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Carlos Manuel González, protagonista de La sombra del sol | Cortesía

En La sombra del sol el personaje principal, Leo, interpretado por Carlos Manuel González, tiene un momento crucial que anuncia lo que se verá durante todo el filme.

Cansado de una economía precaria, una vida personal por el piso y pocos momentos felices, Leo, en un bar en la ciudad en la que vive, Acarigua, se para en el escenario y canta soltando toda la frustración que lleva por dentro.

Después de varios años, motivado por su hermano menor Álex (Anyelo López), redescubre su talento reprimido.

A partir de ese quiebre del personaje, La sombra del sol se convertirá en una historia de caídas y subidas. Leo y Álex, el primero urgido de dinero y el segundo, un joven que sueña con ser escritor, se lanzarán a la aventura de ganar un concurso de canto en Caracas muy bien remunerado.

¿Pero es ganar la competencia lo más importante de La sombra del sol? El mensaje va más allá. A medida que avanza el filme, se ve a Leo reconectar con sus emociones y un viejo sueño, mientras que Álex, sordo y homosexual, aprende a conocerse a sí mismo y se enfrenta a una sociedad machista que quiere someterlo por ser diferente.

Foto cortesía

Para González, de 53 años, Leo es el personaje más riguroso y exigente que ha tenido en su carrera. El actor explicó que cuando leyó el guion del filme, pensó en cuántas veces no ha sido seleccionado en un casting o los momentos en que se ha preguntado si la actuación es la carrera correcta. «Asocié a Leo con muchas etapas de mi vida. Además, el hecho de aprender lengua de señas para la película fue un reto bastante grande que me hizo ahondar en el personaje mucho más», explicó.

González retomó su carrera actoral en 2016, luego de 10 años trabajando en bienes raíces en Estados Unidos, así que, poniendo a Leo como ejemplo, considera que no hay edad para cumplir un sueño. «Si estás haciendo lo que te apasiona creo que estás en el lugar correcto. No importa la edad que tengas», afirmó el intérprete, ganador del premio a Mejor Actor de la edición 19 del Festival del Cine Venezolano, en la que La sombra del sol también obtuvo los galardones a Mejor Ópera Prima, Mejor Película de Ficción otorgado por la Prensa, Mejor Actor de Reparto para Anyelo López y Mejor Diseño Sonoro.

—¿Cómo llega a Leo?

—Miguel Ángel Ferrer, a quien conocí hace varios años, tenía un proyecto de cortometraje, DeMonica, ganador del premio a Mejor Cortometraje del Festival de Cine de Mérida del año pasado. Este cortometraje se iba a filmar en Venezuela, me hicieron un casting y fui escogido. Miguel Ángel tenía que venir de Estados Unidos con su equipo para filmarlo aquí, pero en ese momento cayó la pandemia. Cierran los aeropuertos, nadie podía salir, nadie podía entrar. No se cayó el proyecto, él lo filma en Los Ángeles sin mí, con actores que están allá. Me dijo que tenía un proyecto que estaba terminando de escribir pensando en mí para el personaje principal. Hasta que se logró cuajar todo, pasó la pandemia, pudo venir y filmamos en Venezuela hace exactamente año y medio.

—¿Cómo fue el proceso de rodaje de La sombra del sol en Acarigua? ¿Tuvieron que lidiar con problemas de servicios como la luz o el agua?

—Corrimos con bastante suerte. Lo que nos afectó, aunque en realidad me ayudó mucho con el personaje, fue el clima. El calor de Acarigua es bastante fuerte. Pasabas de repente de un sol incandescente de 40 grados a una tormenta eléctrica que podía durar 45 minutos. Pero contentísimo. Acarigua nos recibió con los brazos abiertos. La gente es demasiado amable, nos apoyaron con todo, estaban felices de que se estuviese filmando una película en Portuguesa. Esperamos llevarla a la ciudad para que todo el mundo la vea allá también.

—Miguel Ángel Ferrer suele hablar mucho de Acarigua. Pareciera que La sombra del sol no se hubiese podido hacer en otro lado, tomando en cuenta la belleza fotográfica del filme.

—Sí, la fotografía es muy bella, de la zona de los llanos venezolanos. También se escogió Acarigua porque uno de nuestros productores, Wil Romero, nació allá. Gracias a él coordinamos una logística con gente de la ciudad que nos apoyó.

—¿Durante su carrera ha habido personajes iguales o similares a Leo, es decir, un hombre talentoso cerrado a los cambios?

