, desde el storyboard, pasando por la animación a lápiz al stopmotion y la rotoscopia. «Queríamos llegar de un mínimo plano a un máximo plano, entonces se dio la idea de mostrar el proceso de preparación de una torta. Por eso el título Anivolución«, dijo.
Un espacio para destacar lo mejor del cine
En esta oportunidad, el Maratón Cine Átomo contó con los espacios del Museo Cinematográfico de Venezuela José Manuel Funes, inaugurado hace un año. Antes de la sala de proyección, se puede ver una exposición dedicada a los 125 años del cine nacional.
Se trata de una muestra interactiva en la que destacan pósters de grandes clásicos nacionales como Soy un delincuente de Clemente de la Cerda, Diles que no me maten de Freddy Siso y Orinoko, nuevo mundo de Diego Rísquez, así como filmes más recientes como Qué buena broma, Bromelia de Efterpi Charalambidis, Habana – Havana de Alberto Arvelo y Cheila, una casa pa’ maita de Eduardo Barberena.
La idea es ofrecer exposiciones más interactivas que contemplativas, donde se pueda salir de lo cotidiano y causar un mayor impacto en el público, explicó el museógrafo Julio César García.
«Tenemos también tres proyectores grandes de los antiguos cines de Mérida, tenemos una grúa que estuvo en calidad de préstamo en la Escuela de Medios Audiovisuales de la ULA. Incluso tenemos una grúa que fue usada para Psicosis de Alfred Hitchcock, comprada por José Manuel Funes a Bolívar Films», indicó García.
El museo se creó, explicó, en honor al maquinista José Manuel Funes, quien siempre quiso constituir un espacio de este tipo dedicado al cine. «Cuando él muere, su esposa donó su patrimonio a Fundecen (Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida). Luego nos contrataron a nosotros, que luchamos por un espacio adecuado, como el que tenemos en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero».
Es un equipo joven, destaca García. Él tiene 35 años y los demás miembros entre 20 y 30 años. «Somos gente que se encargó de armar todo este escenario y esta propuesta».
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