El musical Aladdin, uno de los más exitosos de la cartelera de Broadway, arranca desde este lunes las celebraciones por su décimo aniversario. El 20 de marzo marca los nueve años seguidos en cartelera, con la obligada excepción del cierre por la pandemia de covid-19.
Aladdin, producido por Disney, se basa en la película de animación del mismo título de 1992. Cuenta prácticamente con los mismos personajes -con excepción del mono Abu y el loro Iago- sin faltar ni siquiera la alfombra voladora. Esta, en el momento de su aparición en escena, constituye un momento mágico y arranca largos “ohhhhhh” de los niños presentes.
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El musical Aladdin figura ya entre las 20 producciones que más tiempo han durado en cartel en Broadway. De hecho, recientemente en Nueva York registró su representación número 300. Además, está exhibiéndose simultáneamente en Madrid, Ciudad de México y Tokio. Próximamente el espectáculo comenzará con su gira programada por el Reino Unido.
Una década de un amor atemporal
En estos nueve años, Aladdin ha tenido nueve producciones en cuatro continentes y ha atraído a 16 millones de espectadores. Muchos de ellos son niños que acuden a las funciones acompañados de toda su familia y que resultan maravillados por el despliegue de color, la decoración y todos los efectos especiales.
El director musical de Aladdin es el ocho veces ganador de un premio Óscar, Alan Menken. Y quienes escriben las letras de las canciones son de tres autores igualmente oscarizados: Alan Menken, Howard Ashman y Tim Rice.
La productora destaca del musical Aladdin su mezcla de comedia clásica y romance atemporal. En esta historia sin aristas donde todo es políticamente correcto -muy en la línea del Disney más contemporáneo- no faltan tampoco guiños al empoderamiento femenino.
Aunque está lejos de igualar los récords de la otra gran producción de Disney, El rey León, que acaba de cumplir por su parte 25 años en cartelera, las dos obras juntas ponen en valor una vertiente infantil del fenómeno de los musicales de Broadway. La manifestación es evidente no solo en la diversidad del público que acude, sino en la profusión de parafernalia (en forma de mercadeo) en recuerdo del musical.