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¿Cómo la secta de Charles Manson llevó a cabo el asesinato de la actriz Sharon Tate en Los Ángeles?

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Un día como hoy el mundo se topó con la noticia del asesinato en Los Ángeles de la actriz y esposa de Roman Polanski, Sharon Tate, embarazada de ocho meses, y de cuatro personas más. Los autores de la masacre fueron miembros de la secta de Charles Mason.

La “Familia” Manson fue responsable de varios asesinatos, pero se los asocia sobre todo con los ataques en Los Ángeles el 9 de agosto de 1969.

Entre las víctimas estaba Tate, de entonces 26 años, esposa del director de cine Polanski, quien estaba ausente aquella noche. Tate, hija de un militar destacado del servicio de inteligencia del ejército norteamericano y una de las artistas más prometedoras de Hollywood, fue asesinada a puñaladas mientras rogaba por la vida de su bebé.

Sharon Tate asesinada por una secta

Ese día, Tate almorzó en casa junto a las actrices Joanna Pettet y Barbara Lewis. Durante la reunión les comentó su tristeza al saber que Polanski tendría que retrasar su regreso de Europa.

En la noche, la joven actriz fue a cenar al restaurante El Coyote en compañía de su expareja, el famoso peluquero Jay Sebring, de Wojciech Frykowski (un aspirante a escritor) y la pareja de este, Abigail Folger. Tras la cena, todos se dirigieron a casa de Polanski.

Manson, frustrado y disgustado por el rechazo de su disco, envió a cuatro miembros de su “Familia”, Tex Watson, Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel, a casa del productor Terry Melcher y les ordenó que mataran a todos los que encontraran en ese lugar. El líder de la secta desconocía que el productor había cambiado de residencia.

Discípulos de Manson

A las 10:30 pm, los discípulos de Manson sorprendieron a Tate y sus amigos durmiendo, y tras cortar la línea telefónica, los reunieron a todos en la sala, donde Tex Watson se presentó: “Soy el diablo y he venido a hacer lo que hace el diablo”.

Atkins dijo que había apuñalado a Sharon porque “estaba harta de escucharla pidiendo y rogando, rogando y pidiendo”.

Con una toalla empapada en la sangre de la actriz, Atkins pintarrajeó la palabra “Pig” (cerdo) en la puerta de la casa del 10050 Cielo Drive, la dirección de la residencia de Tate y Polanski en el vecindario de Bel Air.

El horror

Todos los elementos del horror fueron encontrados por la policía de Los Ángeles cuando llegó al lugar donde cinco amigos acababan de ser masacrados: sangre por todas partes, un simulacro de ahorcamiento, un modus operandi que parecía corresponder a un diabólico ritual, la ausencia de móvil evidente.

A la aparente saña de los asesinos se sumó la simbología de la belleza y la inocencia sacrificadas, encarnada en Tate, de 26 años y embarazada de ocho meses y medio cuando recibió 16 puñaladas.

“En toda mi vida nunca vi una cosa parecida”, dice el sargento Stanley Klorman, citado en un reporte de la agencia de noticias aquel AFP del 9 de agosto de 1969.

En otro despacho, AFP informó que las dos mujeres asesinadas estaban con “poca ropa”, Sharon Tate con un “diminuto camisón”, y las tres víctimas masculinas vestían “ropas similares a las que usan los hippies”.

Alrededor de su cuello, Tate tenía una cuerda de nylon blanco sujeta a una viga y que en el otro extremo estaba atada al cuello de Sebring. Le dispararon y apuñalaron hasta la muerte y le desfiguraron el rostro. Su cabeza estaba cubierta con una capucha.

Meses después de los crímenes, Manson y varios de sus seguidores fueron arrestados por robo de autos. Atkins les contó a sus compañeras de celda que el robo no era el peor de sus crímenes y esa confesión llevó a las autoridades a conectar al grupo con los asesinatos.

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