La actriz Marialejandra Martín hizo una observación a los guionistas del país, dijo que no hay personajes femeninos contundentes en los roles de reparto. En junio se realizó el Festival del Cine Venezolano en Mérida, y Martín fue parte del jurado. Allí comentó: “Sentimos que en los guiones no hubo mucho desarrollo de los personajes femeninos de reparto. Tenemos actuaciones muy buenas, pero no son suficientes. Faltaron personajes que les permitieran a las actrices una mayor transformación, sin un peso fundamental en la historia, como sí ocurrió con los masculinos”.
¿Es una tendencia en el cine venezolano? Para la actriz María Cristina Lozada es cierto. Cuando El vampiro del lago estuvo en cartelera, fue a verla y la disfrutó. “Pero no había mujeres. Puros hombres. Hay una preponderancia masculina en el cine. Eso no pasa en el teatro, pues el papel femenino pesa mucho, incluso a veces es ella quien controla todo. Yo no soy ni feminista ni machista, me educaron en un contexto en el que la mujer siempre tuvo peso. Pero, igualmente, cuando veo una película, me hago estas preguntas”.
Sin embargo, Lozada hace una acotación. “Yo he tenido suerte. Esa no ha sido mi experiencia. Recientemente, cuando hicimos Más vivos que nunca, de Alfredo Anzola, las mujeres tuvimos más peso que los hombres, al igual que en Qué buena broma, Bromelia, dirigida por Efterpi Charalambidis, que todavía no se estrena”.
La actriz refiere que en las películas históricas, especialmente en las hechas por la Villa del Cine, el problema se acentúa. “En ellas no existen las mujeres. Hay muchas historias fascinantes, como las de Juana Azurduy, que me gustaría ver en el cine”.
Martín hace la misma salvedad de Lozada. Asegura que no ha hecho papeles de poca importancia. “He tenido no solo buenos personajes, sino importantes en el desarrollo de la trama, desde mi participación en Ifigenia (1986) hasta mi papel en Nena, salúdame al Diego (2013). Pero sí me pareció curiosa la experiencia en Mérida, especialmente en un país donde la mujer es tan fundamental para que muchas cosas funcionen”.
Laura Romero, guionista de Más vivos que nunca, recuerda la cinematografía de directoras como Fina Torres, realizadora de Oriana y Habana Eva. “Son filmes en los que no solo los personajes femeninos son importantes, sino también el tema de la feminidad”.
El nombre de Torres se une al de un grupo de mujeres que ha destacado en la dirección como Margot Benacerraf, Solveig Hoogesteijn, Mariana Rondón, Elia K. Schneider, Kaori Flores Yonekura, Alejandra Szeplaki, Alexandra Henao, Claudia Pinto y Patricia Ortega.
“Cuando pienso en directores masculinos que pudieran tener una visión de la feminidad, me viene a la mente Mario Crespo y el largometraje Dauna, lo que lleva el río. A pesar de que sus temáticas son otras, es una cinta sobre lo femenino. Ahora bien, en general nuestro cine es bastante patriarcal. Son muy pocos los riesgos que hemos asumido en la exploración de temas sobre la mujer. Eso sí, no creo que sea un proceso consciente sino que es un espejo de la sociedad. En eso coincido con Marialejandra, falta mucho por decir y entender”, señala Romero.
Romero cita como buenos ejemplos del tratamiento del tema en cuestión trabajos como Día naranja de Szeplaki, tres historias simultáneas de mujeres en distintos lugares de la región que tienen que enfrentar un embarazo inesperado, y el cortometraje Ella, de la misma realizadora, sobre un tema tabú como el aborto.
“Pronto se estrenarán películas que harán nuevos aportes. Patricia (Ortega) presentará Yo, imposible, que me parece bastante osada. Y también se espera Jazmines en el Lídice, con guion de Karin Valecillos. Hablamos de personajes femeninos distintos”, acota Romero y agrega: “Creo que algo está cambiando, pero hay muy poco en comparación con el resto de la cinematografía nacional. Es mayoritaria la mirada masculina. En temas en donde se aborda la feminidad está siempre presente el ojo del hombre que dirige. Hace falta abrir más el debate. El cine debe explorar diversas temáticas. Hemos sido bastante conservadores en el desarrollo de roles para mujeres”.
La Garza. El crítico de cine Rodolfo Izaguirre inmediatamente piensa en la Garza, el gran personaje interpretado por Hilda Vera en El pez que fuma de Román Chalbaud. “Es un papel sumamente destacado. Creo que Román es el único que ha logrado destacar un rol protagónico para la mujer. También está la Nigua en La oveja negra. Son mujeres importantes. Además tenemos la cinta Oriana y otro caso es Macu, la mujer del policía, que es todo lo contrario al machismo”.
Sin embargo, no cree que en otras películas venezolanas haya roles protagónicos tan importantes para mujeres, mucho menos en los secundarios. “La presencia del hombre es lo que ha sido importante en las películas venezolanas. No recuerdo alguno en este momento. Bueno, habría que ver qué papel ha tenido en la sociedad venezolana, en la que de cierta manera el machismo hace que la mujer asuma el rol tanto de madre como de padre”.
Recuerda entonces una prueba lapidaria: “Tengo en mi casa el acta de matrimonio de la abuela de mi esposa Belén. Dice que ella se encargaba de oficios propios de su sexo. El de la madre de Belén dice ‘oficios del hogar’. Hay una mejora. Y el acta de mi matrimonio señala que Belén era maestra de danza. Ya hablamos de un salto enorme. Ha habido un recorrido importante de la mujer, ahora el que tiene que avanzar es el hombre. Eso se refleja en el cine venezolano”.
Coincide con Lozada en lo que se refiere al cine histórico. “Está mucho más alejado todavía. Mira los esfuerzos de la historiadora Inés Quintero por rescatar el papel de la mujer durante la época colonial. Son enormes”. Reconoce, claramente, películas recientes como Manuela Sáenz de Diego Rísquez. “Pero apenas es una en un centenar en el que los próceres son todos hombres. En conclusión, encontramos un terreno yermo, desolado. Claro, estos son atisbos. Es un tema apasionante, pero por machistas que somos, no nos hemos puesto a averiguar qué pasa ahí”, asevera Izaguirre.
La documentalista Kaori Flores Yonekura, directora de Nikkei, recuerda iniciativas como el Festival Internacional de Cine de la Mujer María Lionza, que se realizó en Yaracuy, del que fue jurado en el año 2015. “Y si revisas, tampoco hay muchas mujeres directoras en la Villa del Cine. Solo en coproducciones”.
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