A sus 49 años de edad, el cantante puertorriqueño Draco Rosa ha lidiado batallas muy fuertes para encontrar un espacio ideal a esa fuente de ideas que se le revelan todo el tiempo.
Ha jugado todas las cartas de una industria que cambió radicalmente y muchas veces se deja llevar por fórmulas sin riesgo, pero él siempre ha encontrado la manera de dar el paso para moverse en otros terrenos.
Eso se siente en su nuevo álbum Monte Sagrado: un ejercicio de rock puro, duro y plagado de reflexiones muy profundas acerca de la vida, la espiritualidad y la oscuridad, pero que siempre terminan encontrando una luz.
El disco se construye a través del sonido poderoso de la guitarra, el bajo y la batería, grabado con una banda en vivo en estudio.
“Durante un tiempo grabé mucha música, y ahí estaba gran parte de Monte Sagrado, pero después me desconecté (…) Algo pasaba, y decidí dejar todo; me monté en una moto y me fui; me puse a cultivar café (…) Realmente quería hacer algo totalmente diferente”, afirma.
Luego de ese paréntesis, la naturaleza intervino de manera violenta en el proceso creativo del álbum y en las nuevas experiencias de vida que estaba viviendo Draco Rosa, tras haberle ganado dos veces la batalla al cáncer. “Fue duro; terminé de grabar el disco en Los Ángeles, toda la parte vocal la hice en mi casa de allá, pero eso fue después de arreglar una finca de café que tengo con mi familia en Puerto Rico, luego del huracán. En ese momento solté las lágrimas y seguí con mi proyecto”, recuerda el artista.
Tras retomar el trabajo en estudio, Draco comenzó a sentir esa energía creativa. Era como si esa sensibilidad, adormilada un poco por los medicamentos de su tratamiento, despertara con fuerza.
Todo se encaminó correctamente y el disco fue una realidad, con un cierto halo de rebeldía.
El trabajo es totalmente roquero, diferente. Esa es la sensación que deja oír algunas de las canciones. “Sí, tiene algo de eso”, agrega tímidamente con un acento boricua bien marcado. “Pero es un álbum en el que se revela que ahora estoy más feliz, más agradecido con la vida y con ganas de hacer cosas, ya que el tiempo es corto y hay que aprovecharlo”, recalca el artista.
De alguna manera, ese poderío sonoro de Monte Sagrado se puede emparentar como un enérgico seguimiento del álbum Vagabundo (1994), que marcó un antes y un después en la carrera de Draco Rosa y fue relanzado en agosto de este año. “Monte Sagrado es un disco de puro rock and roll, pero más accesible de lo que fue en su momento Vagabundo. Mi idea ahora es poder llegar a la gente, comunicar algo (…) No siempre es fácil porque uno se la pasa ‘defendiendo su kiosco’ (haciendo referencia a su estilo, a su sensibilidad) mientras la industria parece estar jalando para otro lado. Claro, todo con la idea de que pueda disfrutar más, pues el estrés y toda esa porquería enferma”, asegura.