ENTRETENIMIENTO

Eduardo Liendo, el mago eres tú

por Avatar Isaac González Mendoza (@IsaacGMendoza)

Aunque limitado por «Mr. Parkinson», como llama irónicamente la enfermedad que ha padecido en los últimos años, Eduardo Liendo manifiesta sus ideas de manera clara, precisa.

Rodeado de familiares, amigos y decenas de admiradores, el escritor fue homenajeado el sábado en la Sala Eugenio Montejo de la Biblioteca Los Palos Grandes por los 50 años de la publicación de El mago de la cara de vidrio, la novela con la que comenzó su carrera como narrador y que ha pasado por manos de distintas generaciones de venezolanos.

No había espacio suficiente en la sala para la cantidad de personas que querían ver a Liendo y escuchar a los panelistas del homenaje, titulado El mago de la cara de vidrio: 5 décadas, 5 miradas. Muchos, algunos con libros del autor y con la esperanza de que se los firmase, se quedaron fuera de la sala y otros escucharon las ponencias de pie.

En el encuentro se presentaron distintas miradas sobre la novela que cuenta la historia del maestro Ceferino y la irrupción en su casa del televisor, referido en el texto como Mr. TV, alias el Mago, el cual genera una influencia tan poderosa en los protagonistas del libro que logra afectar sus capacidades críticas.

La poeta y educadora Marisol de Macedo habló sobre lo actual de la premisa del libro tomando en cuenta la era de la digitalización; el periodista Javier Cedeño Cáceres abordó la obra desde la visión de los jóvenes; la escritora y profesora Eritza Liendo realizó un amplio análisis crítico sobre Liendo y su obra; la escritora Krina Ber comentó su experiencia personal con el novelista, quien le dio clases en el taller literario que impartía en la Universidad Católica Andrés Bello, y el escritor y editor Óscar Marcano expuso la relevancia de la novela y de Eduardo Liendo en el ámbito social, político, comunicacional y literario.

Cada ponencia puso en contexto tanto la importancia de El mago de la cara de vidrio como la de las otras obras de Liendo, entre las que se encuentran Los topos, Mascarada, Los platos del diablo, Si yo fuera Pedro Infante, Diario del enano y El round del olvido. De Macedo, quien consideró que hoy día hay diversidad de «magos» en las pantallas de los celulares, reflexionó que estos no tienen por qué ser enemigos, sino que es necesario que las personas miren hacia sí mismas para que decidan cómo debe ser utilizada la tecnología.

«Debemos preguntarnos si lo que nos ofrecen lo necesitamos para ser mejores seres humanos los habitantes de este planeta. Debemos ajustar nuestra brújula hacia el lugar de vida al que deseamos llegar  y en el que queremos estar realmente (…) Hay que apelar a la creatividad y nuestra racionalidad para tener claro qué queremos hacer», expresó.

Cedeño Cáceres recordó, en tono anecdótico, que leyó El mago de la cara de vidrio en su adolescencia en una edición de 1988 remendada con cinta adhesiva firmada por una estudiante de bachillerato de nombre Noralis Millán. «Probablemente lo leí en 2005 o 2006. Hoy, en 2023, puedo decir que pasaron 18 años desde que leí El mago, 34 desde que esa tal Noralis Millán la leyó en el liceo y 50 años desde la primera edición de la novela», dijo el periodista, quien al final de su ponencia presentó un video en el que aparecían jóvenes comentando sus impresiones sobre la novela.

Para Eritza Liendo, quien confesó ser una gran devota del escritor, los lectores de Eduardo Liendo se cuentan por legiones porque su obra es congruente: «Lejos de los rigores de las modas, los motivos sobrevenidos. Liendo solo escribe de lo que le apasiona, la ciudad, la cultura, la multidimensionalidad del ser… Para Liendo quedó establecido que el ser humano no es monolítico ni lineal ni uniforme».

También consideró la profesora que no por ser clara y directa la obra de Liendo carece de profundidad. Explicó que el novelista revela en sus libros la complejidad humana. «Nos recuerda que esa locura explica la vida porque cada ser de luz tiene su lado sombrío. Lo mejor de esto es que Liendo, incluso, siendo profundo desdramatiza. Porque su humor nos recuerda que la vida es así y punto».

