Pocas estrellas pueden agarrar unos pompones con 73 años sin que parezca ridículo, pero Diane Keaton brilla con encanto y sencillez en Poms, una película sobre un equipo de animadoras formado por jubiladas y que, según la actriz, resalta el valor de la amistad en los últimos años de vida.
“Lo que me atrajo de esta cinta es el rol de la amistad en el proceso de morir y cómo de importante es la amistad. Cuando te haces mayor, pierdes a muchos familiares. Quizá tengas a tus familiares más jóvenes pero viven en un mundo diferente”, reflexionó. “Así que me gustó de verdad que la amistad fuera el elemento central que salvara los últimos meses de vida de esta mujer (…) Cuando te haces mayor, la amistad es aún más importante”, añadió.
La ganadora del Oscar por Annie Hall (1977) vuelve a su terreno preferido, la comedia emotiva, en Poms, película que llega este viernes a los cines estadounidenses y que, bajo la dirección de Zara Hayes, presenta un elenco muy femenino con Jacki Weaver, Pam Grier o Rhea Perlman.
En Poms, Martha (Keaton) es una anciana solitaria que sufre cáncer y que se muda a una urbanización para jubilados con el único deseo de dejar la vida pasar. Pero ahí se topa con un grupo de mujeres con un inesperado entusiasmo y con las que afronta una sorprendente aventura para unas jubiladas: montar un equipo de animadoras. “Esta idea de tener vínculos afectivos y sentirte cercano a otros, incluso viviendo en una de estas residencias, puede mejorar mucho algunas vidas porque te ves forzado a situaciones sociales que quizá no serían fáciles de hacer en este punto de tu vida”, dijo Keaton.
La sonrisa de esta actriz es parte del patrimonio dorado de Hollywood aunque, en vano, intente rebajar los méritos de su carrera. “Creo que esta es mi película número 69. Así que he hecho muchas películas malas y algunas buenas también”, reconoció con modestia la intérprete de la trilogía de El Padrino, Manhattan (1979) o Reds (1981).
En cuanto a Poms, Keaton destacó algunos temas que subyacen bajo la comedia ligera como el paso del tiempo o la soledad de los ancianos. “Cuando dices ‘se acabó, ya no disfruto mi vida’, la cosa es que ese es tu problema. Para Martha es algo afortunado: va a esta residencia pensando que va a estar a su aire, dejando atrás su vida y sus viejos amigos, para estar sola y pasar por ese dolor”, explicó. “Pero, en realidad, cambia su vida por completo. Por eso es importante estar activo y creo que esa es la esencia de la película”, indicó antes de subrayar que muchos jubilados se sienten abandonados pero que, lo peor que pueden hacer, es renunciar a la vida.
Las animadoras (cheerleaders) tienen muchísima tradición en Estados Unidos, aunque Keaton no sienta especial aprecio por ello. “Personalmente, no significa nada para mí. No me importan las cheerleaders”, aseguró entre risas. “Cuando era joven me presenté para ser animadora en el instituto. No pasé el corte, no me querían”, afirmó Keaton, quien señaló que tras eso se centró en actuar y cantar. “Pero tuve la oportunidad de ser animadora en esta película y, ¿sabes qué? ¡Nunca más!”, subrayó divertida. “¡Lo odié! No quiero hacerlo de nuevo. Para mí fue difícil. Mis compañeras lo hicieron genial y yo lo hice bien pero tuve una ayuda extra. Recibí más clases porque era la peor”, comentó sin perder la sonrisa.
Con una mujer como directora y un reparto prácticamente femenino, Keaton valoró los avances por la igualdad pero no supo decir si esta cinta se podría haber hecho hace 20 o 30 años. “Estamos viendo más películas con mujeres como Ocean’s Eight (2018), con muchas mujeres unidas y tomando la responsabilidad y ganando dinero, así que esto ha cambiado a mejor (…) Creo que está cambiando mucho y rápidamente”, apuntó.
Para Keaton, el recuerdo de su madre es una fuente de inspiración constante. “Era muy talentosa pero tuvo cuatro hijos. Tuvo que renunciar a cosas que le habría gustado hacer. Tocaba el piano, cantaba y era hermosa”, rememoró. “Ganó un concurso en nuestro barrio y recuerdo, con unos nueve años, que estaba en el cine cuando fue anunciada como ganadora. Le pusieron la corona y pensé: ‘Quiero hacer eso, quiero estar sobre el escenario (…)’. Fue por mi madre, por lo que me dio pero también por lo que ella no tuvo”, dijo.