A Domingo Mondongo, también conocido como Jorge Parra cuando no se está dedicando a su oficio de hacer reír, le tomó cuatro años encontrar su lugar en el mundo. Corría el año 1997 cuando el comediante, conferencista, escritor, clown y malabarista tomó sus cosas y salió, motivado por la incomodidad que le generaba estar en su pueblo natal Teodelina, en Argentina, a buscar ese sitio al cual pertenecía. Pensaba que su destino estaría finalmente en México, pero Venezuela se le atravesó en el camino.
Llevaba años recorriendo varios países de Suramérica: Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, República Dominicana y hasta Colombia. Hacía malabares para ganar dinero con el cual costear sus gastos y viajaba, en varias ocasiones, en la parte trasera de los autobuses para ahorrar. «Estuve dando vueltas. Sentía que mi pueblo no era mi lugar en el mundo, así que salía buscarlo. Desde allí es que vengo arrastrando el origen del nombre del show», relata.
Cuando llegó a Colombia se dio cuenta de que su visa se había vencido. Decidió, entonces, aprovechar la oportunidad de cercanía geográfica para acudir a un festival en Mérida, Venezuela, antes de renovar el documento. Estando allí se enteró de que un amigo argentino con el que hacía malabares en la calle estaba en Caracas. Decidió visitarlo.
Al llegar a la capital, supo que su amigo había ido a Choroní. Atraído por la belleza de las playas venezolanas, decidió seguirlo. En Choroní vivió un suceso que marcó su vida: acampaba en las noches en una carpa en la playa. Un día, luego de llegar de una función, se percató de que le habían robado todo. «Lo más valioso que se llevaron fue mi pasaporte», cuenta el comediante. Aunque solo le quedó el traje de payaso que usó en la función, ese fue uno de esos eventos que ahora, tras 23 años de estar residenciado en el país, estar casado con la también comediante Alejandra Otero Ramia y ser padre de cuatro hijos, agradece. «Siempre lo cuento y siempre lo agradezco», asegura.
Su nuevo pasaporte tardaría tres meses en llegar desde Argentina. No tuvo más opción que esperar. Mientras los meses pasaban, se fue enamorando del país. Se olvidó de ese pensamiento que lo había llevado a desear llegar a México. Domingo Mondongo se quedó en Venezuela y descubrió que aquí estaba su lugar en el mundo. Hace 23 años de eso, por ello, el próximo 7 de octubre en una única función en el Trasnocho Cultural, a las 7:00 pm, Jorge Parra, también conocido como el payaso de pelo verde que responde al nombre de Domingo Mondongo, presentará su stand up para celebrar el aniversario de su llegada al país que se convirtió en su hogar.
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Juegos de palabras
Mi lugar en el mundo será un show de comedia en el que Domingo Mondongo buscará, principalmente, hacer que el público se enamore de ese lugar al que pertenece. En el espectáculo mostrará también las diferencias culturales que hay entre Argentina y Venezuela. «Tendrá mucho de esta cosa que hay incluso del juego de palabras, cuando llegamos a otro país entendemos las cosas diferentes. Por ejemplo, para lo que un venezolano es una franela para un argentino es una remera. De hecho, cuando la gente escucha la palabra remera entiende ramera y para la oreja», explica.
Además de los juegos de palabras, que son muy comunes, Mondongo también hablará del significado de las palabras en ambas culturas. «Para lo que el argentino es cáscara para el venezolano es concha. Para el argentino concha es el órgano reproductor. Mi búsqueda es que la gente se enamore de sus lugares en el mundo. Yo siento que lo peor que podemos hacer es estar en un país que no amamos, en un trabajo que no amamos, con una pareja que no amamos. Pero, lo mejor es que si nos encontramos y nos enamoramos de eso que tenemos, será mucho más fácil seguir adelante y encontrar la resiliencia y generar cambios», confiesa.
Aparte de las diferencias culturales que sorprenden a los migrantes cuando llegan a Venezuela, Mondongo mostrará aquellas costumbres venezolanas que le encantan y lo sorprendieron cuando llegó. «Me acuerdo de la sorpresa que fue ver cómo son las piñatas aquí. En Argentina las piñatas antes eran un globo que se inflaba con harina y caramelos. Los niños lo pinchan y cuando caen queda todo blanco y recogen los caramelos. La piñata en Venezuela es el niño que va con un palo reventándola, otro se lleva la cabeza del superhéroe llena de chucherías, las madres tiradas en el piso para recoger juguetes para sus hijos», cuenta.