Mientras que Krina Ber, quien subrayó que Liendo será siempre su primer maestro, expresó que no siente que se esté celebrando medio siglo de El mago de la cara de vidrio, pues para ella el verdadero mago es el escritor por sus capacidades narrativas. En su ponencia, la escritora quiso recordar un artículo que escribió para Prodavinci titulado «Cuando hablamos de Eduardo Liendo», en el cual afirmó: «Cincuenta años más tarde y en otro milenio tecnológico y comunicacional, leí El mago de la cara de vidrio entre sonrisas y carcajadas, aunque varios dardos destinados al contexto cultural de los setenta se perdieron para esta extranjera. No importa: la intención cómica está clara. La denuncia está clara».

En el texto, la escritora venezolana nacida en Polonia señaló que Ceferino expone con seriedad la denuncia de la novela «en un hilarante estilo pomposo».

«El pobre no entiende lo cómico que es, al igual que no lo entendía Alonso Quijano, su ilustre predecesor, claramente parodiado por nuestro Caballero de la Cara Común (solo el nombre me hace reír) que pelea con el aparato de televisión, y aunque su guerra está perdida de antemano al menos lo vence en la última batalla con un golpe limpio del bate de beisbol en su abyecta cara de vidrio», expuso Ber.

Óscar Marcano comenzó leyendo un mensaje que Rafael Cadenas le entregó para Liendo: «Recibe, Eduardo, con motivo de este homenaje la expresión de mi afecto, mi admiración y amistad. Quería asistir al acto pero un compromiso me lo impidió. De todas maneras, no estando allá estaré con la fuerza silenciosa de la ausencia. Es una ocasión para recordarte que el fantasma que se te apareció ha crecido mucho. Es el mayor peligro que afronta el mundo en este momento. Creo que después podremos tratar de vernos».

En sus comentarios, el autor de la novela Los Inmateriales señaló que la vocación de Liendo por la narración extensa y la trama compleja se percibe desde la primera línea de sus libros. «Ha ratificado que aunque toma prestados elementos que le sirven de soporte no es la autoficción lo que le quita el sueño. Suele decir que vivir y experimentar a través de terceros garantiza que el tiempo que vive el autor esté representado en el escrito. Para él, es el registro primordial lo que queda, como en muchas obras de ficción a lo largo de la historia».

Liendo, explicó Marcano, comenzó a trabajar su novela con la premisa de que la televisión era en el siglo XX el equivalente a los libros de caballería que lee Alonso Quijano en Don Quijote de la Mancha. «Uno se pregunta qué le deparará a la humanidad en este siglo XXI con las adicciones al móvil, la histeria de las redes sociales y la inteligencia artificial», reflexionó el escritor, que también destacó el humor fino y los elementos fantásticos en la obra de su colega.

Al culminar las ponencias, Liendo dijo sentirse agradecido con los participantes del homenaje y los asistentes. Recordó también a su esposa, Yeska Estela Murua, fallecida el año pasado, la persona a la que, subrayó, más le debe como escritor. Con una foto de ambos proyectada en la sala, el novelista explicó que con ella tuvo algo más importante que la escritura: «Contribuyó al desarrollo de un hogar».

Explicó que cuando escribió El mago de la cara de vidrio se encontraba en una situación límite, pues había vuelto de un exilio intenso y se preguntaba qué iba a ser entonces de su vida. «Ese es el momento en que me pongo a escribir El mago. Y aunque está escrito en ese tono jocoso, yo sabía que me la estaba jugando. Si yo perdía esa oportunidad iba a perder en los dos tableros, como dicen los ajedrecistas: en la política, mis actividades de varios años dedicados a algo en lo que creíamos, e iba a perder también en lo único que creía que había perdido: mi condición de lector. Nadie podía apostar por mí como escritor».

Liendo ha publicado más de 10 libros, El mago de la cara de vidrio cuenta con decenas de ediciones y tiene lectores dentro y fuera del país. También ha recibido reconocimientos como el Premio Municipal de Literatura o el Premio Conac de Narrativa. Vaya que se la jugó.