Retumban los truenos en el Teatro Nacional de Caracas y en el escenario, meciéndose suavemente en una hamaca percudida por los años de miseria, el Coronel (interpretado por Djamil Jassir) se remueve inquieto mientras duerme. El agua de la lluvia cae desde las afueras de su choza deteriorada hasta que finalmente la tormenta, acompañada de luces que se prenden y apaga como recreación de los truenos, lo despierta. Su andar es pesado, casi famélico. Sale de la hamaca y arrastra los pies hasta una olla oxidada en la que usa los últimos restos de café para prepararle un poco del brebaje a su esposa.
La coronela, su mujer, (interpretada por Francis Rueda) comienza a toser víctima de un asma insistente que se niega a abandonarla. En las afueras de los cuatro paneles que recrean su choza, la muerte (interpretada por Jonathan Mejías) camina silenciosa. La sigue una procesión de habitantes del pueblo que están velando al último fallecido de la localidad. Todos usan sus trajes blancos impolutos bajo los paraguas abiertos para resguardarse del tiempo inclemente.
Dentro del mosquitero del único catre que tiene la vivienda, la coronela escucha a su esposo mentirle sobre el café: “Yo ya tomé, quedaba una cucharada grande”. La mentira resulta agradable ante la realidad que la rodea: todo a su alrededor es una señal inequívoca de la pobreza en la que viven. También los acompaña un profundo pesar y tristeza desde el fallecimiento de su único hijo, Agustín (interpretado por Augusto Morales), asesinado por pasar información clandestina durante una pelea de gallos. Lo único que les dejó su hijo fue el luto riguroso, una máquina de coser que tuvieron que vender para sobrevivir y un gallo de pelea, demasiado enclenque para combatir, representado en una caja de madera forrada con una tela.
Cada detalle sobre el escenario del Teatro Nacional luce cuidado y muy parecido a las narraciones que hizo Gabriel García Márquez en la novela publicada en 1961, El coronel no tiene quien le escriba. Sobre las tablas hay hojas reales que llenan de barro los ruedos de los pantalones del coronel, las mantas del catre lucen percudidas y el paraguas que saca la coronela del fondo del baúl para acudir al entierro, está comido por las polillas. “Ahora solo sirve para contar estrellas”, dice optimista.
El Coronel se mantiene firme desde los primeros diálogos de la pieza, una adaptación escénica del genial Carlos Giménez en 1989. El jubilado insiste en que hay que alimentar al gallo con maíz para que pueda pelear en enero. Su mujer no luce tan de acuerdo con el plan. Los únicos 50 centavos que les quedan deberían ser para comprar comida para ambos. El coronel, por el contrario, se muestra muy confiado en que finalmente ese viernes llegará una carta con el monto de su pensión, un dinero que lleva esperando desde hace 15 años. Mientras tanto, su mujer hace lo imposible para disimular su pobreza y conservar algo de dignidad ante los vecinos del pueblo.
El coronel no tiene quien le escriba, dirigida en esta oportunidad por el productor y debutante Carlos Scoffio, comenzó su temporada el pasado 16 de septiembre y estará en cartelera hasta el 6 de octubre. Las funciones serán sábado a las 4:00 pm y domingo a las 3:00 pm con entradas que van desde los 5 dólares las más económicas hasta los 22 dólares las más costosas.
¿Cuál es el mensaje de El coronel no tiene quien le escriba?
Gabriel García Márquez (11927-2014) no era un escritor fanático de leer sus obras una vez se publicaban. En un video presentado antes de la función de estreno de El coronel no tiene quien le escriba aseguró que esta historia no fue la excepción. Sin embargo, más de 20 años después, el argentino Carlos Giménez decidió adaptar la novela a una obra de teatro que se presentó con actores de Rajatabla en 1989.
A García Márquez le gustó el resultado: “Hoy viví la historia completamente como cuando la escribí. No esperaba que fuera tan emocionante y conmovedora para mí. Y tengo la impresión de que para el público también. Todos estaban en suspenso desde la primera palabra hasta el final. Es emocionante”, confesó el escritor colombiano tras esa primera función. Desde entonces, El coronel no tiene quien le escriba se ha presentado en más de 30 países. Con esta nueva temporada en Caracas, en el décimo aniversario del fallecimiento del escritor, llegara a las 800 funciones.
