El actor Donald Sutherland recibirá este jueves el Premio Donostia del Festival de San Sebastián. Por la mañana ha hablado de su carrera y de una de sus preocupaciones: el cambio climático. «Tengo hijos y nietos y el mundo que les voy a dejar no es un mundo en el que van a poder vivir».
Antes del comienzo de la rueda de prensa en el centro Kursaal, la moderadora advirtió que las preguntas solo debían aludir a la trayectoria del veterano intérprete canadiense. Sin embargo, un periodista de un medio árabe se interesó por su opinión por la política europea sobre los refugiados frente a la que lleva a cabo su país.
«No tengo opinión, pero sí la tengo sobre el Brexit o sobre el cambio climático», respondió el actor de Casanova y Los juegos del hambre. Añadió que la situación de los refugiados es desesperante. Sobre lo que ocurre en la frontera de Estados Unidos con México, dijo: «Increíble».
Insistió en su preocupación sobre el cambio climático, la desaparición de miles de especies de pájaros y otros asuntos acerca de los que no se habla. También criticó la política de la ONU a este respecto con una frase: «La actitud de la ONU es una mierda».
Sutherland, que cumplió 84 años en julio, no se jubila porque le gusta trabajar. Pero también porque lo necesita. «No tengo mucho dinero. Todavía tengo muchas bocas que alimentar, aunque sigo disfrutando mucho de este trabajo que me da libertad y me permite vivir vidas que nunca me habría atrevido a vivir», destacó.
Aseguró que no puede decir en qué rodaje disfrutó más porque sería como elegir a un favorito entre sus cinco hijos. «No tengo una película favorita. He tenido grandes relaciones con cada una de ellas. Pero me encantó trabajar con Fellini», aseguró.
Sí se ha referido a su experiencia durante la filmación de Los violentos de Kelly, de Brian G. Hutton, ya que sufrió una meningitis bacteriana en la espalda que le dejó en coma justo cuando iba a iniciar seis semanas de descanso tras el primer día de rodaje en la antigua Yugoslavia.
Da fe de de que los enfermos en coma pueden oír las conversaciones de los demás, al menos en su caso. «Pude escuchar al productor dictando un telegrama para mi mujer de entonces en la que le decían que no se moviera, que ya enviarían el cuerpo cuando me muriera», relató.
De ese momento, en 1968, hasta hoy ha protagonizado decenas de películas: suma casi 200. La más recientes Ad Astra, de James Gray, y The Burnt Orange Heresy, que ha presentado en el certamen donostiarra junto a su director, Giuseppe Capotondi.
Sutherland regresó a Italia para interpretar a un viejo y cotizadísimo pintor en una historia en la que un crítico de arte (Claes Bang) recibe el encargo del mecenas del artista (Mick Jagger) de robar la obra maestra de este.
«No me habían ofrecido el papel, mi agente me envió el guion y me fascinó. Habían pensado en un personaje más joven y creí que yo era demasiado mayor. Sus palabras, sus pensamientos, sus relaciones con las mujeres, tenía mucha fuerza. Me encantó ser elegido», dijo el actor de esta película, que cuenta también en el reparto con Elizabeth Debicki.
Giuseppe Capotondi señaló que la gente intenta vender mentiras y hacer creer a los demás que esa es la verdad.
«Se ve en el mundo político, en el de las finanzas, puedes crear otras verdades. Si tienes poder o dinero, puedes fabricar una verdad nueva. Ese es el pequeño mensaje de esta película. Pero es un ‘noir’, no deberíamos tomarla con demasiada seriedad, deberíamos disfrutarla», aconsejó.
Donald Sutherland, que distribuye su vida entre Canadá, Florida y Francia, bromeó con la posibilidad de instalarse en San Sebastián (norte de España). Dijo que está feliz desde su llegada hace dos días, que el martes visitó el museo Guggenheim de Bilbao y ayer Chillida Leku. «Ha sido fantástico, lo estoy pasando de maravilla», afirmó.