ENTRETENIMIENTO

Didascalia: «Ceci n?est pas une Rothko»

por El Nacional El Nacional

Amor. Pasión. Fuego, el infierno. Valentía. Primer color del espectro solar. Hambre. Sangre. Fortaleza, la fuerza bruta. El comunismo.

Rojo regresa a la escena después de una aclamada primera temporada en el II Festival de Teatro Contemporáneo Estadounidense que realiza La Caja de Fósforos en equipo con la Embajada de Estados Unidos en Venezuela. Original del guionista John Logan, Red es la acreedora del Drama League Award 2010 en la categoría de producción distinguida, además de poseer seis premios Tony.

Para este reto el director, Daniel Dannery, escogió a Basilio Álvarez para encarnar a un complejo, problemático y conflictuado Mark Rothko, que toma como aprendiz a Ken, interpretado por Gabriel Agüero. Una elección, sin duda, muy atinada porque se trata de dos de los grandes actores que marcan la pauta actualmente. Cada uno hace suyo su personaje de tal manera en que el texto se funde en la caracterización y el resultado es de personajes que luchan y danzan entre sí.

Si asumimos que el casting es el 70% del éxito y el 30% restante es la elección del texto correcto, podría decirse que la dirección de Rojo podía ir perfectamente en piloto automático… casi, porque a las variantes anteriores se suma el trabajo plástico en la escenografía: un backing con paredes cubiertas de arriba abajo, de izquierda a derecha con brochazos, trazos abstractos de colores negro, terracota, blanco y rojo que incluso se transforman y transmiten emociones distintas según el cambio de luces. Todo con una clara referencia al estilo de… Jackson Pollock.

Este es el momento en el cual el trabajo, la impactante y detallada investigación realizada para llevar Rojo a escena se viene abajo y se convierte en una falacia, en una argucia del director para incluir en la obra a un artista plástico que, si bien es nombrado con frecuencia en el texto y era, con Rothko, uno de los más importantes exponentes del expresionismo abstracto, ambos artistas usaban un lenguaje plástico y una gama cromática totalmente distintos.

¿Qué motiva a un creador a despistar, o peor aún, a engañar a un público desprevenido cuando el texto no lo requiere? No soy capaz de responder tal cosa. Podría pensarse que se trata de una omisión investigativa accidental, tan pequeña como el pequeño Larousse ilustrado.

Sin embargo, la minuciosidad del trabajo señala que fue algo pensado, deliberado. Una posible burla a una audiencia desinformada, sin críticos de arte, incapaz de distinguir un Rothko de un Pollock. Existen muchos motivos, algunos inimaginables, que quizás no lleguemos a descubrir nunca porque los caminos de la soberbia son sinuosos, oscuros y necesariamente rojos.