«¿Quién es el próximo?» La pregunta era ayer el principal título de la última edición impresa y del sitio online de The Hollywood Reporter. Ese interrogante, en lo general, gira en torno de la cuestión del abuso sexual en Hollywood, tema de debate primordial y por momentos excluyente (como el actual) en la capital de industria del entretenimiento y toda su área de influencia global. Y en lo particular apunta a Roman Polanski, convertido a esta altura en un caso testigo respecto de cómo y de qué modo está dispuesta a sancionar la industria a quienes son hallados culpables de haber cometido todo tipo de abusos y agresiones sexuales (también psicológicas y de poder) especialmente contra las mujeres.
Polanski acaba de reavivar la intensidad de la discusión al reaccionar con dureza a la decisión de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood de expulsarlo de sus filas junto al actor Bill Cosby.
En las últimas horas, el director de Rosemary’s Baby no solo amenazó a través de su abogado con denunciar y demandar a la Academia por lo que calificó de «expulsión ilegal», debido a que no hubo una «audiencia justa» para defenderse y plantear su posición. Fue todavía más allá al calificar al movimiento #MeToo como una expresión de «histeria colectiva».
En declaraciones a Newsweek Polska, dijo además: «Todo el mundo está apoyando a este movimiento solamente a partir del miedo. Creo que se trata de una hipocresía total».
La doble y simultánea decisión de la Academia castiga a un condenado reciente (Cosby) y a otro (Polanski) que escapó de los Estados Unidos en 1977 tras declararse culpable de haber tenido relaciones sexuales con una menor de 13 años.
Lo que acaba de exponer The Hollywood Reporter plantea el dilema en el que está metida la Academia (y la industria entera, por extensión).
Dice allí Scott Feinberg, experto de la publicación en materia de premios (la Academia es la organizadora del Oscar), que si el flamante sub comité creado allí para tratar cuestiones de abuso sexual cuestiona a uno de sus miembros corresponde abrir allí una instancia de defensa para el acusado. Es lo que ocurrió con las acusaciones (luego denegadas) contra el propio presidente de la Academia, John Bailey, pero si es la junta de gobernadores (cabeza de la entidad) la que toma la decisión, como pasó con Cosby y Polanski, la medida es inapelable.
Entre los miembros de la Academia las opiniones están divididas. Algunos se preguntan cómo la Academia pudo darle a Polanski un Oscar como mejor director y varias nominaciones mucho después de que cometió el abuso. Y otros miran con atención varios casos de alto perfil: Woody Allen (aunque nunca quiso ser miembro de la Academia), Kevin Spacey, Casey Affleck, el productor Brett Ratner. ¿Quién será el próximo?