¿Y si Carmen, arquetipo de la mujer de carácter, estuviera expuesta a todos los peligros en la frontera entre México y Estados Unidos? El coreógrafo francoestadounidense y esposo de Natalie Portman, Benjamin Millepied, intenta la pirueta con su primer largometraje.

Inspirado en parte en el mito creado por Prosper Merimée, Carmen (estreno en Francia el 14 de julio) pone en escena a una joven bailarina (Melissa Barrera) que debe cruzar la frontera tras el asesinato de su madre.

A la merced de la violencia de traficantes y vigilantes de la frontera, encuentra ayuda en un joven marine, Aidan (Paul Mescal), quien sufre de estrés postraumático.

Tras un enfrentamiento dramático, ambos deben huir y refugiarse en un cabaret que rige otra mujer de rompe y rasga (la actriz española Rossy de Palma).

Ahí se acaba la similitud con Carmen, que es la ópera en lengua francesa más representada en el mundo entero.

Millepied (45 años) se hizo célebre en 2010 por su coreografía de El cisne negro, una película de suspense en la que conoció a su futura esposa.

Su Carmen ha sido concebida igualmente como una película híbrida, con escenas de baile que escenifican ese cruce de culturas que es California.

Una Carmen «híbrida»

«Escenifiqué la película ahí porque era el lugar donde vivía: Los Ángeles, México…», explicó en entrevista con la AFP.

Durante sus años de residencia en Los Ángeles, antes de regresar a París, Millepied se vio confrontado a la inmigración latina. «Es algo que forma parte de la vida diaria», añade.

Y Millepied utiliza también otro detalle muy poco conocido: «Hay una importante comunidad gitana que emigró a principios del siglo XX a México y que tiene una historia interesante porque continuó siendo muy nómada; desplazándose en camión; presentando espectáculos», apunta.

Eso explica los zapateaos y el aire gitano que se respira en ciertas escenas de Carmen.

«Las primeras versiones del guion eran mucho más próximas al libreto (de la ópera). Pero poco a poco fui podando, hasta quedarme con la esencia de lo que quería contar», explica.

Adaptar, con canciones y danzas, grandes creaciones de la literatura universal ha sido algo recurrente en la historia del cine. Carmen tiene precedentes como West Side Story, el musical de Leonard Bernstein basado en Romeo y Julieta.

Millepied bailó la ópera

La ópera Carmen fue una de las creaciones artísticas que acompañaron la formación como bailarín de Millepied, que llegó a ser estrella principal de la compañía New York City Ballet.

«No tiene ninguna importancia en qué momento se ponen a bailar o a cantar» los protagonistas de Carmen«, razona Millepied.

Mezclar coreografía con una historia cinematográfica usual tiene algo de «místico, de poético», explica.

Con la danza «se explican muchas cosas, cosas que permiten al espectador comprender la historia» sin palabras, añade.

La película aborda el sufrimiento de los migrantes, pero también de los soldados estadounidenses que partieron durante largos años a pelear en territorios desérticos, como Afganistán o Irak.

Son seres «abandonados, totalmente perturbados, con traumatismos» y una relación difícil con el sonido, explica.

«He intentado crear un vínculo orgánico, una intensidad a través de la imagen y el sonido a lo largo de toda la película», concluye.


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