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«La cultura construye los muros de contención éticos»

Héctor Manrique asegura que, en cuanto al teatro, el Estado venezolano tiene una deuda gigante con la ciudadanía

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“Hay que pensar en una resistencia larga”, dice Héctor Manrique cuando se le pregunta sobre la crisis que atraviesa el país. El actor y director teatral, al que se puede ver en Terror en el Teatro Trasnocho, es un optimista cauteloso.

Crítico de la dirigencia opositora, ve con buenos ojos el cambio que esta ha tenido. Reflexiona, además, sobre el papel del teatro y la cultura en la reconstrucción nacional, aunque enfatiza que no sabe cuándo será.

Dice que a ningún gobierno le ha importado el sector y que el chavismo asfixió a cualquier institución cultural que llamara la atención sobre los problemas del país.

—¿Qué diagnóstico hace de la situación actual?

—Es un país que está resistiendo y que frente a lo que es una agresión sistematizada del Estado y del gobierno en contra de sus ciudadanos, de una forma violatoria de la Constitución, del hilo constitucional, de los derechos fundamentales de los venezolanos; vemos a gente que además reacciona. En este momento hay reacciones en cadena en todo el país. Con saldos lamentables, muertes de personas producto de una represión desmedida, brutal y tiránica, que causa un dolor muy grande en todos. Por otro lado, no tengo una bola de cristal que me permita mirar hacia dónde va esto o cuál va a ser el desenlace. Lo que me calma es prepararme para una resistencia larga. No soy de los que se hacen ilusiones de salidas inmediatas, que después traen rabia, dolor y frustración. La participación ciudadana es lo que puede hacer que construyamos un futuro que nos dignifique, no esto que estamos viviendo.

—Siempre ha sido un crítico de la dirigencia. ¿Considera que se ha dado un cambio en los líderes opositores?

—Rescato y aplaudo que nuestra oposición no se comporte de una forma miope, sino desde la sumatoria de todas sus voluntades, como un bloque. A partir de miradas distintas van construyendo un camino. Eso es muy interesante, pues cuando han funcionado de manera eclosionada hemos visto los resultados, frustrantes para nosotros. En esta coyuntura han trabajado de la misma forma que en eventos electorales y eso ha dado buenos resultados. Que se logren poner de acuerdo, día a día, a mí me parece una buena noticia y que además sea respaldado con la presencia de ellos en cada una de esas manifestaciones también me parece extraordinario. Con las acciones que han realizado, uno siente que nuestros políticos no solo nos representan porque votamos por ellos, sino que están llenos de arrojo y valentía.

—¿Hay algo que resienta de la dirigencia opositora?

—Una de las cosas que resiento de nuestros políticos es ese cuidado de no meterse con Chávez. Y no, él hizo un gran daño. Y nos sigue haciendo daño que haya quien piense que él es el padre de la república. Eso sigue abriendo heridas porque hay que entender nuestra valorización de hombres civiles. En lo que venga hay que hacer un enorme esfuerzo en eso, en reconstruir palabras como decencia, que es un valor no robar, no matar, respetar. Desde la cultura hay que hacer un gran trabajo en reconstruirnos como ciudadanos, porque en este momento no lo somos.

—En su opinión ¿cuáles son las primeras cosas que deben hacerse en caso de darse una transición?

—Uno tiene que buscar la reconciliación del país. Este es un país herido, fracturado, con heridas sangrantes. De las primeras cosas que hay que hacer, cuando esto cambie –que no sé cuándo será–, es reconstruir nuestro tejido social. Hay que hacer un trabajo de comprensión profunda de la democracia, que en parte significa ‘lucho porque tú pienses distinto a mí’, y ahí la cultura desempeña un rol esencial, fundamental en todos sus ámbitos. Una de las razones por las que hemos llegado a esta tragedia es la ausencia de cultura y el desprecio que han tenido todos nuestros gobernantes por ella. Porque la cultura construye muros de contención éticos.

—El teatro ahora nos sirve como espejo. Ante la reconstrucción del tejido social y la reeducación en valores de la que habla ¿qué papel tendría el teatro?

—Nuestro Estado tiene una enorme deuda con la ciudadanía en todo lo que tiene que ver con el teatro. En este momento es un espacio al que acceden muy pocas personas. Si hay algo que yo siento que debería ser política de Estado es procurar que todos los venezolanos tengan acceso al teatro, para que a partir de las cosas que se muestren desde el escenario el hombre se enriquezca, pueda tener sueños posibles, porque eso es la función del teatro: que el hombre se entienda a sí mismo y mire hacia adelante. Hay estados en los que no hay un teatro.

Los primeros sin recursos

El Grupo Actoral 80, que dirige Héctor Manrique, fue el primero al que el chavismo, en 2009, le quitó el financiamiento del Estado. Una medida que, en su momento, el director calificó de “fascistoide”. A él lo catalogaron de pernicioso y desestabilizador.

“El chavismo entendió claramente que el teatro se les hacía un espacio contradictorio para sus pretensiones hegemónicas y totalitarias, que la cultura siempre tiene que estar en la otra acera. Por eso acabó con todas las instituciones culturales que pudieran llamar la atención sobre nuestros problemas. Atacaron al sector, lo asfixiaron. Hay compañías que desaparecieron al convertirse en grupos teatrales oficialistas, y eso es triste, terrible”.

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