El atractivo principal de la inauguración del Festival del Cine Venezolano fue el traslado hasta la estación La Montaña del Teléferico Mukumbarí, pues la ceremonia se caracterizó por su improvisación y falta de iluminación para ver a los protagonistas.
Cientos de asistentes del festival subieron emocionados al teleférico más alto del mundo para ver la apertura del certamen, que llega a su segunda edición en Mérida después de tres años realizándose entre Caracas y encuentros virtuales debido a la crisis económica y la pandemia.
En la estación La Montaña no era tan fuerte el frío y desde ahí se pudo disfrutar la belleza de la ciudad de los caballeros. Dos restaurantes, el Chía y La Cabaña, sirvieron a los cinéfilos para comer y beber.
En los alrededores del local La Cabaña, donde está dispuesto un espacio con asientos tipo gradas para realizar presentaciones, la gente se reunió para ver la inauguración.
Sin embargo, desde un principio no estaba claro en qué parte del lugar se iba a hacer la ceremonia, si en el centro o detrás de las gradas, por lo que Karina Gómez, directora del Festival del Cine Venezolano, tuvo que aclarar que habría una proyección sobre la pared de la compleja estructura con piezas de Jesús Soto, Carlos Cruz – Diez y Oswaldo Vigas.
Además, el encuentro estaba pautado para las 7:00 pm y comenzó con más de una hora de retraso.
Cuando Gómez empezó a hablar no había una iluminación adecuada ni para verla a ella ni al presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, Carlos Azpúrua, ni al representante de la Gobernación de Mérida, Rodolfo Vivas. Hubo, entonces, mucha confusión entre el público.
«Tenemos 700 personas participando en el Festival. Tenemos la Gobernación de Mérida, al CNAC. El Ministerio de Turismo. El país completo trabajó para ver esto y llegar acá. Se me paran los pelos de orgullo al ver que llegamos acá y que veamos esta belleza», expresó la gerente cultural en medio de la oscuridad.
Enfrente de ella, se proyectó el collage de piezas de Vigas, Soto y Cruz – Diez, maestros artistas homenajeados este año a propósito de sus 100 años.
«Tenemos 70 producciones en competencia. Y no solo homenajeamos a estos tres maestros, también a Asdrúbal Meléndez, que está acá, más de 40 producciones (en su carrera). También están los hermanos Rodríguez, que han ganado dos veces el festival», agregó la directora del certamen.
Luego le pasó el micrófono a Carlos Azpúrua, a quien llamó a modo de juego «jefe», pero él respondió, también jugando, que no era un jefe sino una «víctima».
«No se imaginan lo que significa este día para mí. Creo que este es uno de los episodios donde he tenido que mantener mi equilibrio emocional de manera completa. La mejor manera de ser feliz es generando felicidad a los demás. Este momento nos llena de felicidad», dijo Azpúrua, quien también compite este año en la categoría Documental con La batalla de los puentes. En la edición 18 participó con Sabino vive.
«En medio de circunstancias tan duras en nuestro país, tenemos este festival que nos encuentra. Tengo que reconocer a todos los sectores que han apostado para que esto se dé», añadió.
La gran novedad este año será el proyecto de romper el Récord Guinness de exhibir una película en la mayor altura del mundo. «Vamos a romper el Guiness a 4.700 metros de altura, en el Pico Espejo. Estamos en eso. Los que quieran acompañarnos están invitados», expresó Azpúrua.
Detalló que esta es una idea surgida a propósito de que en Venezuela está el teléferico más alto del mundo. Para él, es una suerte de evocación al cruce de Simón Bolívar por los Andes. «Tiene que ser poco tiempo. Está sujeto a una situación particular de seguridad por la altura. Son 4.700 metros. Mantener una proyección muy larga es peligroso, lo tenemos que hacer a oscuras. Será difícil, pero lo vamos a lograr».