Cheo Pardo se asoma a la ventana y ve niños jugando, gente dedicándose a cuidar las plantas de sus pequeños jardines. Pero a lo lejos escucha todo el tiempo el mismo sonido, que se hace más intenso en las noches: el de las sirenas de las ambulancias que no dejan de llegar al hospital que queda a unas pocas cuadras de su edificio.
Cheo, José Luis Pardo o DJ Afro para otros, vive en Brooklyn, Nueva York, la ciudad con más casos de covid-19 en Estados Unidos. «Yo vivía aquí cuando cayeron las Torres Gemelas. Y fue muy duro. Pero esto es otra cosa. Es una ciudad que nunca imaginé ver, vivir. Es rarísimo», dice el músico y productor, ex guitarrita de Los Amigos Invisibles, DJ de la noche neoyorquina, el director de la Orquesta Discotheque y cultor de la música venezolana con Los Crema Paraíso.
Pero allí, en esa ciudad donde prevalece el individualismo, que nunca duerme, para muchos la capital del mundo, la pandemia ha hecho de sus ciudadanos, dice Cheo Pardo, personas más sensibles, más preocupadas por el otro. «Si bien es cierto que todo el mundo anda en su rollo, la gente ha decidido estar junta para organizarse y atender lo que dicen tanto el alcalde como el gobernador. Nada ha sido impuesto, todas han sido advertencias que la gente ha cumplido. Nunca había visto a Nueva York tan amable», señala. «El neoyorquino entendió lo que está pasando con todas sus implicaciones. Y todos aguantamos con la idea de que nos pasó lo peor, pero saldremos de primeros», agrega.
En su entorno, asegura, tratan de darle una explicación a lo que está sucediendo. Y concluyen que hacía falta una pausa. «Por ejemplo, por primera vez yo siento que mi ciudad huele. Y eso lo siento porque la ciudad está detenida. Parada». Pero, además, ha llegado incluso a pensar que el virus somos los humanos. «Creo que eso es lo que nos está diciendo el planeta. Y mucha gente lo entiende así».
Está preocupado, no lo niega, porque económicamente ha sido una contracción fuerte. «Se canceló todo, principalmente los toques como DJ, y las cuentas bajaron considerablemente». Pero, cuando asumió la magnitud de lo que estaba ocurriendo, tanto él como varios colegas se preguntaron qué debían hacer en este momento. «Lo que nos toca a los músicos, a los artistas, es entretener. Si podemos hacer que la gente se relaje y se distraiga en casa por un par de horas, estamos haciendo algo. Siento que es parte de mi trabajo y así me lo tomo».
Reconoce que es la época en la que la gente está escuchando más música que en ningún otro momento de la historia moderna. «Esto es una oportunidad en medio de una crisis inmensa. Entonces hagamos nuestro trabajo. Vamos a entretener», recalca.
—Para ti que vives del mundo del entretenimiento, que tocas en sitios donde hay miles de personas, que disfrutas estar en vivo, ¿cómo imaginas el futuro?
—No me lo he imaginado. Tampoco quiero. Pero creo que habrá bastante streaming. Se convertirá en una fuerza mucho mayor. Escucho gente hablando de mover fechas de shows, festivales, pero quién tendrá plata para ir a un concierto. Y además, quién va a querer ir a un espectáculo, a un cine con cientos de personas al lado. Lo que nos queda es ser resilientes. La vida nos cambió para siempre. Vamos a estar claros: nada será como antes.
Y esa misma resiliencia con la que dice encarar estos días de pandemia, confinamiento, ansiedad y preocupación llevaron a Cheo Pardo a adelantar el lanzamiento de Sorpresa, su primer álbum en solitario en el que, además, se animó a cantar.
«En noviembre, por el Día de Acción de Gracias, lancé el primer sencillo: ‘Todo el día en la cama’. Pensaba publicar el álbum en febrero. Pero finalmente ocurrió en abril, por un acuerdo al que llegamos con National Records, mi disquera», cuenta el músico. «Mi intención era animar a la gente en estos tiempos, moverlo en redes sociales. Esa, básicamente, era mi idea original».
Sorpresa es un cocktail sonoro que en poco más de 40 minutos y 10 canciones mezcla todas la influencias que ha bebido Cheo Pardo y que van del bolero a la salsa, del funk al dance y más, muchos más… sin dejar de lada la bossa nova.
Pero Sorpresa no estaba en los places del músico. Surgió luego de que se cancelara un proyecto para producir un disco en Colombia. Con un mes libre y poco trabajo, se dedicó a revisar muchas de las canciones que había escrito, más de las que pensaba. Llamó entonces a su troupe de cómplices, entre ellos, Simón Grossman, Neil Ochoa, Rafael Urbina, Alberto Arcas y Lolita De Sola. Y aclara: ellos no sabían para quién trabajaban. Fue, al final, una sorpresa.
Cuando lo tuvo listo y después de escuchar los comentarios de los amigos, le presentó la que ha llamado su «tesis de grado» a National Records, la disquera con la que también han trabajado Los Amigos Invisibles. No había pasado una hora y ya tenía la respuesta: «El disco está increíble», le dijeron.
Le pidieron el nombre del álbum, le dijeron que tenía que ponerle cara y presentarse como nuevo artista. «Tengo que pensarlo», dijo Cheo al minuto. «De cierta manera yo quedé con traumas del ritmo que llevé la mitad de mi vida con los Amigos. Tocar sin parar, sin parar. Y no quería eso». Pero lo pensó mejor. Pasó una semana y la respuesta fue sí. ¿El álbum? Sorpresa. ¿El nuevo artista? Cheo. «A qué músico en la mitad de sus 40 le dicen que saque un disco», y ríe.
