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El bramido de Dusseldorf explora la relación padre hijo a partir de la muerte

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Luego de traer a Venezuela Tebas Land en 2018 y La ira de Narciso, en 2019, para el grupo teatral Deus Ex Machina era natural culminar la trilogía del dramaturgo uruguayo afincado en París, Sergio Blanco. Sería 2020 el año del estreno de El bramido de Dusseldorf. La agrupación presentaba una obra por año, pero el confinamiento por covid-19 cerró los teatros. Fue el 15 de octubre cuando la obra se estrenó en la Sala Plural de Trasnocho Cultural.

En esta oportunidad no hay encuentros con reclusos ni conferencias sobre mitos griegos. Esta vez Sergio, el dramaturgo/ personaje de ficción, está en una clínica en Alemania, donde su papá ha fallecido inesperadamente después de un incidente cardíaco.

“Les voy a contar cómo terminé aquí con mi papá”, dice el protagonista frente al cadáver de su papá. A partir de allí inicia un viaje al pasado en el que tanto Sergio, interpretado por Elvis Chaveinte —es su segunda experiencia en una obra de Blanco—, y su papá, interpretado por Djamil Jassir, se interpretan a sí mismos en el pasado, opinan sobre los sucesos ocurridos e intentan explicarle al espectador por qué llegaron a Dusseldorf: quizás por un contrato como guionista con una productora multimillonaria de pornografía, para visitar una exposición sobre el asesino en serie Peter Kürten o para finalizar su conversión al judaísmo. De cualquier forma, ya están allá.

La actriz Carolina Torres también forma parte del elenco y destaca su versatilidad para interpretar diferentes roles dependiendo del plano temporal que esté narrando Sergio, porque él es guionista e intérprete a la vez de su propio pasado y el de su papá. Puede ser una doctora, una gerente de una productora o una guía turística. La escenografía permite que todo sea posible. También tiene una participación especial Gabriel Agüero. Todos bajo la dirección de Rossana Hernández, que estuvo a la cabeza de las producciones anteriores.

El bramido de Dusseldorf

Foto Adrián Naranjo

Una exploración de las relaciones filiales es lo primero que se percibe de la obra, pero esta tiene varias capas: la muerte, la sexualidad —que trata en la anterior La ira de Narciso— y la perspectiva de lo real. Ya lo decía el propio Sergio Blanco en una entrevista con EFE en 2018: “La autoficción no tiene un pacto de verdad, como tiene la autobiografía, sino que tiene lo que yo llamo un pacto de mentira. Yo como creador asumo que voy a mentir y el espectador, cuando viene, sabe que le van a mentir”.

Rossana Hernández y Deus Ex Machina comenzaron a trabajar con los textos de Blanco para celebrar su quinto aniversario. Investigando sobre el teatro internacional, se toparon con Tebas land y la llevaron a las tablas en 2018, cuyo montaje sería reconocido con Mejor Dirección, Mejor Producción y Mejor Actor (Kevin Jorges) en los Premios de la Asociación Venezolana de Crítica Teatral (Avencrit). “Cuando yo leo los otros textos que le sucedían, me di cuenta de la relación que establece entre estos y el juego que hace con su personaje de sí mismo, también nos daba la oportunidad de jugar a nosotros también”, indica.

En 2019, Gabriel Agüero protagonizó La ira de Narciso y se llevó Mejor Actor Principal en los Premios Avencrit por ese papel. También fue considerado Mejor Montaje del Año. “Son obras que te dan muchísima libertad creativa. Podemos dialogar con ella y nos mantiene en una constante interrogante, en un reto constante. Nos identificamos con la forma en que se aborda a la sociedad contemporánea. Son los mismos temas de siempre, pero desde la mirada de hombres y mujeres de este momento”, agrega la directora.

Los ensayos de El bramido de Dusseldorf comenzaron a mediados de junio, en espacios abiertos y con un equipo mínimo: solo estaban los tres actores, la directora y su asistente de dirección. La salud primó en todo momento. “Supuso una gran paradoja. Por un lado, teníamos la emoción de volver al trabajo presencial [Deus Ex Machina participó en experimento virtuales el año pasado]. Era una alegría muy grande para los que hacemos teatro, por supuesto. Significaba un reencuentro con el oficio, con los compañeros, con el hacer con el que estamos familiarizados, pero, por otro lado, era una gran preocupación. ¿Iba a ser posible? ¿El esfuerzo sería en vano? ¿Y si alguno se contagiaba durante los ensayos? Muchas cosas estaban latentes y había que atenderlas”, explica Hernández.

El bramido de Dusseldorf

Foto Adrián Naranjo

Ya llevan seis funciones de la obra, cinco de ellas, señala la directora, agotadas (40% de aforo de una sala con capacidad para 100 personas).  “El hecho de estar en un escenario ante un público, sin importar el número de espectadores, es muy significativo para nosotros. Que 40-50 personas se movilicen de sus casas para ver una función, ya es algo muy grande”, señala.

La obra estará en cartelera hasta el 14 de noviembre en el Trasnocho Cultural, aunque quizás no sea la última vez que la agrupación trabaje con textos de Sergio Blanco: “A finales del año que viene hay un proyecto con él, que es mucho más grande. Pero no puedo dar mayores detalles. De igual forma, tenemos varias cosas para 2022, entre ellas la puesta en escena de una obra de Elvis Chaveinte”.

El bramido de Dusseldorf
Espacio Plural – Trasnocho Cultural
Del 15 de octubre al 14 de noviembre
Viernes, sábados y domingos, 4:30 pm
Entrada general: $7

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