—Leo es el personaje más exigente que he tenido. Uno como actor siempre busca un poquito de uno mismo en cada personaje para encaminarse. Leo es una persona que está un poco, por circunstancias de la vida, sumido en una especie de depresión. No logró lo que quería, está estancado, no surge, vive del día a día, de trabajitos por aquí, trabajitos por allá. Piensa que nunca va a salir del hueco donde está metido. En mi caso personal como actor, cuando leí el guion, pensé en cuántas veces me he topado con castings en los que no he sido escogido. A veces cuestiono si estoy en la carrera correcta, si no será que mejor me dedique a otra cosa, aunque siempre buscando soluciones y con gente alrededor que te apoya y te dice que sigas adelante. Asocié a Leo conmigo mismo en muchas etapas de mi vida. Además, el hecho de aprender lengua de señas para la película fue un reto bastante grande que me hizo ahondar en el personaje.

—Una escena que me parece esencial es cuando Leo, repentinamente, comienza a cantar en un bar y muestra la voz que tiene. Hay un quiebre en ese momento.

—Así es. Es el momento en el que el público entiende que este tipo era un cantante. Su hermano Álex primero le dice que le escribió una canción y que quiere que vuelva a cantar. Pero Leo le responde qué va a hacer cantando, que tiene más de 20 años sin cantar, qué inventos son esos. De repente en el bar, de cierta forma obligado o amenazado, decide sacar el vozarrón y se da cuenta de que todavía tiene con qué. Eso es lo que le impulsa a decir ‘mira, sabes qué, está bien, vamos a meternos en este concurso porque siento que podemos hacerlo’. Es un despertar.

Miguel Ángel Ferrer y Carlos Manuel González | Foto cortesía

—¿Cuál es su percepción sobre La sombra del sol? ¿La considera también una película inspiradora y de superación personal?

—Totalmente. Ese es el mensaje de la película. Es la imagen del venezolano, lo que somos nosotros: una cultura echada para adelante, perseverante, que a pesar de las vicisitudes, el agua, la luz, el trabajo, el dinero que no nos alcanza, queremos seguir adelante. Le damos la vuelta a las cosas. Tenemos gente alrededor que nos apoya de alguna forma, como ese hermano que nos dice ‘chico, dale que tú puedes’. Es ese mensaje de que todos podemos lograr nuestros sueños si le ponemos un poco de empeño y que no hay discapacidad que te impida lograr tus sueños.

—Parte del cierre de la película es que Álex, gracias a la ayuda de Leo, se va a cumplir sus sueños y Leo se queda en Acarigua. ¿Siente que ese era un final justo para su personaje?

—Creo que es un final justo en el sentido de que el concurso en sí no es para un final feliz buscado. Hubiese sido muy cliché que ellos llegaran y ganaran el primer premio y ya, final feliz para todos. Aquí el mensaje es ‘mira hasta donde llegamos a pesar de todos los problemas que tuvimos’. No ganamos pero quedamos de segundo lugar. ¿Y sabes qué? Aquí el que está joven, el que ha demostrado que así seas sordo se puede llegar adonde quieras eres tú (Álex), mi hermano menor. Te voy a apoyar y tienes que quedarte en Caracas para que empieces a escribir y logres una carrera profesional y la gente te conozca. Yo ya a mi edad me voy contento de lo logrado, con un nuevo aire. Tengo que resolver mis problemas que dejé guindando en Acarigua, una mujer que no me quiere, necesito terminar con esa relación, vender una casa o remodelar la de mis padres. Iniciar algo nuevo y retomar algo mientras mi hermano, joven y con mucho por delante, empieza a lograr cosas. Creo que el final indica que ellos se seguirán viendo por mucho tiempo. Yo iría a Caracas a visitarlo, él iría a Acarigua a visitarme. Ese es el mensaje. Leo descubriéndose a su edad y Álex que, a pesar de su discapacidad, puede lograr hacer lo que le dé la gana.

—¿Qué aprendió de este personaje?

