Este 23 y 24 de abril, en punto de las 3:00 pm, en Caracas se respiró flamenco. La responsable de esto fue la bailaora venezolana Diana Patricia con su versión más actualizada de Doña Bárbara, una oda a la mujer aguerrida y poderosa que fusiona la danza, el cine, la literatura y el teatro, en 90 minutos de presentación.
15 bailarinas y 5 bailarines cargaron sobre sus hombros con la responsabilidad de acompañar en escena a la protagonista que, en esta nueva interpretación, amalgamó la historia con el flamenco y la actuación, géneros que representan a la perfección las pasiones humanas y que la artista venezolana domina en todo su esplendor.
La primera vez que La macarena encarnó a este icónico personaje fue en 2005, dos años después de habérsele despertado el interés en la historia detrás de la barbarie descrita por Rómulo Gallegos en 1929. Pero tuvieron que pasar 17 más para que se atreviera a aventurarse en una puesta en escena digna de Broadway, donde un mediometraje sería el abrebocas de una obra cuyo único fin se basaría en mover la fibra sensible del público hasta la médula.
El ensayo que no se dio
El jueves 21 de abril, a las 10:30 am fueron convocados al Teatro Municipal de Caracas un gran número de periodistas para ser testigos del ensayo general de la obra. Serían los primeros y los únicos que gozarían de tal privilegio. Sin embargo, un desperfecto técnico le jugó una mala pasada a todos los presentes.
Primero falló la luz, luego el sonido, para finalmente ser la computadora de la cual brotaban las imágenes del mediometraje de Doña Bárbara, la que daría por terminada la tan esperada y exclusiva presentación.
Sin embargo, la situación no terminaría en decepción para la prensa ni para la producción. Una rueda de preguntas entre Diana Patricia y los medios, salvaría la hora y media de espera que pasó entre el inicio del espectáculo privado hasta que se proclamó su cancelación.
“Lo siento muchísimo. De todo corazón espero que puedan perdonarnos”, exclamó la apesadumbrada bailaora mientras se sentaba en medio del escenario esperando las preguntas de los periodistas.
“Estas cosas pasan; espero que puedan entendernos y, de nuevo, nos disculpen. Nos están jugando una mala pasada, pero es mejor que todo esto pase hoy y no este fin de semana en medio de la presentación, ¿verdad?”, dijo entre risas.
“Muchas gracias; muchas, muchas gracias por estar aquí”, subrayó.
“Gracias por también creer en mí, en nosotros; y acompañarnos en este camino”, agregó.
Doña Bárbara: el reto de versionar un clásico
Diana Patricia ofreció un abrebocas de lo que serían estas dos funciones especiales.
“Aunque el espíritu es el mismo no son iguales a las de hace 17 años. Es la tercera vez que hago esto, pero realmente es como si fuese la primera”, manifestó.
“El enlace de la historia recae en el mediometraje fusionado con nuestra actuación y el baile”, destacó.
Esta presentación, refiriéndose al ensayo fallido, será algo digno de ver en su versión oficial. “Por eso los queríamos a ustedes aquí primero”, dijo, señalando a los periodistas.
No apto para menores (al menos no sin supervisión parental), un acto lleno de crueldad y salvajismo a los pocos minutos de empezada la función, sería la punta del iceberg que se derretiría a lo largo de 12 actos que fueron pensados arduamente para nunca perder el hilo de la historia contada por Gallegos.
El mundo es de quien se atreve
Quienes han leído o escuchado sobre la historia saben que Doña Bárbara nace después de una violación y aquí justamente es donde comienza esta historia.
“Puede que, para algunos, a lo mejor en su mayoría, este espectáculo resulte una osadía. Pero lo cierto es que demuestro que ambas culturas son totalmente compatibles y que el arte siempre cruza fronteras y nos une”, subrayó.
Diana Patricia fue en búsqueda de una Doña Bárbara combativa, primitiva y pura sangre, semejante al hombre en sus vigores físicos y morales, pero completa y absolutamente distintas en transformación y espíritu.
“Mi doña es muy emocional, muy emotiva. Desde la escena del ultraje hasta la transformación, se viven muchas emociones a flor de piel”, añadió.
“Lo más que quise recalcar, además de su notable fuerza y poder, fue el difícil camino hacia el perdón (propio y hacia los demás). Para mí el tema es importante y delicado, lo trabajé de una forma muy sentida”, expuso.
“No lo llamaría difícil. Cada uno se pone la vestimenta de lo que le toca. Fue tanto lo que resultó que por eso terminamos haciendo un cortometraje que nos quedó pequeño”, explicó.
“El material salió de tanta calidad y tan suficientemente largo, que cortarlo nos costó muchísimo pues no había desperdicio, por eso lo convertimos en un mediometraje que se fusionó con la danza y el teatro. Eso es lo que queremos que viva no solo Venezuela sino el mundo”, indicó.
Mujer, llano, música venezolana y puro taconeo
La verdadera historia recae sobre las palmas, faldas largas y el zapateao de Diana Patricia y su cuerpo de baile. No hacía falta escenografía más que sus gestos, vestidos y tacones, mientras que la música y la pantalla se juntaban para dividirse la atención de los asistentes.
La bailaora sostiene que en cada ocasión esta propuesta artística ha tenido una magia diferente. “Por supuesto, esta vez volvimos renovados y con el firme objetivo de llevar una producción que ha madurado con el tiempo, lo que se evidencia en cada escena, en cada taconeo”, aseguró.
Entre las sorpresas, destacan las cautivantes versiones flamencas de Tonada de Luna Llena y Pajarillo por bulerías, un ejemplo del encuentro de ambos folclores, el criollo y el andaluz.
Además, una estudiada selección de temas de la música clásica, flamenca y venezolana, algunas de ellas fusionadas entre sí, crearía todo el ambiente necesario para describir la trama. De hecho, algunas piezas del reconocido Vicente Amigo son parte de esta adaptación.
Desde el primer momento, esta producción se fundamentó en el hecho de no bailar por bailar. “Se trata de subirse al escenario con un propósito”, aseguró, entendiendo que creó, produjo y dirigió este espectáculo con el apoyo de un equipo de profesionales seleccionados minuciosamente, siempre apuntando a la excelencia.
Esta puesta en escena resume lo mejor de la cultura en sus verticales artísticas. “Adaptar la crueldad, la corrupción, la barbarie, la injusticia, el mestizaje, la lucha de clases, el empoderamiento femenino, el progreso, el miedo y el perdón a través de la danza, el cine y el teatro al unísono, fue un sueño hecho realidad, recalcó.
“Para bailar flamenco debimos pasar por todos los estados emocionales. Desde 2003 tenía interés de hacer algo fuerte. Y ella, Doña Bárbara, estaba esperándome”, contó Diana Patricia.
El Rocío Estudio de Flamenco en alianza con Ajidulce Producciones y con el apoyo del Circuito Líder de Venezuela FM Center y su Romántica FM se enorgullecen en presentar esta pieza de cine-danza-teatro, realizada con calidad de exportación.
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