El «boss» Bruce Springsteen ha cumplido las expectativas y seis años después de su última cita en España, cumplidos ya los 73 años, ha vuelto a conquistar a un público que, por su entrega y aguante durante las casi tres horas de concierto en Barcelona, parecía muy consciente de estar viviendo una noche histórica.
Dos minutos antes de las 9:00 pm, con una puntualidad casi impropia de las leyendas del rock, los miembros de la E Street Band han empezado a desfilar por el escenario de un Estadi Olímpic lleno hasta la bandera en el que se han dado cita 55.000 personas.
El jefe de la banda ha sido el último en aparecer, ataviado con camisa negra arremangada, vaqueros, muñequeras y guitarra al hombro y, tras su ya clásico saludo al público de «hola Barcelona, hola Cataluña», han empezado a sonar los acordes de «No surrender», el tema con el que ha venido abriendo los recitales en las citas previas en Estados Unidos.
Después del mítico tema del álbum Born in the USA, han seguido otros clásicos de la gramola de éxitos que están siendo los conciertos de esta última gira de resurrección tras la pandemia.
«Ghosts», «Prove It All Night», «Out in the street», «Candy’s room», «Kitty’s back» o «Brilliant disguise» han continuado la noche.
También «Letter To You», que no solía tocar con la banda y cuya letra se ha sobreimpresionado en catalán en las pantallas gigantes, un recurso que también ha usado en la acústica e íntima interpretación de «Last man standing».
Entre las más aclamadas de una noche en que algunos fans han echado en falta «The River» y «Streets of Philadelphia», «She’s the one», «Wrecking Ball», «The Rising» y «Badlands», además, claro, de «Born in the USA», «Dancing in the Dark» y «Born to run», que llegaron en los bises.
Tampoco faltaron «Backstreets» y «Because the night», más conocida esta última en voz de otra reina incansable, Patti Smith.
Aplausos merecidos aparte ha recibido la banda del «boss», con veteranos como su esposa Patti Scialfa, entre otros, que ha demostrado estar en forma, y un nuevo miembro, Jake, que sustituye a su tío al saxofón, el desaparecido Clarence Clemons, y con el que Springsteen tiene gran química musical en el escenario.
Durante los últimos días, el concierto en Barcelona ha ido ganando enteros en expectación, en buena parte por los invitados de lujo del cantante, el ex mandatorio estadounidense Barack Obama, acompañado de su esposa Michelle, así como el director de cine Steven Spielberg y su mujer, la actriz Kate Capshaw.
Michelle Obama incluso se ha atrevido en los bises a sumarse a los coros y tocar la pandereta en «Glory Days» junto a Capshaw y ante la mirada de un embelesado Barack Obama al que apenas ha podido verse por las medidas de seguridad.
Springsteen repite concierto este mismo domingo en el estadio Olímpic antes de poner rumbo a Irlanda, su siguiente parada en una gira por Europa que ha iniciado en su querida ciudad condal.
«Barcelona, us estimem» (Barcelona, los queremos), se ha arrancado en uno de los pocos parones entre canciones del músico que en varias ocasiones se ha acercado al público y ha regalado una armónica a una niña de la primera fila a la que ha subido brevemente al escenario.
La capital catalana fue la primera ciudad española que pisó Springsteen en un lejano pero nunca olvidado concierto en el Palau de los Deportes en 1981, también actuó en la Monumental en 1992, en año olímpico, y fue donde abrió su gira mundial de reencuentro con la E Street Band en 1999, en el Palau Sant Jordi.
Regresaría en 2008 y 2016 con las giras de «Magic» y «The River Tour», como recordaban muchas camisetas entre el público de esta noche, formado mayoritariamente por seguidores veteranos que no se estrenaban precisamente viendo a su ídolo.
En España, las entradas de esta gira 2023 costaban entre 65 y 300 euros, cantidades muy alejadas de los hasta 5.000 que costaban en Estados Unidos por la nueva política de «precios dinámicos» de distribuidores como Ticketmaster y LiveNation, lo que ha causado críticas de los fans al «boss», especialmente popular entre la clase obrera del cinturón industrial estadounidense.
Polémicas aparte, como dijo el propio Springsteen al inicio de la gira, «este es un ‘tour’ a la vieja usanza», con muchas fechas en el calendario para que todos los seguidores se puedan acercar, muchos temas en el repertorio y, sobre todo, mucho rock and roll y poca parafernalia.
Y así ha sido. Un concierto monumental con la veterana banda al completo y un mito viviente aún en forma física, musical y vocal.
Sprignsteen ya ha recibido del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, la medalla del mérito cultural, pero el retiro del referente musical estadounidense de la clase trabajadora aún queda lejos.
Al «boss» aún le quedan, si le apetece, muchos estadios por colmar.