—¿Sientes temor de exponerte de esta manera?
—Esto para mí es un gran paso. Vengo de una banda con un cantante increíble como Julio (Briceño). Pero ahora todo lo que digan mis canciones lo voy a cantar yo y hay que estar pilas con lo que uno dice. De alguna manera me siento como desnudo, hay un vuelco de honestidad, algo que hay que tomarse muy en serio. Como artista para mí esto es muy importante. Por eso el disco tiene mi nombre.
—¿Qué supuso para ti, un tipo acostumbrado a crear para otros, a producir y darle forma y concepto a discos de otros, hacer el tuyo?
—Supuso básicamente confiar. Como nunca tuve muy claro si lo iba a sacar o no, había cierta duda. Pero al final confié. Y Sorpresa es el resultado de eso.
—¿Por qué tardaste tanto en hacer un disco en solitario?
—Porque fueron 25 años haciendo lo mismo, envuelto en un concepto de rumba, tocar sin parar. Y, entonces, cuando vino el divorcio, cuando te quitas el apellido, te toca averiguar quién eres en ese momento. Ya no escribo las canciones que hacía antes. La fiesta cambió. Ya no estamos en la olla del Poliedro, ahora estamos en la lista de invitados. Tengo más el control de todo.
En Sorpresa Cheo Pardo le rinde homenaje a la música que ha escuchado durante años. Pero faltaron tributos a Raphael, el Puma, The Cure, por ejemplo. «Este será el primero de muchos discos. Lo sé». Y lo más importante en ese proceso de creación fue que el álbum tuviera humor. «Siento que la gente está haciendo cosas muy serias, música muy en serio. Y busqué la manera de que el humor se diera de forma natural, nada forzado. Creo que lo logré».
—Hablemos del Cheo cantante. ¿Qué tal esa aventura? ¿Cómo te escuchas?
—Es un descubrimiento. Me arrepiento y me doy golpes de pecho por todas las veces en las que me burlé de cantantes en mi vida. Hoy toda esa gente que se aprende la letra, canta y toca a la vez merece mis respetos. Y me pasa algo muy bonito, es muy lindo, a esta edad, asumir que hay cosas que solo se logran con práctica. El responsable de todo esto es Ulises Hadjis. Él me hizo cantar.
La primera vez que se escuchó ecualizando su voz, confiesa Cheo Pardo, «fue horrible». Se acostumbró ya, pero los primeros meses la sensación era muy rara. «Ahora practico todos los días. Y es alucinante. El disco, cantar, es una suerte de liberación. Es una satisfacción muy grande».
—¿Cómo fue trabajar con ese pool de músicos que reuniste? ¿Qué le aportaron al disco?
—Aprendí mucho de los productores. Aprendí que hay que saber escoger muy bien al músico correcto para que el tema quede como quieres. Eso fue clave. Porque, lo más importante, es que la canción quede bien.
—Te has convertido en el productor estrella del talento emergente venezolano. ¿Cómo le das forma a sus ideas, cómo haces entender un concepto? ¿Es un trabajo sencillo?
—Sin duda, la relación va más allá de lo musical. Hay mucho de conversación, y como soy muy cinematográfico, siempre tratamos de montar juntos una película del tema. El productor es alguien que ya recorrió el camino y sabe cuál es el atajo. Tengo años trabajando con bandas y no me pasó por la mente volver a ser yo el artista, el que pone la cara, porque sentía que estaba dejando mi sangre en una generación nueva. Las cosas que hago con bandas funcionan. En definitiva, mi trabajo es lograr que la gente le suba el volumen a una canción.
—¿En qué trabajas por estos días?
—Trabajo en un EP para una cantante neoyorquina y produciendo el álbum de una artista ecuatoriana. Hago la música para un cortometraje. Pero, sobre todo, escribo mucho. Con el disco se prendió una mecha de compositor. Ahora tengo un trabajo extra que es mantener mis canciones.
—¿Cómo te ha ido con los live en Instagram? ¿Te gusta la experiencia?
—Estaba absolutamente negado. No quería hacerlo para nada. Pero fue tanta la insistencia de la gente a mi alrededor que acepté. Así que busqué la manera de hacerlo de la forma que menos me molestara. La primera vez fue hablando de música. Ese día tenía un toque como DJ que se suspendió por la cuarentena. Y lo pasé súper bien. La gente comenta cosas chéveres, te toca liderar el discurso, no es un diálogo, pero hay gente participando. Soy yo hablándole a una pantalla. Es raro, pero cool.
—¿Cómo es la vida después de Los Amigos Invisibles?
—Es mucho más tranquila. Tengo un hijo al que busco todos los días en el colegio. Y ha cambiado mucho mi percepción del éxito. ¿Qué es ser exitoso? Es una pregunta que me hago a diario. Y que comparto con mis amigos. ¿Quién es más exitoso? ¿El que llena un Poliedro, el que hace la música que le gusta o el que busca a su hijo en el colegio? Recuerdo que cuando dejé los Amigos estaba con mi mamá y le dije: Quiero seguir haciendo lo mismo, pero dormir todas las noches en mi cama’. Y así ha sido. A veces mi mamá dice que se me pasó la mano. Pero sí extraño algunas cosas, por ejemplo, viajar y visitar a tantos amigos que uno tiene fuera y que veía durante las giras. Ahora está lindo ser yo el que recibe a los panas en Nueva York.
—¿Y qué es el éxito hoy para Cheo Pardo?
—Buscar a mi hijo en el colegio y hacer la música que me gusta.