El Salvator Mundi, el cuadro por el que se pagaron 450 millones de dólares (unos 377 millones de euros) en una subasta, lo cual lo convirtió en el más caro de la historia, no lo pintó Leonardo Da Vinci sino probablemente sus asistentes, según el periodista francés Antoine Vitkine, quien realizó un documental siguiéndole la traza.
La revista L’Obs, que revela algunos de las principales pruebas aportadas en el documental que se emitirá el próximo día 13 en la televisión, destaca que las autoridades francesas lo saben desde 2018, después de que Arabia Saudí les encargara un peritaje.
La razón es que la compra del lienzo, una representación de Jesucristo, fue un encargo del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán (MBS). En su nombre se abonaron los citados 450 millones de dólares en una subasta organizada en noviembre de 2017 por Christie’s. En su catálogo se presentaba como pintado enteramente por Da Vinci.
Para MBS, este cuadro supuestamente salido de las manos de uno de los artistas con mayor prestigio universal debía servir como punto de partida de una colección prestigiosa en Arabia Saudí. Así lo recuerda la publicación.
Pero ante la polémica de expertos sobre la autoría de la obra, los saudíes solicitaron que se examinara en París. Esto con motivo de una visita del príncipe heredero al Elíseo, donde fue recibido por el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
El cuadro estuvo tres meses en el laboratorio de análisis del Museo del Louvre. La conclusión fue que la obra procede del taller de Leonardo Da Vinci, pero este solo realizó una contribución parcial.
MBS quería prestarlo para una gran exposición que organizó el Louvre sobre la figura de Leonardo Da Vinci a finales de 2019, pero para que se presentara junto con la Gioconda, de forma que apareciera como otra obra suya. Francia no aceptó esas condiciones y el Salvator Mundi no figuró en la exposición.
El lienzo se supone que fue realizado en torno a 1490-1500. Y se había redescubierto en 2005 en muy mal estado al ser adquirido por 1.175 dólares. Fue encontrado por un marchante de arte de Nueva York, que lo restauró.