Éxitos indiscutibles como El juego del calamar y Parásitos podrían hacerlo ver fácil, pero el ganador del Emmy Lee Jung-jae dice que al cine surcoreano le tomó años aprender a alcanzar audiencias globales a partir de historias sobre competitividad, violencia o vida moderna.
Lee habló con la AFP apenas días después de hacer historia como el primer artista de lengua extranjera en ganar el Emmy a mejor actor dramático con El juego del calamar, la serie de Netflix más vista de todos los tiempos.
«Estamos muy contentos de haber sido capaces de llegar a una audiencia global con un trabajo que no está en inglés», dijo Lee.
En Corea «todos están felices y han enviado mensajes de felicitación», afirmó durante una entrevista en el festival de cine de Toronto. «¡Cuando vuelva habrá un montón de entrevistas y cosas esperándome allí!».
La brutal sátira social sobre inadaptados y criminales que compiten por dinero en versiones retorcidas de juegos infantiles sigue los pasos a la surcoreana «Parásitos», que hace dos años se convirtió en la primera cinta no hablada en inglés en ganar un Óscar a mejor película.
«Durante mucho tiempo el cine coreano ha tratado de descifrar cómo conectar mejor con audiencias globales», asegura Lee.
«Ahora, como resultado de estos largos años de esfuerzos, vemos numeroso contenido de alta calidad que ha resonado alrededor del mundo y ha sido aclamado por la crítica».
El éxito comercial ha sido además enorme. El director de El juego del calamar, Hwang Dong-hyuk, está escribiendo la esperada segunda temporada. Lee anticipa que su personaje Seong Gi-hun esta vez «será completamente diferente».
«Una sociedad demasiado competitiva»
Pero antes vendrá Hunt, la película con la que Lee debuta como director y que se ganó una prestigiosa «gala de presentación» esta semana en el Festival Internacional de Cine de Toronto, algo relativamente inusual para una cinta asiática.
El retorcido thriller de espionaje ambientado en la Guerra Fría, en el que Lee además es protagonista, está ligeramente basado en eventos políticos reales la década de 1980, incluyendo el asesinato del presidente surcoreano Park Chung-hee y la deserción de un piloto norcoreano.
Lee dice que la cinta comparte algunas temáticas con El juego del calamar, como una representación cruda de la violencia cuando espías rivales surcoreanos se vuelven contra otro y lo torturan.
También plantea cómo una «sociedad demasiado competitiva puede de hecho llevar a las personas a lastimarse unas a otras».
Hunt ya alcanzó la cima de la taquilla en su país de origen, y será lanzada en los cines de Norteamérica y en plataformas de streaming el 2 de diciembre por parte de Magnolia Pictures.
En otra señal de cómo el cine surcoreano se está adaptando a las necesidades de su recién conquistada audiencia, la versión final de «Hunt» ha sido modificada para que sea más global.
Tras su estreno inicial en el festival de Cannes, en mayo, algunos críticos se quejaron de que la trama era difícil de seguir por el público occidental que no está familiarizado con la política coreana, por lo cual Lee recortó la película para simplificar algunos elementos y revisó los subtítulos.
No obstante, enfatiza, la cinta es menos sobre historia coreana y más sobre «cómo esta violencia está sucediendo alrededor del mundo» y afectando a gente del común.
«Es sobre estos dos protagonistas y sobre si sus principios son correctos», dice. «Lo más importante es que, dado que se trata de un drama de acción y espionaje, realmente lo disfruten».
«Creciendo más cerca»
Cuando el director de Parásitos, Bong Joon-ho, deslumbró a Hollywood al ganar el Óscar de 2020 a mejor película subrayó la importancia de superar «la barrera de una pulgada de altura de los subtítulos».
Lee dice que no ha conversado con Bong sobre la influencia de Corea del Sur en el extranjero, pero coincidió en que la cultura del país «se ha vuelto ampliamente reconocida a nivel global» conforme el mundo se interconecta en mayor grado a partir de tecnologías como el streaming y las redes sociales.
«En Corea vemos mucho contenido de todo el mundo, así que es muy natural para nosotros», explica.
«Con todos creciendo más cerca de los demás, no es difícil comprender las emociones -ya sea dolor o pena- de los otros, porque vivimos en un mundo donde los sentimientos se comparten instantáneamente».
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