El Festival de Salzburgo, considerado uno de los más importantes del mundo, se lleva a cabo desde el año 1920. Con una gran asistencia y buena calidad en sus presentaciones, la cuarta ciudad más poblada de Austria recibe cada año a fanáticos de la música y del teatro.
Este año, Salzburgo se realiza desde el pasado 20 de julio hasta el 31 de agosto. Durante 43 días, 199 actuaciones tienen lugar. Aunque el festival no pierde importancia, de acuerdo con el diario ABC de España, en la actualidad, el encuentro sufre una crisis de identidad.
El Festival de Salzburgo genera cada año, aproximadamente, 183 millones de euros, 2.800 empleos y 77 millones de euros en impuestos. Aunque aún no es posible medir las cifras de la nueva edición, es posible conseguir entradas de última hora (que van desde 5 hasta 405 euros), la demanda ha decrecido y en su programación escasean los intérpretes internacionales.
Debido a esto último, el foco de atención se posa sobre los títulos de las obras y sus directores, y no sobre los intérpretes. Además, es cada vez más evidente el sentido acrítico de los espectadores.
Uno de los ejemplos es el de Simon Boccanegra, una ópera italiana que dirige en esta oportunidad Valery Gergiev. La crítica rescata algunas actuaciones, pero menciona que hubo varios problemas, como falta de entonación en los cantantes, baja calidad y un carácter frío en la obra.
Incluso la Orquesta Filarmónica de Viena comenzó con defectos, pero se recuperó por completo en el tercer y último acto. Aún así, la alegría y el entusiasmo de los asistentes al espectáculo estuvo presente.
Durante todo el mes de agosto, Salzburgo continuará homenajeando la música clásica y el teatro, “pero con la necesidad de otra dimensión artística”.
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