En los camerinos de la sala Ríos Reyna todos corren de un lado a otro. Al fondo se escucha una canción de Sebastián Yatra, mientras un bailarín maquilla a su compañero. Otros se ayudan entre sí a subirse el cierre de los trajes. En otro piso, la Orquesta Sinfónica de Venezuela ensaya unos últimos compases. Detrás del telón unos 15 bailarines se paran en puntas, luego bajan. Otros aguardan en el área de vestuario. Las expectativas son altas. No es cualquier producción la que está a punto de comenzar. Se trata del 25 aniversario de El Cascanueces, con la coreografía del maestro Vicente Nebrada, el tercer director artístico del ballet que llevó a la compañía al cenit y al reconocimiento nacional e internacional. Una agrupación que en febrero de 2020 cumplió 40 años.
3:00 pm. Es hora del espectáculo. Es una función privada previo al estreno y la sala Ríos Reyna está a medio llenar. La emblemática producción marca la reinauguración de la Sala Ríos Reyna y del Teatro Teresa Carreño, después de casi dos años de trabajos de restauración, que incluyeron un nuevo sistema de aire acondicionado independiente, retapizado de las butacas, cambios de luminarias y remodelación de las salas de ensayos, entre muchas otras cosas. El deterioro y abandono del complejo cultural de Los Caobos era notable. La pandemia fue el momento en el que, al fin, la Junta Restauradora, presidida por Gustavo Arreaza, se puso a trabajar.
Hay más de 100 artistas en escena: bailarines del Ballet Teresa Carreño y del Ballet Juvenil que se creó en 2017, cuyos integrantes, en su mayoría, son del interior del país. También participan la Fundación Ballet de las Américas, Ballet de la Mar, Escuela Ballet-Arte, Ballet Clásico Rita Dordelly y Ballet Teatro Teresa Carreño, sede del Teatro Alameda de San Agustin. Del 10 al 22 de diciembre, con entradas entre los 6 y 32 dólares, que también se pueden pagar en bolívares al cambio, este elenco traerá de vuelta el montaje estrenado en diciembre de 1996 y que se ha convertido en la producción más vista del teatro. Adriana Estrada y Javier Solano están al frente de la dirección artística, que en años anteriores no mostró su mejor cara.
A preparar las puntas
Después de la pausa por la pandemia, llamaron a mediados de septiembre el elenco con el fin de retomar actividades y empezar las clases para preparar el 25 aniversario de El Cascanueces. El investigador de danza Carlos Paolillo asumía el cargo de coordinador del Ballet Teresa Carreño. “Fue difícil. Yo me conseguí con un ballet que estaba en su casa. No había ballet en la práctica. Había que comenzar el reentrenamiento de los bailarines, homogeneizar el elenco de nuevo y captar los talentos humanos que iban a participar aparte del elenco estable. Yo tenía las mejores opiniones de la compañía. Yo venía trabajando como investigador y asesor en danza desde 2019 y conocía al elenco. Había que unificarlo, estimularlo y darle entrenamiento”, explica el también crítico, que asumió esta nueva tarea como una “oportunidad de aportar a la reaparición del Ballet Teresa Carreño como proyecto y de contribuir a una nueva etapa”.
El Ballet tiene 60 bailarines: 40 de la compañía profesional y 20 del Ballet Juvenil. Para ese entonces no solo estaban en los ensayos de El Cascanueces; un grupo preparaba su participación en la Gala de Reapertura de la Sala José Félix Ribas, que fue el primer fin de semana de diciembre. “La gala se retrasó, estaba planteada para una fecha y luego se cambió; se nos montó todo encima, pero vamos saliendo”, agrega Paolillo.
Hubo un mes de clases que se realizaron en el estudio del Proyecto Escuela Fungairiño Olaiz, en La Trinidad. Las salas del teatro aún no estaban en condiciones. Después se habilitó un espacio al aire libre, pero techado, en el Teresa Carreño para mantener las medidas de bioseguridad. Ya para los ensayos formales de El Cascanueces los bailarines estaban utilizando la sala H y la sala Beracasa, las salas de ensayo del teatro.
