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Constelaciones de la conciencia: mirada a la obra de Fred Tomaselli

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Fred Tomaselli nació en Santa Mónica, California, en 1956, y estudió en la Universidad Estatal de California, en Fullerton. Su estilo rehuye clasificaciones, creando piezas volumétricas para pared, collages misteriosos e impactantes, dibujos con objetos, recolecciones de elementos fundamentalmente inconexos, composiciones distópicas… Su entrada al mundo del arte tiene mucho de formación autodidacta, de intuición y de imaginación irrefrenables.

Se le conoce por sus series de collages sobre paneles, que reúnen objetos diversos tales como píldoras medicinales, marihuana, hojas de árboles, alas, plumas de aves, además de un extenso etcétera. Esta agrupación de elementos le otorga a sus obras un barroquismo esencial. Pero se trata de una suerte de barroquismo psicodélico, por la sensación de extrañamiento, de irrealidad psicosomática, que alude a los efectos de sustancias químicas alucinógenas sobre la mente. Baste imaginar esa sensación de irrealidad o, mejor aún, de realidad alternativa, que produce la alternancia entre elementos extraídos y recolectados de la naturaleza, junto a pastillas y compuestos químicos, juntos formando planos de extrema riqueza sensorial, a modo de constelaciones sobre planos neutros que acentúan un ambiente general de ingravidez, como si todo flotara en un espacio desconocido e inexplorado que proviene de la psiquis.

La obra Collection (Colección), de 1992, ilustra elocuentemente lo anterior. Sobre un panel de madera pintado de negro rotundo, como si se tratara de una visión espacial, Tomaselli distribuye fragmentos de paneles o nidos de avispones abandonados que fue hallando previamente. Los fragmentos son todos irregulares, de formas geométricas curiosas y ángulos rotos. Sin embargo, lo natural se combina orgánicamente con lo artificial: en las horadaciones consecutivas de los nidos inserta tabletas de paracetamol, pastillas de sacarina, antiácidos, formando ficticias constelaciones desquiciantes. En el fondo, recortados sobre el «firmamento», finas capas de tabletas semejan manchas regulares de pintura blanca, y vistas desde una cierta distancia, parecen cometas, estrellas y otros cuerpos celestes menores. La obra es un poema visual, un verdadero cosmos mental, del todo surreal, y sin embargo visualmente cohesionado. Es una alternativa a lo que entendemos por científicamente real que lanza, desde la propia vivencia del artista, una pregunta al público: los mundos y realidades que surgen en su cabeza, las reacciones químicas que definen el funcionamiento de su cerebro, o de la imaginación, ¿son necesariamente descartables?

En los últimos años, el uso de píldoras y alucinógenos en sus obras ha cedido a la búsqueda y explotación de otros elementos de su propia vivencia, en la profundización de su poética. De ahí las interesantes series de Tomaselli con portadas de The New York Times, sus piezas incluyendo imágenes cuasi cósmicas, con pájaros o con sistemas de puntos y manchas rítmicas en la continuidad de su lenguaje característico, pero apelando a un nivel mayor de síntesis formal y de sofisticación de sus ideas.

Si quisiera aprender más sobre este y otros artistas contemporáneos americanos, les invito a suscribirse a mi canal de YouTube y visitar mi website.

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