A los 15 años de edad José Enrique «Chelique» Sarabia era un apasionado por la música. Una vocecita interna le decía que ese era el camino, su misión en la vida. Curioso y algo entrometido, como él mismo se describió en una entrevista en 2021 con el programa Agenda Éxitos, conducido por Albany Lozada y Unai Amenábar, su norte era dejar San Tomé, un campo petrolero y residencial de la ciudad de El Tigre, en el estado Anzoátegui, y mudarse a Caracas con la intención de estudiar teoría y solfeo. Sin embargo, cuando le comunicó a sus padres su plan, la respuesta fue: «¿La música se estudia?».
Nació el 13 de marzo de 1940, en La Asunción, estado Nueva Esparta, pero se crió en San Tomé. Allí era común que los músicos tuvieran otra profesión u oficio. Sarabia contó en la entrevista que uno de los cuatristas con quien tocaba era barbero. A él no le esperaba un rumbo diferente. Corría el año 1955 cuando viajó a Caracas, no para estudiar teoría y solfeo sino para inscribirse en la Escuela Técnica Industrial, donde estableció una bonita relación con el director del instituto. Fue esa cercanía, explicó, la que lo ayudó a abrirse camino en la radio y televisoras nacionales hacia su verdadera pasión: la música. «Era un muchacho entrometido», comentó.
Con apenas 15 años de edad, Chelique Sarabia compuso su mayor éxito: «Ansiedad». La reconocida canción, uno de los temas venezolanos más famosos internacionalmente, fue de las primeras de su repertorio. Llegó a la residencia estudiantil donde vivía luego de ver una película mexicana llamada Ansiedad, tomó su cuatro y comenzó a tocar. Estaba inspirado por el sentimiento que experimentaba al estar lejos de su hogar, de su familia e incluso de su novia, según contó en una entrevista en 2020 conla revista Clímax. Ese sentimiento, lento y profundo, tal como lo describió en una conversación con el periodista Luis Olavarrieta, más la película que acababa de ver, lo llevaron a escribir el tema que cuenta con más de 800 versiones en inglés, francés, italiano, portugués y árabe, entre otros idiomas.
Han pasado 65 años de aquello, más de 6 décadas de trayectoria artística que a partir de este miércoles 16 de febrero los venezolanos recordarán con agradecimiento al hacerse pública la noticia de que el reconocido compositor, músico, poeta, publicista, productor de televisión y asesor político falleció en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, donde residía. Aunque siguen sin conocerse los detalles del deceso, ocurrido a un mes de que cumpliera 82 años el próximo 13 de marzo, es más que conocido su legado: se han contabilizado 2.000 temas de su autoría, de los cuales se han interpretado más de 1.600 con más de 1.000 canciones registradas en la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (Sacven).
«Todos los compositores estamos protegidos por Sacven, allí tengo más de 1.000, pero canciones compuestas por mí son más. No sé cuántas exactamente», reveló para Éxitos en 2021, momento en el que tenía 81 años de edad y la inquietud, pasión y curiosidad por la música se mantenían intactas.
Analfabeta musical
Chelique Sarabia nunca estudió música. No le hizo falta, aunque siempre sintió esa inquietud por conocer la teoría detrás de la práctica. Tras componer «Ansiedad», una afortunada casualidad del destino llevó al cantante Rafael Montaño, uno de los músicos venezolanos más famosos de la época, a interesarse por el tema. No solo grabó e interpretó la canción, también su versión la promovió Armando Palacios en Radio Rumbos, el disc-jockey más importante del país por esos años.
Fue él quien llevó a artistas como Alfredo Sadel, Adilia Castillo y Lucho Gatica a cantar el tema de Sarabia, ese inquieto y entrometido joven que siguió buscando el éxito como compositor. Y lo consiguió: en 1958 el cantante norteamericano Nat King Cole se interesó en su obra. El artista estaba de gira por Latinoamérica buscando una canción de cada país de la región para su nuevo álbum: To My Friends (A mis amigos). Para ese momento, Sarabia ya se encontraba trabajando como suplente del director técnico del programa de televisión El Show de Renny, en Radio Caracas Televisión (RCTV), y logró que Cole escuchara su canción. Inmediatamente, el cantante estadounidense la escogió para su disco. Su versión alcanzó una fama inmensa en todo el mundo que llevaría a otros cantantes como Roberto Yanés, Daniel Riolobos y Sarita Montiel a cantar sus versos.