No venían tan oxidados. “La Fundación Teresa Carreño hizo un esfuerzo para mantener el entrenamiento con clases de ballet online con maestros internacionales, incluso de Europa, algo casi inédito porque el ballet es algo que se hace de forma presencial. Una cuestión lógica, es casi un deporte, para el cual necesitas un espacio que esté acondicionado, un piso especial. Necesitas una serie de condiciones que no tienes en tu casa. Fue una experiencia, dentro de lo que cabe, bastante enriquecedora”, cuenta el bailarín Miguel Bompart, de 37 años de edad, 10 de ellos en la compañía y participando en El Cascanueces.
Un convenio con Cuba les permitió a los bailarines tomar clases con Martha Iris Fernández, la subdirectora de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso de La Habana, considerada una de las cinco escuelas de ballet clásico más importantes del mundo, afirma Paolillo. “Ella vino en la última etapa. Dictó clases a la compañía y trabajó con el Ballet Juvenil. Para nosotros es una gran satisfacción y honor tenerla acá porque es una maestra con mucha trayectoria y reconocimiento tanto en Cuba como en Latinoamérica. La idea es que pueda volver para trabajar con nosotros en el montaje de un clásico el año que viene, que no está determinado cuál sería, pero es la idea”, agrega.
La Orquesta Sinfónica de Venezuela desempolvó las partituras de Tchaikovsky a mediados de noviembre, después de tenerla casi dos años guardada. El concertino Alfonso López Chollet está al frente de la agrupación de 74 músicos desde 2014. En El Cascanueces solo participarán 60, que son los que caben en el foso del escenario. También habrá miembros de la Orquesta Municipal de Caracas, la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho y la Orquesta Simón Bolívar. “Pero la base principal y la experiencia la pone la Orquesta Sinfónica de Venezuela que ha tocado el ballet desde su estreno en 1996”, afirma López.
No será el único director. La directora de la Gran Mariscal de Ayacucho, Elisa Vegas, y el maestro Alfredo Rugeles se turnarán las 12 funciones de la producción. “Siendo 25 años un número emblemático, yo pienso que el sello que aportan estos maestros le da brillo a la obra. Cada uno de nosotros los directores tenemos una forma de sentir la música”, señala López.
Y agrega: “Elisa Vegas es una joven directora que está desarrollando una carrera muy bonita al frente de su orquesta. Vale la pena decir que es una mujer valiosa venezolana, es muy bonito que ella tenga la oportunidad de estar al frente de la OSV, así como el maestro Alfredo Rugeles, que tiene una larguísima trayectoria y también tiene muchas cosas que aportar desde su experiencia a este espectáculo”.
De ensayar en el espacio que encontraran, ya sea en la Sala José Félix Ribas o en los espacios abiertos del teatro, ahora tienen un lugar propio: “La capilla”, que queda al fondo de la Sala Ríos Reyna y que fue habilitado exclusivamente para la agrupación. A favor, indica, la OSV tiene la experiencia de interpretar este repertorio, además de contar con algunos músicos, entre ellos el propio López Chollet, que estuvieron en la función inaugural del montaje. Pero no se fía. “La de Tchaikovski es una música muy intensa, necesita un gran compromiso emocional. Técnicamente tiene su dificultad, necesita de un gran ensamble orquestal. Necesita ser ensayada y ejecutada con mucha precisión y para eso hace falta mucha práctica. Nosotros seguimos siempre ajustando y perfeccionando en la medida de nuestras posibilidades”.
Sube el telón
Durante 15 años, la directora del Ballet Metropolitano de Caracas, Keyla Ermecheo, montó su propia tradición en el Teatro Teresa Carreño. Todos los años su versión de El Cascanueces estaba fija en la grilla de programación de teatro, pero en diciembre de 1996 lo mudó al Poliedro de Caracas. Entonces Vicente Nebrada presentó su versión de El Cascanueces, de dos horas, que quedaría para la posteridad: un primer acto con pirotecnia y efectos especiales y un segundo acto más clásico le daban a forma a la adaptación del cuento El Cascanueces y el Rey de los Ratones, escrito por Ernst T. Hoffmann, con música de Tchaikovski, interpretado por la Orquesta Sinfónica de Venezuela.
