Una imagen de las características butacas rojas de las salas de cines, completamente vacías, aparece en la pantalla. Las luces están apagadas. No hay sonidos envolventes ni espectadores con cotufas. El escenario es desolador e incierto: así se veían los cines en Venezuela durante el cierre de los complejos por causa de la cuarentena del covid-19. Es así, también, como inicia el más reciente largometraje documental del crítico, documentalista, profesor y director de cine Sergio Monsalve, El año de la persistencia.
Era 12 de enero de 2021 cuando Monsalve, con ayuda en la producción de Malena Ferrer, comenzaron a documentar el proceso de reapertura de las salas tras 10 meses de desolación e incertidumbre. En ese entonces, la industria del cine nacional había lanzado la campaña «Quiero ir al cine» en los meses de noviembre y diciembre de 2019. El propósito era solicitar a las autoridades la reapertura de las salas. Rápidamente, cultores, productores, críticos, distribuidores y aficionados se sumaron a la movida, Monsalve entre ellos, para volver al encuentro con las salas el Día Nacional del Cine, el 28 de enero.
«La campaña fue promovida por los gremios y también las cadenas de exhibición. Nosotros participamos activamente como una manera de refrendar esa militancia positiva. Tomamos la decisión de hacer un registro documental a modo también de expresión y ese registro se prolongó por un año, por eso el documental se llama El año de la persistencia. En ese tiempo estuvimos entrevistando a diferentes voceros de la plataforma del cine y expertos en la materia», comenta Monsalve.
Durante los siguientes doce meses el crítico se encargó de entrevistar a 25 personas relacionadas para su largometraje de 70 minutos. Edgar Rocca, José Pisano, Claudia Lepage, Bernando Rotundo y Maurizio Liberatosciolli fueron algunos de ellos que, ante la cámara de Monsalve, dieron su opinión sobre los retos y dificultades que el cine estaba enfrentando por causa de la pandemia. Todos vinculados con el sector.
También se incluyeron las voces, entre muchos otras, de Margot Benacerraf, Joe Torres, Simón Villamizar, Jorge Roig, Iván Mendez, Marcy Rangel, Rafael Urdaneta y Carmela Longo.
«Seleccionamos a los voceros en función de su experticia, su relación directa con la plataforma del cine y obviamente se tuvo en consideración los pilares que sostienen el cine en Venezuela: plataformas de exhibición, distribución, producción y gremios. Los contemplamos a todos y por su puesto apelamos a la opinión de los espectadores. Allí tenemos una muestra más que representativa», asegura Monsalve.
El criterio para escoger a los que participarían en este largometraje, con la visión poliédrica de Monsalve, respondió también a la experiencia metodológica del crítico para hacer documentales desde hace 20 años. Entre ellos, Esto no es un apagón (2020) y Venezuela en cuarentena (2020), las dos primeras entregas de una trilogía que concluyó con El año de la persistencia, estrenado el pasado 7 de julio. Con el proyecto, Monsalve participará en el Festival de Cine Venezolano de Mérida, que se celebrará del 17 al 21 de julio.
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Hecho en pandemia
Para El año de la persistencia, al igual que otras producciones realizadas en Venezuela, Monsalve tuvo que enfrentarse a retos principalmente económicos: el documental fue financiado por él y su equipo. Con el proyecto, resultado de la autogestión y de la inversión personal, quería responder a criterios de calidad. A estos se le sumaron los retos técnicos.
«En vista de que hacíamos el documental con nuestros propios recursos, quisimos trabajar con cámaras digitales y con una sensibilidad fotográfica de cine. Finalmente nos enfrentamos a los retos que imponía el país en este momento: la pandemia y la circulación que en ese momento correspondía al esquema 7+7″, explica el cineasta.
El proceso no fue sencillo, hubo una serie de limitantes que enfrentar además del contexto complicado y de crisis que afronta el país. Tal como se menciona en el documental, en Venezuela se registraron 30 millones de espectadores en las salas de cine entre los años 2011 y 2015. Para 2016 la cifra bajó a 19 millones por las fallas eléctricas y la delincuencia. En 2019, con suerte, la cifra llegó a los 12 millones.
«En ese contexto es que nosotros nos insertamos haciendo este documental. Sin embargo, creo que ahora sí hay un cambio sustantivo de la exhibición en Venezuela: pasamos de la mayor crisis para el sector de la exhibición en el país donde no se aprobó ningún financiamiento en la pandemia a un momento donde finalmente estamos viendo la posibilidad de comprar tickets para ver películas», sostiene Monsalve.
Su documental estará compartiendo sala con la película de Jackson Gutiérrez, Azotes en llamas y también con otras películas internacionales importantes. Una realidad que no sería posible sin la persistencia de las industrias de exhibición en Venezuela. A juicio de Monsalve, actualmente se está viendo una reactivación económica del sector que permite tener un poco de ilusión. «Ilusión entre comillas, pero al menos pasamos de un momento de oscuridad de incertidumbre por las salas de cine a este instante que vemos que hay una luz al final del túnel», añade.
Movie War
La llegada de la pandemia supuso nuevas realidades y muchos cambios para la industria del cine en Venezuela. Tal como muestra Monsalve en El año de la persistencia, la crisis sanitaria del covid-19 no solo influyó en la experiencia de ir al cine sino que también aceleró un fenómeno que ya se estaba gestando: el protagonismo del streaming.
