Ortiz cayó en desgracia. La gente se enferma de una extraña fiebre y muchos han huido a otros estados. De ser un pueblo prometedor se convirtió en un lugar casi fantasmal.
La adaptación de Jan Vidal, bajo la dirección de Javier Vidal, de la novela de Miguel Otero Silva resulta un reflejo de la actualidad del país. Así como los habitantes de Ortiz piensan en irse a las localidades petroleras, hoy día los venezolanos huyen para buscar un mejor futuro. Y quedan las casas muertas.
El libro fue escrito en 1955 por el fundador de El Nacional, justamente en medio de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. No es la primera vez que se realiza una adaptación teatral de Casas muertas. En abril de 1987 el Grupo Rajatabla llevó una gran producción de 40 actores a la sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas. El montaje, firmado por Carlos Fraga, dirigido por Carlos Giménez y protagonizado por Elba Escobar, estuvo una temporada durante todo ese mes; más de 5.000 personas vieron la obra.
«Es la historia de nosotros, que habla de nosotros y está contada por nosotros. Nos sienta frente a un espejo para señalarnos, acariciarnos y observarnos. Somos nosotros hablándonos y eso es algo maravilloso. Es vernos reflejados y llevarnos una reflexión», dice Claudia Rojas, quien interpreta a Carmen Rosa, el personaje principal.
Con una escenografía de época, la pieza no solamente demuestra el ciclo que repite la sociedad venezolana. También es una oportunidad para recordar las tradiciones con vestuarios llaneros y el uso del argot popular. «La obra está hecha con la gran inteligencia de Jan Vidal, que agregó un poco de humor y uno se divierte muchísimo. Sin duda es un espectáculo para disfrutar», añade Rojas.
La obra cuenta con un elenco que conecta con el público. Son personajes que representan los rostros de los venezolanos en medio de la muerte, la escasez y la barbarie. Pero que no se resignaron, sino que continuaron luchando para lograr un cambio en el país. Es la historia de amor y sufrimiento de la familia de Carmen Rosa y Sebastián.
«Casas muertas nos representa como venezolanos. Llevarla al teatro por segunda vez en este país es una fortuna. Hacerlo en este momento es un orgullo. El teatro siempre ha sido un reflejo de la realidad, por eso es importante traer esta historia a las tablas. Es una manera de decir “abre los ojos” a un país que de alguna manera es huérfano y le falta unidad y esperanza. Este es nuestro granito de arena para lograr el cambio que merecemos», asegura Theylor Plaza, quien interpreta a Sebastián.
Una de las escenas más emotivas para el público es el momento en que muere Sebastián en brazos del padre Pernía debido a una extraña fiebre. Aunque los espectadores quizás conocen el desenlace, eso no les impide conmoverse. La migración y la muerte no les robó la esperanza a Carmelita, el padre Pernía, Sebastián, la señorita Berenice, Marta ni a Juan de Dios.
«La juventud es la memoria de tantos caídos inocentes. En el caso de la obra, Sebastián no muere sino por una enfermedad que también es parte de una guerra porque es producto del desabastecimiento, y eso lo estamos viviendo en la actualidad. Mi personaje representa la resistencia hasta que te quedas sin aliento», sostiene Plaza.
El montaje surgió por una petición que le hizo la productora Evelyn Navas a Javier Vidal. Así, en mayo del año pasado comenzó el proceso de la adaptación. Jan estaba en Alemania cuando releyó la novela e hizo un primer borrador. Comenzó con seis actores, pero las faltas que encontraba en el guion le dieron las pistas que debía seguir para poder ofrecer una historia mucho más sólida.
«Creo que llega en un buen momento. Presenta una pieza en la que gran parte de una juventud reciente ha tenido la oportunidad de leerlo y tiene la posibilidad de entusiasmarse con este montaje. Además, Miguel Otero Silva ha sido uno de los grandes narradores, escritores, intelectuales de nuestro acervo cultural que no debemos olvidar, como tantos otros», expresa el director.
El Nacional presente
Jorge Makriniotis, gerente general de El Nacional, asistió este jueves al estreno de la obra. Antes de la presentación, indicó que el relato dramático demuestra que la historia de Venezuela es un ciclo y que luego del dolor nace un mejor país.
«Como decía Miguel Otero Silva, todos los días podemos dar más y ese es el mensaje de El Nacional. Casas muertas es el ciclo de Venezuela. La esperanza nace en nosotros«, dijo Makriniotis.
Resaltó que los venezolanos se mantienen trabajando por el país y que se debe construir una sociedad basada en los principios. «Estamos viviendo en un Estado fallido y pronto haremos un país nuevo con ética y con valores. Gracias a ustedes por todos los días dar más. Sigamos dándolo todo».
Casas muertas
Del 23 al 26 de enero
Centro Cultural Chacao
Jueves y viernes: 6:00 pm
Sábado y domingo: 4:00 pm
Entradas desde 232.000 hasta 255.200 bolívares
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