A propósito de la presente crisis del coronavirus, Covid-19, los especialistas se preguntaron en qué difieren de la realidad las películas populares Epidemia (1995), Contagio (2011) y Virus (2013). Con la ayuda del médico infectólogo Eduardo Gotuzzo, investigador de la Universidad Cayetano Heredia, se identificaron tres puntos a tenerse en consideración al momento de ver estas o cualquier otra cinta sobre epidemias.
Facilidad de contagio
En su último reporte, la Comisión Nacional de Salud de China informó que el coronavirus ha sumado 2239 víctimas mortales en su país, mientras que el número de infectados asciende a 75.685. Esta cifra representa 98,4% de los casos registrados en el mundo. Al revisar las estadísticas, ya se pueden establecer algunas diferencias entre dos nociones complementarias pero distintas, como la peligrosidad de un virus y la facilidad con la que se transmite.
Si se toma en cuenta que la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei y epicentro del brote, tiene más de 11 millones de habitantes, se nota que la expansión de la enfermedad no ha sido tan veloz. Tampoco ha sido tan mortífera como en otras epidemias que afectaron a la humanidad, la gripe de 1918 o la peste negra en la Edad Media, por ejemplo.
La consolidación de protocolos preventivos en temas de salud pública ha reducido el riesgo de que se extienda un mal rápidamente. En cambio, la agresividad con la que han sido caracterizados los virus en el cine corresponde más a fines dramático-narrativos que a una situación real.
En Contagio la propagación de una cepa desconocida parece incontenible debido a su alto índice Ro, medida estándar para calificar el nivel de transmisión. En apenas unas semanas alcanza un estado global. Lo mismo ocurre con Epidemia y Virus, en las que la cantidad de afectados se multiplica de manera exponencial en cuestión de días.
Frente a ello, el doctor Gotuzzo afirma que la proliferación de pacientes es más acorde a lo que se ve actualmente con el Covid-19: la tasa de crecimiento se ha mantenido baja. Queda en evidencia, entonces, la eficacia del control sanitario en situaciones de emergencia. «La velocidad del virus se sigue estudiando, pero ya se puede ver que no se ha propagado más porque se le ha vigilado adecuadamente. Hay 28 países con casos confirmados pero el contagio no se ha vuelto masivo. Además, si se compara con otras enfermedades de una composición similar, no es tan mortal», explica.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, indicó que la alerta internacional no significa una escalada imparable del coronavirus, sino un llamado a los gobiernos y a las personas a reforzar hábitos de precaución. Los infectados de diferentes países tienen como denominador común el contacto directo con personas que han visitado China recientemente.
Por ello, en tanto no se identifiquen nuevas regiones en las que circule esta afección, la OMS resalta que no hay motivo para angustiarse.
Desarrollo de vacunas
El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, indicó en Ginebra que la primera vacuna contra el coronavirus llegaría en aproximadamente 18 meses. Las críticas por el plazo estimado no se hicieron esperar. Miles de usuarios manifestaron su preocupación a través de las redes sociales. Incluso se esbozaron teorías conspirativas relacionadas con las grandes potencias y su deseo por controlar el aumento de la población.
La mayoría de estos prejuicios sobre el coronavirus son reforzados por las películas, pues allí investigadores encuentran una cura en tiempo récord. En Epidemia, el doctor Sam Daniels elabora un inyectable contra el ficticio virus Motaba en menos de un mes. Entre tanto, su colega Kim In-hae en Virus lo consigue en tan solo unas horas al utilizar la sangre de un paciente para una arrolladora variante de la gripe aviar.
Sin embargo, Gotuzzo enfatiza que el proceso de fabricación de una vacuna tarda en promedio dos años, por lo que el pronóstico del etíope Adhanom es más bien esperanzador. «No hay ninguna que se haya desarrollado en menos tiempo. Lo que se ve en las películas es falso. Primero hay que reconocer qué produce la inmunidad. Luego se plantea una vacuna teórica. Más adelante, se piensa en la producción internacional. Es decir, dónde se hará y para cuántas personas, cómo se va a guardar cada dosis y cómo se va a refrigerar», aclara.
Por esta razón, estar pendientes de una sustancia inmunizante solo hace perder de vista la importancia de medidas preventivas como el uso de mascarillas y el lavado de manos.
Mutación del virus
Después de que la comunidad científica advirtiera que el coronavirus es una zoonosis, es decir, una enfermedad de origen animal, el término mutación se volvió recurrente. En el cine, este concepto se popularizó a raíz de grandes producciones de Hollywood. Un cerdo fue el huésped intermedio en Contagio para que la cepa surgida de un murciélago se transfiera al ser humano. Mientras que en Epidemia fue un roce entre un mono infectado y un traficante de especies, lo que derivó en la evolución del virus.
Hasta ese punto, no hay mayor diferencia entre la realidad del coronavirus y la ficción de las películas. El problema asoma cuando en los argumentos cinematográficos los médicos tratan de producir un fármaco que combata los efectos de las enfermedades. En Contagio, tanto Erin Mears como Leona Orantes son dos epidemiólogas que no atinan a una respuesta debido a la velocidad con la que se transforma la gripe porcina. En el caso de Sam Daniels, cuando cree haber encontrado una vacuna, se da cuenta de que es demasiado tarde porque el virus ya ha empezado a contagiarse por vía aérea.
Al contrastar las películas con el reciente brote de coronavirus, se observa que el ritmo de contagio se ha sostenido sin mayores sobresaltos. Hasta el momento, se sabe que el coronavirus puede provocar neumonía.
A casi un mes de haber sido registrado el primer caso, el cuadro clínico no ha cambiado. Por lo tanto, tachar de poco útil hallar una solución hasta dentro de 18 meses debido a una posible mutación es una idea aventurada. «Si se encuentra un tratamiento adecuado, se mantendrá su efectividad. La vacuna contra la hepatitis se inventó hace 30 años y continúa protegiendo hasta ahora, incluso contra la cirrosis. No es cierto que una vacuna se vuelva obsoleta. Esa consideración se puede dar en bacterias, pero no se debería generalizar. Por lo tanto es falso lo que se ve en las películas», concluye Gotuzzo.