En la adaptación, Carlos Giménez aseguró que la pieza tenía un ritmo lento en el decir pero un movimiento revoltoso, enjuto, incomprendido y altivo en escena. El Coronel, en medio de su terquedad por esperar la pensión, se niega a aceptar que posiblemente la carta nunca llegará. “Su espera lo ha desgastado a tal punto que lo ha convertido en un anciano. Después de esto no hay más oportunidad, ҅La ilusión no se come, pero alimenta҅”, aseguró Giménez, citando una de las grandes frases de la historia.
“-La ilusión no se come -dijo la mujer.
-No se come, pero alimenta -replicó el Coronel.”
Libro: El coronel no tiene quien le escriba
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Para Carlos Scoffio, director de esta temporada después de ser parte del equipo de producción que trajo la pieza por última vez a Caracas en 2014, la historia del Coronel da un mensaje de dignidad.
“El mensaje para mí es la existencia del hombre por el hombre, es la viveza sobre la fortaleza de la dignidad. El coronel nos va a permitir a los seres humanos ser cada día mejores personas porque vas a poder entender la empatía por el otro y aprenderás a ponerte en los zapatos del otro, de ese hombre que lleva esperando durante tantos años esa carta que nunca llega y que la espera y se está muriendo de hambre y no sabe cómo hacer, pero sigue porque lo que lo mueve es la dignidad. La dignidad es lo que nosotros tenemos que rescatar, como seres humanos y venezolanos. la dignidad que nos va a permitir cada día ser mejores personas”, señaló.
Para Scoffio nunca fue una opción detener el montaje o el estreno de la pieza a pesar de la situación política que se vive en el país desde las elecciones del pasado 28 de julio. Desde el teatro, aseguró, lucharon contra viento y marea para transmitir un mensaje desde las tablas. No se detuvieron hasta concretar una pieza en la que trabajaron en los últimos seis meses. Aunque, en realidad, ya el director soñaba con traer de vuelta la historia a los escenarios venezolanos en 2016 cuando le dijo a Rueda y a Jassir que los quería como protagonistas.
“Nosotros hacemos cultura. Y la forma para poder ser cada día mejores ciudadanos es eso, hacer cultura. La cultura tiene que estar por encima de la educación porque la educación es una formación ética, pero la cultura es una cosa intrínseca que debemos llevar los seres humanos dentro de nuestro propio ser. Es lo que nos hace diferentes. Desde mi perspectiva, con la contribución de mi trabajo, les permito a los jóvenes seguir viendo un teatro que los hará reflexionar sobre un tema con una obra diferente, una propuesta distinta en un gran teatro. Le estamos echando ganas para seguir haciendo teatro y seguir haciendo cultura”, afirmó el director.
La nueva generación de la historia de García Márquez
En la rueda de prensa previa al estreno de El coronel no tiene quien le escriba los actores comentaron que asumir un rol dentro de esta reconocida pieza fue un arduo trabajo. Verónica Arellano, José Manuel García, Ignacio Marchena, Alejandro Míguez y Daniel Revete son algunos de los intérpretes que contaron cómo, por varios meses, buscaron la forma de hacer que sus personajes tuvieran su toque. No querían imitar el trabajo de los grandes actores que los precedieron en escena.
“Ninguno de los que están aquí está copiando nada. Esto es un nuevo coronel. El montaje se mantiene en su espíritu pero ellos están creando un personaje”, aseguró el director, quien reveló que están finiquitando fechas para llevar la pieza a Maracaibo, Maracay y y Cabello y, además, piensan en una segunda temporada en 2025. También quieren llevar la historia a otros países donde el mensaje de García Márquez siga vigente.
Scoffio comentó que la obra es una obra museo que tiene que conservar las características originales por lo que el montaje mantiene la misma escenografía con las paredes de zinc, la iluminación y el vestuario. Todo conserva la esencia del espectáculo con música original del maestro Federico Ruiz, y los gallos vivos junto al piso de tierra y la lluvia. Todos los elementos están y seguirán, insiste. Todos menos los mismos actores.