La octavita en Venezuela, continúa, fue otra costumbre que le llamó mucho la atención. Es tan frecuente en el país que incluso hay octavita de una boda. Claro, explica, sin los novios porque están en su luna de miel. «Hay muchas cosas que son muy venezolanas. Para mí, lo que me enamora de Venezuela, es el sentido de alegría que tiene ante todo el venezolano. Vive y habla desde la alegría. Se comunica desde la alegría, eso es lo que busco resaltar en todo el show», comenta.
Un argentino chévere
En Argentina, explica Domingo Mondongo, se hizo un estudio para establecer una palabra con la cual los argentinos definieran a los venezolanos. El término más votado fue chévere, una palabra con la que no solo está de acuerdo sino que también se identifica. Sin dejar de ser argentino, porque Mondongo considera que una persona jamás deja de ser lo que tiene inculcado, admite que se siente completamente venezolano. «Esa forma de vivir desde la alegría que tiene el venezolano me cambió. Ver las cosas con ese ojo impositivo de los venezolanos. Esto lo he hablado con otros migrantes que viven acá, todo el mundo se enamora de la alegría del venezolano. La gente reconoce a los venezolanos en los aeropuertos por la forma en que se saludan y se abrazan», destaca.
Chévere, continúa, tiene que ver con una persona alegre, entusiasta, una persona que lo cambia todo. Tras 23 años de vivir en el país, ahora puede afirmar que es más chévere. «Soy un argentino chévere. Me siento y soy venezolano. Además, he vivido más en Venezuela que en Argentina», enfatiza. Todo esto lo contará en su stand up, donde también hablará de cómo la palabra pana se convirtió en una de sus favoritas o por qué se ha metido en problemas en las entrevistas de la radio al responder al aire: «Estoy de pinga, pana», otra expresión que le encanta.
«En el show cuento las frases y palabras de Venezuela que me encantan.En el caso de pana, por ejemplo hay muchas versiones de dónde viene. Está la versión que explica que la palabra empezó a usarse en los 70 cuando empezó a llegar la tela de pana y era carísima. La otra versión es la de Partner, en inglés, pero la que más me gusta es la que implica a Galeano y Benedetti. Galeano le dice a Benedetti que en Venezuela al amigo se le dice pana, de panadería porque el amigo es el pan que calma los dolores del alma. Me pareció muy bonita la metáfora», cuenta.
También le llamó mucho la atención que cuando se le pregunta a un venezolano cómo está, responde: de pinga, pana. «Eso viene del entusiasmo, de tener el pecho en alto. Los griegos decían que los entusiastas eran aquellos que tenían un dios adentro. Los entusiastas son aquellos que logran sus objetivos porque ese dios llamado entusiasmo los impulsaba, así son los venezolanos», reflexiona.
Solo se lo encontró
Cuando Domingo Mondongo llegó al país no sabía que Venezuela se convertiría en su lugar en el mundo. Es de esas personas, explica, que solo encuentra cosas en la vida. Perder el pasaporte en Choroní pasó. Se encontró con Venezuela y se quedó por más de dos décadas. Desde entonces ha seguido mochileando, incluso en el país, pero nunca sin irse permanentemente.
En su Stand Up, que quería celebrar en su 20 aniversario de haber llegado al país pero la pandemia se interpuso, el comediante contará con el músico Santiago “Piña” Vera. “A él lo conozco desde hace rato, en algún momento le di clases en los diplomados de stand up. Admiro mucho su trabajo. Él además trabaja la trova, sí que en el show él se presentará desde la música y yo desde el humor”, explica.
No es la primera vez que presenta Mi lugar en el mundo en Venezuela: el stand up lo ha llevado por varias ciudades. También ha recorrido Chile, Argentina, República Dominicana y Panamá. Sin embargo, el 7 de octubre será la última función que hará del show este año. «El trabajo que más repotencio es llevar la cultura de la alegría al entorno empresarial y se viene fin de año así que me toca dar esos talleres».
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