ENTRETENIMIENTO

Después del Black Lives Matter, los museos rompen tímidamente su silencio

por Avatar AFP

El movimiento antirracismo Black Lives Matter, que dio lugar a numerosas manifestaciones y derrocamientos de estatuas de generosos donantes, llevó a los museos a plantearse cuál es su papel y a abandonar el silencio del que se les acusaba.

«Los museos no son neutros», afirmaba en junio en una tribuna el Consejo Internacional de los Museos (ICOM), que reúne a unos 30.000 miembros. «(Los museos) tienen la responsabilidad y el deber de luchar contra la injusticia racial (…), desde las historias que cuentan hasta la diversidad de su personal».

Tras la muerte de George Floyd, en Estados Unidos en mayo, mientras era detenido por la policía, el movimiento Black Lives Matter interpeló a múltiples instituciones, sobre todo culturales, para reclamar un cambio y una mejor representación.

El Metropolitan y el MoMa de Nueva York publicaron tribunas para expresar su solidaridad con la comunidad negra. En el Reino Unido, el British Museum, a título simbólico, retiró de su pedestal el busto de Hans Sloane, su fundador, quien se enriqueció gracias al tráfico de esclavos, y ahora lo expone en una vitrina.

En Francia, las reacciones fueron más tímidas y el debate quedó acaparado por la cuestión del derrocamiento de las estatuas. «Esto pone de manifiesto la dificultad de Francia para hacer frente a su pasado colonial», consideró Françoise Vergès, politóloga y presidenta de la asociación Descolonizar las artes.

Sed de museos vivos

«Pero el público tiene sed de museos vivos que nos cuenten una multitud de historias más que desgranar una multitud de variaciones de la misma historia», observó Cécile Famont, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

Sería el caso de la exposición sobre la representación de las figuras negras en la pintura (El modelo negro) del Museo de Orsay de París, que atrajo a 500.000 visitantes en 2019.

Algunos establecimientos trataron el tema, como el museo de Aquitania, en Burdeos (suroeste de Francia), que hizo un llamado a descolonizar colectivamente los museos. «El asesinato de George Floyd resuena fuerte», explicó Katia Kukawa, su directora adjunta, considerando que un museo no puede permanecer neutral ante un asunto así.

«No estamos aquí para hacer política, sino para observar la sociedad», afirmó André Delpuech, antropólogo y director del Museo del Hombre de París, que aprovechó para redifundir artículos y podcasts relativos a la exposición Nosotros y los otros (2017), sobre el racismo y los prejuicios.

El centro Pompidou de París también se planteó este verano qué puede hacer la cultura frente a las discriminaciones raciales. De acuerdo con su presidente, Serge Lasvignes, el centro de arte moderno debe marcar una ruptura con el «museo-santuario» y alejarse de la historia del arte occidental, con exposiciones como Resistencia global (hasta enero), con puntos de vista de artistas procedentes de los países del Sur.

Espejo de la sociedad

Por su parte, el Louvre no ha fijado posición públicamente sobre el movimiento Black Lives Matter, pero su dirección aseguró que aborda las problemáticas y los desafíos contemporáneos. Además, recordó algunas iniciativas ya existentes, como las visitas organizadas en 2018 por la Fundación Lilian Thuram contra el racismo en el Museo Delacroix (administrado por el Louvre).

En los sitios de creación, como el 59 Rivoli, el apoyo al movimiento antirracismo no deja lugar a dudas, pues desplegaron una pancarta con el lema Black Lives Matter en su fachada, en pleno centro de París. Una iniciativa que no habría tenido lugar sin la presencia de una joven artista, ella misma víctima de discriminaciones raciales, dijo uno de los fundadores del lugar, Gaspard Delanöe.

«Los museos son espejos de la sociedad. Si en ese espejo no se ve ninguna diversidad, hay un problema», consideró Delanöe, que defiende una política de diversidad para descubrir a nuevos artistas.

Para los profesionales de los museos, esto todavía es una ilusión. «Nunca he recibido candidatos de color para el puesto de conservador», constató Serge Lasvignes, quien considera que las pruebas de entrada son elitistas y que el proceso requeriría de verdaderas medidas de discriminación positiva.

«La sociedad se mueve mucho más rápido que las instituciones, que mantienen una actitud vacilante ante este movimiento», señaló Françoise Vergès, que recientemente recabó testimonios de bailarines de la Ópera de París, otra fortaleza cultural a la que han pedido que rompa su silencio respecto a las cuestiones de racismo.