—Leo nos deja, en mi opinión, el no importa qué edad tengas. No importa si tienes 40 ó 50 si haces algo que te apasiona y realmente sientes que estás en el sitio donde debes estar. A veces me levanto en la mañana a leer el guion de una película con la que quizás no me siento seguro sobre su rumbo, pero el hecho de estar trabajando, de saber que voy a actuar, que haré algo que me apasiona, me hace levantarme con todo el ímpetu del mundo. Me dediqué 10 años a los bienes raíces en Estados Unidos. Una carrera bonita con la que puedes hacer bastante dinero. Estás en las esferas de gente con mucho dinero, pero al final no me sentía realizado. No me sentía con ganas de hacerlo. No era lo mío. Lo mío era la actuación, el arte, el teatro. A pesar de que la plata no era la misma, me sentía más cómodo, feliz de hacerlo, de levantarme. Si estás haciendo lo que te apasiona creo que estás en el lugar correcto.

—¿Cómo ha sido para usted el paso por festivales que ha tenido la película?

—Una total alegría. No sorpresa: sabíamos la calidad del producto que teníamos. Sorpresa en el sentido de la aceptación en el exterior. Es impresionante cómo te das cuenta de que la gente conecta con la película en cualquier parte del mundo. A pesar de que es muy venezolana y que nos conectamos como venezolanos, cualquier persona en cualquier parte del mundo puede estar luchando por sus sueños. Dos hermanos de clase media baja que no tienen suficiente dinero y que tienen que pasar por rechazos es algo que puede pasar tanto aquí como en Estados Unidos o Europa. Y más allá de la conexión con la historia, ha gustado la cinematografía, el detalle técnico, la colorización, los paisajes, la edición, el sonido, la música. Todo lo han laureado de manera impresionante.

—¿Qué le hizo retomar la actuación?

—Actúo desde el colegio. Nunca lo había tomado en serio. De joven lo hacía por hobby. Luego, en el año 2000, me fui a Estados Unidos a hacer unas actividades de modelaje y decidí quedarme un tiempo en Miami. Quería cambiar un poco de ritmo de vida. Me saqué la licencia de corredor de bienes raíces en Florida e hice unos castings para trabajar en telenovelas latinas en Miami. Quedé para varios papeles pequeñitos, siempre tratando de subir un poquito. Pero no me llegaba nunca esa oportunidad. Allí hay un poco de Leo también. No me llegaba la oportunidad de un papel para darme a conocer más y me frustré. Pensaba que no me iba a llegar nada, que esto no era lo mío, que mejor me dedicaba a otra cosa y me dediqué a los bienes raíces, aunque siempre con esa espinita de la actuación. Luego, en 2016, regresé a Venezuela para estar con mi familia un tiempo y arranqué en una obra de teatro infantil dirigida por un gran amigo mío. A partir de ahí no he parado. Tuve un despegue en un momento de mi vida que ojalá hubiese sido cuando estaba más joven, pero bueno, me tocó en este momento. Lo aprecio y lo acepto. Sigamos adelante.

—¿Cómo fue trabajar con Miguel Ángel Ferrer?

—Maravilloso. Agradezco a Dios todos los días por ponerlo en mi camino. Un hombre claro en sus ideas, claro en lo que quiere, con una experiencia muy grande en el arte audiovisual americano. Ferrer, recordemos, es venezolano de nacimiento, pero muy muchacho sus padres se lo llevaron a Estados Unidos, donde estudia, hace su carrera y tiene sus inicios como director, editor, trabaja en videos musicales y comerciales. Hasta que irrumpe en el cine. Él tiene una mentalidad muy americana para muchas cosas, pero muy latina para otras. Un manejo de la cámara increíble. Con una claridad muy grande en las tomas que quiere y en cómo quiere que el mensaje se vea en pantalla. Para mí ha sido una experiencia inolvidable trabajar con él.

—¿Qué significa para usted que la película sea la representante de Venezuela en los Oscar?

—Una gran responsabilidad. Un trabajo arduo. Hay que estar claros de que representar a nuestro país no significa que ya llegamos. Es como si 75 países estuviesen subiendo un cerro para llegar a la cima y hay películas que tienen hasta motores que las impulsan hacia arriba mientras otros países están gateando. El hecho de que la película esté allá y que la esté viendo una gran cantidad de personas de la Academia es un gran logro: poner a nuestro país en la palestra internacional y que la gente vea la película y diga ‘¡guao!, mira qué calidad de películas se hacen en Venezuela’. En Venezuela se puede hacer cine, en Venezuela se puede ir con dinero y filmar, no tenemos que ir solo a Colombia, Costa Rica o Panamá para filmar películas latinas. Podemos ir a Venezuela también. Ese es mi gran deseo también. Que nuestro país se vea y la gente diga ‘ah, no, vale, pero qué son estos inventos de que Venezuela es un desastre’. ¡Sí se puede venir y trabajar con grandes técnicos y grandes talentos! Así como con grandes paisajes, locaciones y grandes historias.