«En esa época trataba de hacerme una carrera, incluso empecé a tener éxito como autor de canciones. En una oportunidad le comenté a Aldemaro Romero, mi maestro por excelencia, que me recomendara un libro para estudiar música o un maestro. Él me dijo: ¿Y eso te ha hecho falta para triunfar? Me pregunté si lo que había hecho, hacer canciones que les gustaban a las personas, era triunfar. Él me dijo: Quédate así, no te compliques. Después fui entendiendo que el problema está en que uno tiene una idea de lo que debe hacer, y si no tienes las capacidades para hacerlo te limitas. Así que me quedé así, soy un analfabeta de la música», comentó Sarabia en Agenda Éxitos.
En 1958, tras caer la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, Sarabia conoció a quien sería una de las intérpretes más conocidas de sus temas: Rosa Virginia Chacín. Se conocieron en un festival musical, en medio de la algarabía que se vivía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela (UCV) por la caída del dictador. Bastó que Rosa Virginia Chacín interpretara su tema una vez para que él le propusiera grabar juntos.
Comenzaron a trabajar juntos en la segunda producción del joven cuatrista, José Enrique Sarabia, su música y su nuevo estilo. El álbum lo grabaron en 1959 y los catapultó al éxito, sobre todo a Sarabia, quien no vio tan buenos resultados con su primer disco, Alma juvenil, grabado en 1956.
Sarabia y Chacín se volvieron muy cercanos. Él visitaba frecuentemente a Rosa Virginia en su casa, donde conoció a su hermana menor, María Teresa, quien en ese entonces tenía tan solo 12 años. «Él se la pasaba en la casa, porque era de San Tomé, pero estaba en Caracas mientras estudiaba. Siempre estaba muy solo. Así se la pasaba en la casa con nosotras», comenta Chacín, quien considera a Sarabia un hermano y un amigo.
Desde entonces, el compositor inició su ascenso en el mundo de la música, sin estudios pero con pasión. Comenzaron a surgir, desde entonces, sus temas más populares: “Cuando no sé de ti”, “Ayúdame”, “Necesito pensar”, “Mi propio yo”, “Te necesito”, “Hoy he vuelto a llorar”, “Rumor de una cascada”, “Chinita de Maracaibo”, “Cantos de mi tierra”, “Polo margariteño” y “El pajarillo”, entre otros.
Una prolífica carrera que lo llevaría a ser reconocido en 2015 por la Academia Latina de la Grabación, que concede el Grammy, con el Premio a la Excelencia Musical, que entrega el Consejo Directivo de la institución.
Compositor, productor y asesor político
A principio de la década de los sesenta, Chelique Sarabia dio sus primeros pasos como productor de discos independientes y productor del programa de televisión Club Musical. En el show descubrió a artistas como José Luis Rodríguez, luego conocido como el Puma, el grupo de pop Los Impala, Henry Stephen y Cherry Navarro. A la par, siguió fomentando su relación con las hermanas Chacín, sobre todo con María Teresa Chacín, con quien todavía no grababa un disco.
«Canté con él la primera canción cuando yo tenía 16 años, me pidió que hiciéramos un disco. Yo no quería, quería seguir cantando en el coro del Liceo Aplicación con el maestro Hugo Blanco. No quería ser famosa, pero él me convenció. Así terminé cantando la canción ‘Tengo miedo’ en El Show de Víctor Saume«, contó Chacín.
Años después, la joven María Teresa Chacín aceptaría grabar con él el disco En este país, uno de los más populares que se estrenó en 1983 y uno de los clásicos en el repertorio de la cantante.
Poco a poco Sarabia fue escribiendo su historia y dejando huella en la música venezolana. En 1971 grabó un disco de circulación limitada titulado: 4 Fases del Cuatro. Música Venezolana desarrollada Electrónicamente por Chelique Sarabia. En 1973 volvió a lanzar el disco bajo el título Revolución Electrónica en la Música Venezolana, ya con más alcance. El disco se destaca por ser uno de los primeros de su género en el país y se considera un álbum pionero de la música electrónica en América Latina.
