No era fácil ser mujer en la industria de la música a finales de los 70 cuando, en plena explosión del punk-rock neoyorquino, Debbie Harry se convirtió en una estrella global al frente de Blondie, pero la carismática vocalista y actriz sostiene que nunca le ha gustado sentirse víctima.
«He tenido malas experiencias, pero mi posición era que aunque me sintiera débil nunca lo admitiría, era joven y muy testaruda, el punk encaja muy bien con mi personalidad», aseguró en una entrevista con EFE por videoconferencia, con motivo de su inminente visita a España para participar en el Festival Rizoma.
«Hoy sigo siendo dura conmigo misma y a veces pienso que debí haber sido más lista o más decidida -añade-, pero en general me siento afortunada, creo que he crecido, soy mejor en lo que hago y definitivamente lo disfruto mucho más».
Como en anteriores ediciones lo fueron David Lynch, John Waters o Laurie Anderson, Harry (Miami, 1945) será la estrella invitada de la XI edición del Festival Rizoma que se celebrará del 17 al 20 de noviembre y donde hablará de su autobiografía, De cara, publicada en 2020 en España, y participará en un encuentro con la cineasta Isabel Coixet, entre otras actividades.
—¿Qué le ha llevado a aceptar la invitación de Rizoma y cuál es su relación con España?
—Me encanta Madrid y mi amigo John Waters me habló muy bien de su experiencia. Mi relación con España ha sido sobre todo musical, pero con los años he conocido a Rossy de Palma, a Pedro Almodóvar y a Isabel Coixet. Y me encanta el Museo del Prado, espero poder ir a ver esos maravillosos Goya.
—Trabajó como actriz con Coixet en Mi vida sin mí (2003) y en Elegy (2008), ¿cómo fue la experiencia?
—Ella tiene claro lo que quiere y eso te hace sentir muy tranquila como actriz, además de que escribe sus propias historias, nos entendimos muy bien mutuamente.
—También ha actuado en películas de culto con David Cronenberg, John Waters o John Carpenter. ¿Con quién y en qué tipo de proyectos le gustaría trabajar ahora?
—La lista es muy larga, Guillermo del Toro, Wes Anderson… ahora me inclino más por la fantasía y la mitología, quizá me estoy haciendo una niña, voy hacia atrás.
—Desde el principio con Blondie usted mostraba una imagen poderosa e independiente, pero ¿realmente tenía el poder más allá del escenario en la industria de la música de entonces?
—Sí y no, era el signo de los tiempos, el punk era así, energético. He tenido malas experiencias pero no quería sentirme víctima, aunque me sintiera débil no lo habría admitido, era joven y muy testaruda, el punk encajaba muy bien con mi personalidad.
—¿Hoy lo ve distinto, se arrepiente de algo?
—Soy dura conmigo misma, a veces pienso que debí haber sido más lista o más decidida, pero he aprendido mucho. Ahora me veo obligada a mirar atrás porque la gente me pregunta y puedo decir que me siento afortunada, creo que he crecido, soy mejor en lo que hago y definitivamente lo disfruto mucho más.
—Usted ha sido un referente para grandes estrellas del pop como Madonna o Cindy Lauper, ¿quienes fueron sus referentes?
—Billy Holiday, Peggy Lee, Nina Simone, también Dusty Springfield, me fascinaba lo que hacían las chicas, más tarde Janis Joplin, Grace Slick… no puedo decir ninguna española, escuchaba mucho la radio, pero no ponían música española en la radio en Nueva York, sí que escuchaba música latina, cubana, samba.
—Precisamente en Rizoma presentará un filme sobre su primera actuación en Cuba con Blondie, en 2019, ¿qué recuerda de esa visita?
—Fue maravillosa, fuimos dentro de un programa de intercambio cultural con el gobierno cubano, trabajamos con varios músicos de la isla, lamento que fue corto, me habría gustado recorrer el país, pero no fue posible, siempre quise ir a Cuba, pero las relaciones políticas con Estados Unidos lo hacen complicado.
—En sus memorias recoge todo tipo de anécdotas y recuerdos de su juventud, pero también episodios duros como la violación que sufrió a principios de los 70 en su propia casa. ¿Por qué decidió hablar de ello?
—En esos años comenzaba a haber mucho debate en la prensa sobre las mujeres y sentí que debía participar. Yo tuve suerte y salí ilesa, salvo en lo emocional, pensé que podía transmitir algo de fuerza, expresar que en mi experiencia el mundo no se acaba, es doloroso y te sientes víctima, cambia tu perspectiva, pero a mí no me destruyó y sentí que debía participar en la conversación.
—Andy Warhol convirtió su rostro en icono de la cultura pop, ¿cómo era su relación con él y cómo eran sus fiestas?
—Era una persona muy sociable, organizaba cenas con 15 o 20 personas, era magnético y atraía a gente increíble, él nunca decía mucho, era muy bueno escuchando, si algo aprendí de él, como actriz, fue a escuchar, le gustaba mucho la gente, tenia una gran curiosidad y obviamente era un genio.
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