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Carl Zitelmann: «Trato de hacer cine de escape con mis películas»

El realizador estrenó el primero de junio su primer largometraje, El vampiro del lago. El cineasta considera necesario ver los largometrajes como un producto, así como una obra de arte, para afianzar una industria nacional

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Cuando regresaba de Mérida a Caracas, Carl Zitelmann veía por la ventana del bus e imaginaba esos paisajes como locaciones de películas; algún western o una historia como la de Depredador transcurrían por su mente mientras viajaba a la capital. 

Acaba de llegar del Festival del Cine Venezolano que se realizó en la ciudad andina. Su primer largometraje, El vampiro del lago, ganó cuatro premios. Para él, como dijo en el discurso de agradecimiento, el más inesperado fue el otorgado por el público.

“Yo pensé que sería para El Silbón: Orígenes, un filme realizado en Mérida con un equipo de esa ciudad. Fue bastante gente a las funciones”, dice el realizador.

Ha hecho videos de bandas como Famasloop, Americania, Caramelos de Cianuro, Los Amigos Invisibles Café Tacvba y La Vida Bohème. Para esta última realizó el video de “Flamingo”, por el que ganó en 2014 el Latin Grammy a Mejor Video Musical Versión Corta.

Ahora, debuta en el cine con El vampiro del lago, un thriller policial con una historia que da para muchas lecturas, especialmente en un país como Venezuela.

¿Cuáles fueron las reflexiones de la novela que lo impulsaron a llevar esta historia al cine?

—Siempre he sido fanático de los vampiros. Violeta Rojo fue mi profesora de Literatura en la USB. Allá hice un curso llamado Introducción a la Literatura Vampírica. Fue ella quien me recomendó esta novela de Norberto José Olivar. Siempre quise hacer una película sobre este subgénero. De hecho, tengo otro guion al respecto. Lo que me gustó del personaje de la historia de Norberto es que es un vampiro muy particular. No es de esos de dientes largos que se convierten en murciélago y matan gente para beber sangre. Este es un asesino en serie que representa a la maldad humana. Un personaje que se dejó seducir por su lado oscuro. Creo que todos tenemos esa mezcla de luz y oscuridad, y depende de cada de uno de nosotros mantener el balance. Zacarías Ortega lo pierde y se convierte en un agente del mal. Eso fue lo que me cautivó del libro.

—Ha dicho que busca alejarse del llamado cine social. Sin embargo, algunos podrían encontrar algunas lecturas en su película vinculadas con el contexto nacional.

—Si bien El vampiro del lago no es una película de autor, tampoco es género puro. Una de las cosas que el productor Rodolfo Cova y yo hemos descubierto en el proceso es que lo hermoso y ventajoso del filme, como producto, es que está en el medio. Es un thriller policial con elementos románticos y poéticos que le dan un carácter de autor. Sin lugar a dudas, cuando se evalúa, tiene muchas reflexiones sobre el momento que atraviesa Venezuela, especialmente en el tema de cómo aguantarse cuando la maldad trata de seducirte y llevarte a su lado. Claro, yo quise tener un lenguaje más elegante y romántico que la clásica película de realidad social. Mi intención fue hacer algo más parecido al cine con el que crecí, el de Hitchcock, Spielberg y Fincher.

—Hay referencias de David Fincher, como dice, pero también se nota un homenaje a películas venezolanas como Cangrejo ¿Qué otras referencias nacionales hubo?

El vampiro del lago está enmarcado en un género que tuvo mucho apogeo a finales de los setenta y principios de los ochenta con películas como Cangrejo e incluso El pez que fuma, que casualmente también fueron protagonizadas por Miguel Ángel Landa. Entonces, todo se centra en este detective de la PTJ atormentado por casos que nunca se resolvieron. El actor Abilio Torres interpreta en la película a Miguel Ángel joven. Tuvo que encarnar un papel que ya existe. La gente ha visto a  Miguel Ángel interpretando este personaje, el detective, en esas otras películas hace varias décadas. Él tuvo ese peso.

—¿Cree que forma parte de una generación que busca darle otra temática al cine venezolano?

—Sí lo creo. El cine venezolano ha tenido distintos géneros en su historia, pero no cabe duda de que ha estado marcado por películas de realidad social y denuncia. Trato de hacer cine de escape con mis películas, que el espectador salga de su realidad por dos horas, que te asuste, te haga reír, llorar o te sorprenda. Hay otros directores que empezaron antes que yo, como Alejandro Hidalgo con La casa del fin de los tiempos o Luis Carlos Hueck con Papita, maní, tostón. Son autores que me han inspirado a hacer una película distinta como El vampiro del lago, que se parece más al cine con el que crecimos.

—¿Cómo ve el panorama de la producción en el país ante los problemas del CNAC y la deuda que mantiene con programas como Ibermedia?

—Hacer cine en este momento es bastante difícil. Hasta donde llegué, yo filmé mi película hace casi dos años, el CNAC siempre tuvo la mejor disposición para sacar las cosas adelante. No sé cómo estará ahora. Tuve que rodar con un presupuesto bastante apretado. Hay que reinventarse, pero creo que hay mucha gente echándole pichón para contar tantas historias. En Mérida hablé con estudiantes que buscan la forma de llevar a cabo sus proyectos. Cualquier cosa en el ámbito cultural que se realice es un acto de rebeldía, de recuperación de espacios devorados por la política.

—¿Qué elementos deben tomarse en cuenta para afianzar en el país una industria cinematográfica?

—En Venezuela, pese a que se ha intentado varias veces, siempre ha sido difícil que se establezca una industria. Este siempre ha sido un país con el cine subsidiado. Pocas veces se ha hecho con financiamiento privado en el que luego hay una ganancia. Eso es una industria: hacer una inversión y recuperar lo invertido. Habría que tener también una mejor curaduría a la hora de financiar proyectos para elaborar la calidad de los productos; porque también hay que ver las películas como un producto y no solo como una obra de arte. Sé que se ha intentado hacer y ha habido resistencia. En este momento también es muy difícil, actualmente cualquier película que se haga es un logro increíble.


En Estados Unidos

El cineasta Carl Zitelmann estará esta semana en Los Ángeles, donde El vampiro del lago se proyectará hoy en el Teatro Chino de Grauman en el Hollywood Boulevard. La idea es buscar la distribución del largometraje en Estados Unidos. “Toca enfrentarse al monstruo de la distribución, el mercadeo y la promoción. También estoy escribiendo una serie de televisión que me permita incursionar en la televisión digital. Es una serie de suspenso muy similar al filme. Se trata de un investigador que viaja por el mundo en la búsqueda de casos raros en los que parece haber un monstruo, pero realmente descubre el mal de la naturaleza humana”, dice el director y guionista de El vampiro del lago, estrenada en Venezuela el primero de junio.


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