—¿Vio Simón? ¿Qué opina de la película y toda la controversia que hubo?

—La he visto no una sino varias veces. Conozco a todo su equipo, desde Diego Vicentini hasta Marcel Rasquin, Christian McGaffney, su esposa, los conozco a todos personalmente. Ellos incluso vieron La sombra del sol en Los Ángeles cuando la estrenamos en el Laliff (Los Angeles Latino International Film Festival) hace unos meses. Esa controversia ocurre todos los años. Todos los años en la votación para los Oscar suele ocurrir que la que es escogida es criticada o se critica la que no fue escogida. Creo que se salió un poco de las manos todo el tema de la crítica por las redes sociales. El poner una película en contra de la otra. Hablé personalmente con Diego en una oportunidad y conversamos mucho sobre eso. Él luego puso un post en Instagram disculpándose porque no era un ataque contra la película sino contra la manera en que se hicieron las cosas durante la votación. Realmente yo soy ajeno a todo eso. No sabía quién votaba, quién no votaba, cómo se hacía. A mí me cayó la sorpresa de que habíamos sido escogidos. Al final lo que hay que hacer es apoyar ambas películas. Simón es una gran película. Deseo que les vaya de maravilla en los premios Goya. Ojalá lo ganen. Deseo mucho éxito para Diego y su equipo. Y nosotros con La sombra del sol buscaremos hacer el mejor trabajo posible en esa carrera hacia Los Ángeles.

Foto cortesía

—¿Qué le gustaría hacer ahora? ¿Hay algún personaje con el que haya soñado?

—En este momento estoy filmando una película del director Édgar Rocca, que tiene un tema un poco de ciencia ficción, de viaje en el tiempo. Va a ser muy interesante. Y tengo tiempo con ganas de hacer una película de corte policial en nuestro país, con buen dinero, buen equipo, de corte internacional, de esas películas tipo Arma mortal con Mel Gibson, donde hay persecuciones, carros que se estrellan, explosiones. Una buena película de acción pero hecha aquí en nuestro país, de gran calidad, por las calles de Caracas, con todos los hierros, como decimos nosotros, pero hecha en nuestro país. Ese es mi sueño y creo que por ahí están escribiendo algo.

—¿Prefiere mantenerse haciendo cine en Venezuela o le gustaría probar en otros países?

—Eso no está descartado. Tengo ofertas para hacer cosas afuera. Me lo estoy tomando con calma. Luego de haber estado en Los Ángeles, tuve reuniones con varios mánager allá que querían que me quedara. Pero también está el tema de la migración, tengo que sacar un permiso de trabajo, una visa de trabajo, eso es dinero, no es tan fácil. Nada te asegura que te escojan para proyectos. Pero hay que intentarlo. También hay ciertas cosas en México por las que puedo optar. Pero ese cambio de decidir irte implica pensarlo un poco, hay cosas aquí que te atan también. Quizás a mediano plazo vaya e intente cosas por allá a ver qué tal.

—¿Cuál es su percepción del cine venezolano de la actualidad? ¿Se está haciendo buen cine en el país?

—Definitivamente. Así como dijo el crítico Sergio Monsalve, 2023 es testigo de que el cine está teniendo un nuevo renacer. Hay una nueva camada de cineastas jóvenes con una narrativa distinta, con historias distintas, frescas, modernas, que pueden ser visualizadas en cualquier parte del mundo. Las tecnologías también han ayudado a que la calidad de las películas sea muy alta, sin necesidad de tanto equipo. Las nuevas aplicaciones ayudan a que logres una gran calidad de imagen. Mira, películas como Simón, La sombra del sol, como El salto de los Ángeles, la misma película de Jackson Gutiérrez, que es mi gran amigo y sobre quien todo el mundo dice que se encasilla siempre, el problema del barrio, el malandro, la droga. Sí, bueno, ese es su nicho. Un nicho que maneja muy bien. Su última película, Machera, es una muy buena película. Toca la historia de un famoso malandro de Mérida. Una especie de Robin Hood que no conocía. Hay una nueva narrativa, nuevas historias, tecnología, hay ganas de hacer cosas buenas para exportar. Incluso La caja de Lorenzo Vigas, filmada en México pero con una calidad inmensa y un equipo venezolano de calidad increíble. 2023 es prueba de que se pueden hacer cosas buenas. Lo que tenemos que hacer es no bajar ese escalón.


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