Esa década fue una época prolífica y exitosa para Sarabia, quien no se conformó con el éxito que ya tenía. Siguió fomentando su pasión por la música, escuchando esa voz que le hablaba al oído cada vez que componía. «No sé cómo se llama lo que se necesita para componer música. Yo digo que es una vocecita detrás de la oreja que te empieza a dictar lo que debes escribir», comentaba.
Fue una mujer en Táchira quien lo inspiró a escribir su primer jingle político «Ese hombre sí camina» en 1973. La mujer intentó saludar al candidato del partido Acción Democrática paea las elecciones de diciembre, Carlos Andrés Pérez. Pero cuando se acercó, el futuro presidente de Venezuela ya había avanzado a toda velocidad. La mujer, sorprendida, comentó: ‘Ese hombre sí camina’. La coincidencia se sumó a la genialidad de Sarabia dando inicio a su faceta como asesor y genio creativo detrás de los jingles electorales para los candidatos presidenciales de AD.
Además de los jingles publicitarios, Sarabia incursionó en la composición de himnos. Su curiosidad e interés lo llevaron a ser el autor por concurso de la letra del himno de la Ciudad de Caracas, cuya música es la Marcha a Caracas, del compositor y pedagogo musical ítalo-venezolano Tiero Pezzuti, y el himno del Municipio Urbaneja del Estado Anzoátegui, con letra y música de él.
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Fue entonces cuando sintió la necesidad de dedicarse a actividades más lucrativas. Estaba casado y había tenido tres hijos. «Era una vida muy inestable, sacrificada. Los derechos de autor entonces no eran respetados en su totalidad», destacó en 2015 en una entrevista con El Nacional. Sarabia buscó otros horizontes que lo llevaron a ser piloto de Aeropostal cuando se abrió la ruta a la Gran Sabana y trabajó en un campo petrolero. Sin embargo, nunca dejó de componer.
Su vida artística la dividía en tres etapas: la soñada, cuando era joven; otra basada en sus experiencias personales, y la última, la más romántica, en la que creía que con un tema se arreglaban las cosas del país. «Es oportuno decir que el país es mucho más que este desbarajuste que estamos viviendo. Haré lo que pueda para que salgamos de este atolladero», dijo en aquel entonces a El Nacional.
El adiós a un genio
A principios de diciembre pasado comenzaron los problemas de salud para Chelique Sarabia. Ya había tenido episodios que lo llevaron a una hospitalización en casa, para luego someterlo a un tratamiento médico intensivo y riguroso, informó la revista Clímax.
El 27 de enero lo trasladaron al Centro de Especialidades de Anzoátegui para hacerle una transfusión. En ese momento las redes sociales se llenaron de publicaciones con su nombre, solicitando donantes. Sus médicos consideraban que el procedimiento era necesario. Tras hacer el tratamiento regresó a su hogar para continuar con su terapia, pero su estado de salud desmejoró.
El deterioro llevaba meses, tal vez años. Para la entrevista de 2015 con El Nacional, Sarabia se sometía a radioterapia por pólipos en la nariz. Posteriormente, en la entrevista de junio de 2021 con Agenda Éxitos, reveló a los conductores del programa que tenía problemas con la garganta.
Tres días antes de fallecer, cuenta María Teresa Chacín, que llamó a su casa para darle una última alegría: en los próximos días grabará el tema «Perdido en la nostalgia», una canción que Sarabia siempre quiso hacer, pero no pudo. Al compositor le faltaba una sola palabra para terminar la letra y, finalmente, Chacín dio con lo que faltaba poco antes de que falleciera.
«Llamé a Chucha (el apodo de la esposa de Sarabia, María Jesús Sifontes) porque él no podía hablar y a veces se iba mentalmente, no estaba consciente. Le dije y me emocioné al saber que me estaba escuchando. Le canté la parte que nos faltaba y apenas me escuchó, se persignó. Eso me llamó mucho la atención», revela Chacín.
«No existe suficiente tiempo para escuchar todo lo que Chelique nos dejó. Lo vamos a recordar ahora como el inmortal Chelique Sarabia», comenta Chacín, con palabras de agradecimiento hacia el músico, compositor, publicista y, sobre todo, amigo y hermano que tan buena música regaló a los venezolanos y al mundo.