«El cine tuvo que readaptarse y acomodarse a la realidad de que no es la única forma de ver películas y al hecho de que ahora tiene una competencia muy seria con el streaming. Está también un escenario de una Movie War que afortunadamente no es una guerra fría. Ahora el teatrical y el streaming pueden llegar a acuerdos, como ya se ha visto. Se ha respetado un tiempo de estrenos para que ciertos contenidos puedan estar en el teatrical y posteriormente pasar a los streaming», dice.
En el escenario, además, hay que tener en cuenta que muchas personas prefieren los servicios on demand que los sacaron de la angustia durante la pandemia. Netflix, Disney+, HBO Max, Amazon Prime, entre otros, llegaron en un momento en el que los espectadores no podían acudir a las salas por el confinamiento. Sin embargo, la llegada de estas alternativas no supone le muerte inmediata del cine.
«Actualmente hay un modelo de cohabitación, un modelo simbiótico entre el teatrical y el streaming. Esta idea ochentosa de la muerte del cine no se corresponde con la realidad, al cine varias veces le han declarado la muerte y hemos visto que el cine permanece y permanecerá gracias a diferentes factores. Entre ellos, las películas eventos como las de Marvel, y además la recepción que ofrece para mostrar propuestas como las producciones nacionales», reflexiona el experto.
Las diferencias son notables. En El año de la persistencia testimonios afirman que en el streaming se ofrece contenido que se caracteriza por ser más irregular. «Es un contenido que apunta más al llenado de la parrilla para alimentar el negocio. La ecuación en muchos de estos servicios es darle atención a la cantidad en vez de a la calidad», señala Monsalve.
La diferencia que existe, continúa, es que el cine tiene un nivel mayor en cuanto a curaduría incluso en el cine de espectáculo. Sin embargo, esto no significa que se deba condenar o satanizar al streaming. Monsalve opina: «Allí sí hay buenas producciones y tiene sus formas de operar que muestran consistencia y calidad. En el caso específico de Netflix lo que sí se ha notado es la tendencia de mucha cantidad. La calidad es irregular y desigual; es como una moneda al aire, puede caer de un lado o del otro».
Lo que puede ocurrir, afirma, es que el espectador siga conectando con el cine y sus criterios de calidad rentables y productivos. Mientras que el streaming le da la oportunidad al espectador de hacerse su propia curaduría al momento de consumir los contenidos.
¿Cómo reconectar?
El cine en Venezuela, tras pasar por el oscuro momento de incertidumbre y sobrevivirlo, ahora se enfrenta a un reto mayor: recuperar al público. No basta con contar con una industria consolidada con un pasado brillante. Es necesario, a juicio de Monsalve, seguir monitoreándola con ojo crítico para que no se quede estancada y pueda seguir evolucionando. Asegura: «Hay que reconectar con los espectadores, uno de los mayores retos que enfrentamos ahora».
El reto es, según el experto, poder comunicarse con la audiencia y volver a reconectar después de que «el público le soltó la mano al cine venezolano». En algún momento, continúa Monsalve, hubo una ruptura causada por una reiteración temática de géneros y concepciones visuales que se agotaron. Incluso, explica, se dio una concepción de mercadeo de las películas que ya cumplió su etapa.
«Hubo un cisma importante en 2020, incluso diría que hubo un cambio generacional. Además, la llegada del streaming acentuó esta crisis de una audiencia que ya no se reconoce tanto en su cine. ¿Qué hay que hacer ahora? Ya tenemos el panorama, el escenario más crítico,. Tenemos también el diagnóstico, yo creo que tenemos que avanzar. Hay que buscar, en función de esa brecha que existe entre espectadores y producciones nacionales, la forma de estrechar esos lazos», asevera.
La solución, cree, se puede lograr si las producciones nacionales comienzan a replicar productos que están funcionando en el escenario internacional. Mosalve señala: «Se debe hacer nuestras versiones y tomar modelos venezolanos exitosos de producción que están funcionando. Como El exorcismo de Dios de Alejandro Hidalgo que está funcionando en taquilla después de la reapertura. O el caso de Érase una vez en Venezuela que arrancó la corriente cinematográfica de la reapertura; o Free Color, dedicado al maestro de Cruz-Diez. Esos casos van arrojando luces de lo que podemos tomar o no. Hay que pensar cómo reamoldar el esquema del cine venezolano para que siga siendo exitoso en taquilla».
Un futuro optimista
A pesar de las complicaciones, se mantiene optimista en cuanto al futuro de una industria a la que, más de una vez, le han declarado la muerte. Gracias a El año de la persistencia Monsalve aprendió que hay un gremio dispuesto a conversar y resolver los problemas. Un gremio que, a la distancia, puede verse retraído y abstraído, pero en realidad entiende las situaciones que se están presentando y quiere buscar soluciones.
«El futuro del cine está, primero, en la memoria, esto lo digo replicando las palabras del diseñador de salas de cine en Venezuela, Nikolajs Sidorkovs. En el sentido de que siempre debemos reciclar las buenas formas que nosotros heredamos del pasado. También debemos replicar y reformar cuestiones que funcionaron en el país. Lo otro que es importante para el futuro es entender que internamente e internacionalmente los hábitos de consumo cambiaron. Por tanto, como creadores de contenido, debemos honrar esos cambios. El futuro está en un proceso de readaptación constante», concluye Monsalve.