Ahora, en 2021, Samara Morantinos, de 17 años de edad, interpreta a Clara. Llegó a la compañía hace tres meses, pero ya había hecho este papel como invitada en 2019. Se formó desde los 5 años: pasó por los salones de la maestra Nina Novak y Ballet de la Mar. Ahora se encuentra en la Vassiliev Academy of Classical Ballet, en Nueva York, donde está becada y regresó a Venezuela por la pandemia de covid-19. “Desde chiquita he hecho El Cascanueces en diferentes papeles. Pero como Clara tengo cinco años. vale todo el esfuerzo que uno le pone ensayando y practicando”, dice.
Vio clases, como la mayoría, por Zoom: “No fue muy bonito; me tropezaba con todo en la casa”. Anhelaba el salón de ensayos y regresó recientemente para continuar su preparación. “Todo el baile tiene su dificultad, pero a mí me cuesta mucho interpretar, no exagerar los movimientos, que se vea natural, que nadie sepa que lo estás actuando. También, en el segundo acto, después de estar sentada un rato, te levantas a hacer Vals de las flores, los pies se te acalambran un poco. Hay giros que son difíciles, como el fouetté, que a mí me cuesta mucho”.
Desde que inicia la obra, Morantinos no se detiene nunca. En esta oportunidad su compañero fue Luis Molina, pero a veces también lo será el merideño Nelson Prieto, de 23 años, ambos becados en la Escuela Internacional Acosta Danza en La Habana, fundada y dirigida por Carlos Acosta.
La del jueves fue una presentación pulcra que emocionó al público, sobre todo en el esperado segundo acto, cuyo intermedio pasó de 15 a 40 minutos. El coordinador Carlos Paolillo dijo que desconocía el motivo y que probablemente sería un “problema técnico”. Aun así, señaló que el espíritu de Nebrada permanece: “Hay mucho de Vicente y se hace mucho para mantener su espíritu y su tradición tanto en la escenografía y los elementos escénicos, así como en mantener coreográficamente lo fundamental”.
Relanzar la compañía… y el teatro
El Cascanueces parece marcar el comienzo de algo más que una reinauguración. Los planes son ambiciosos. Carlos Paolillo, como coordinador del Ballet Teresa Carreño, planea reforzar el elenco y desarrollar un nuevo repertorio que combine las obras de ballet clásico tradicional con otras contemporáneas, así como estimular la creación coreográfica en la compañía, incluso algunos bailarines le han hecho saber su interés de montar piezas originales. Planifica, además, intentar hacer un programa para celebrar los 40 años que cumplieron en 2020 y que se vieron suspendidos por la pandemia.
“Creo que la compañía ha pasado por distintos niveles y etapas como toda compañía del mundo. Estuvo Rodolfo Rodríguez, que fue el director fundador, luego Enrique Martínez y luego entró Vicente Nebrada, que fue una etapa muy larga. Vinieron otras, donde se le ha dado continuidad al elenco, pero se ha adaptado a distintas visiones de las personas que dirigen. Este es un sitio que está siempre en el centro del interés cuando un muchacho quiere iniciar su carrera. Escuela hay muchas, privadas casi todas. Pero la única compañía profesional de ballet del país es esta”, agrega Paolillo.
Los planes no terminan allí. El presidente de la Fundación Teatro Teresa Carreño, Gustavo Arreaza, paseaba por pasillos, camerinos y la Sala Ríos Reyna. Observaba como todo se engranaba. La ilusión no solo la concentra en el éxito de esta temporada de El Cascanueces, que se trata de un abreboca. “El año que viene será un año para reventar con todos los elencos estables del teatro —Teresa Danza Contemporánea, Teresa Danza Kalle, Ubuntu, Odila, además del Ballet y Corto Teresa Carreño— y darle vida a todos esos proyectos artísticos y otros invitados que quieran venir, que se quieran acercar a presentar sus proyectos, incluso del exterior, que también tienen abiertas las puertas del Teatro Teresa Carreño”, continúa Arreaza. Su objetivo es uno: “Llevar el teatro a los primeros sitiales a nivel internacional”.