«—Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto—para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, (…) en el momento de responder:
—Mierda.»
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En 2016, Scoffio le pidió a Jassir que fuera el Coronel. Hace un año, finalmente, le entregó el texto. Desde entonces comenzó el trabajo actoral para mantener lo que hizo Carlos Giménez en su momento. “El reto es muy emocionante porque tiene muchas aristas. Yo vengo de hacer el lobo feroz en Caperucita y usé el mismo ataque al texto con el Coronel, con la misma responsabilidad. Para mí el coronel es un personaje más desde el punto de vista teatral. El reto trae consigo hacer al quinto coronel que se hace en la historia. Este personaje creció en mí desde la parte interna a la parte externa”, contó el intérprete.
Para Jassir el público será el encargado de juzgar si hizo o no un buen trabajo. Sin embargo, confirmó que él ya está satisfecho con el resultado. “Espero no defraudarlos, pero sé que yo no me voy a defraudar porque tengo al personaje conmigo”, afirmó.
Al principio, fue un proceso confuso. Leyó la novela para entender que Carlos Giménez utilizó al resto de los personajes en la obra para contar la historia tal cual como la narró García Márquez. “Hay cosas que dijo la coronela que son descripciones del autor. Para que García Márquez aceptara que su libro se volviera una versión de teatro te da entender que se hizo una buena dramaturgia. Ese proyecto salió al mundo entero, es como si el libro fuera una cosa y la obra otra, pero ambas dan a conocer lo que quiso decir García Márquez sobre la esperanza”.
Hasta que los gallos aguanten
El coronel no tiene quien le escriba regresó de una forma actualizada, según Jassir. La historia muestra, a su juicio, lo que “somos hoy en día. La gente va a venir a ver el coronel versión 2024”. Con él coincidió Verónica Arellano, (la mujer del compadre Sabas) quien aseguró que, a pesar de que han pasado tantos años, la obra sigue teniendo los efectos especiales que Giménez logró hace 40 años. “En 2024 casi nadie tiene la capacidad para hacer lo que él logró. Él se adelantó al tiempo. Fue un visionario”, comentó.
Manuel García, quien interpreta al compadre Sabas, añadió, además, que el proceso de montaje para esta pieza fue largo. “Teníamos tiempo que no nos enfrentábamos a un proceso largo y eso ha sido gratificante porque todos los días uno explora mucho, vas a tu casa con dudas y vuelves al día siguiente y lo plasmas en el escenario. Los grandes ensayos llevan a pequeños detalles y pequeños detalles hacen grandes obras, ojalá los chicos nuevos puedan experimentar este tipo de experiencia”, reveló.
“-Te comprendo — dijo tristemente — Lo peor de la mala situación es que lo obliga a uno a decir mentiras.”
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En el caso de Francis Rueda, Carlos Scoffio le ofreció el personaje hace años. En ese entonces no pudo aceptar por otros compromisos. Sin embargo, era algo que tenía pendiente. “Mi personaje, la coronela, es muy hermoso, estoy complacida. Cada vez que asumo un personaje lo asumo de cero. Alguien me dijo una vez que los actores somos almas en pena hasta que llegamos al personaje y es cierto. Este personaje lo han hecho tres actrices y yo no tengo nada que ver con ellas porque logré mi propia Coronela”.
El elenco coincidió, además, en expresar la plena confianza que sintieron durante los ensayos con el debutante director Carlos Scoffio. Aunque había realizado diferentes estudios y talleres sobre dirección, El coronel no tiene quien le escriba es su primer trabajo. No es una pieza fácil, no solo por su peso e importancia histórica en el teatro latinoamericano sino también por el tiempo narrativo.
“En los ensayos, Francis hablaba para un lado y los actores le respondían del otro, eso es el metaverso Gimeniano y lo vamos a respetar. Esta tarea la asumo con mucho respeto y humildad hacia Giménez, García Márquez y los actores involucrados. La magia del texto no la ponemos nosotros sino el texto de Carlos Giménez”, explicó antes de expresar su conformidad y orgullo por el resultado obtenido con El coronel no tiene quien le escriba aunque será el público quien tenga la última palabra.
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