Hace un año Asier Cazalis admitía que Caramelos de Cianuro había pasado por varias crisis antes del lanzamiento de Control, su más reciente disco. Del equipo salieron el histórico miembro Miguel Ángel González, el Enano, y el baterista Darío Adames y el vocalista se enfermó de hepatitis, entre otros problemas personales, sin olvidar que eran tiempos de pandemia.
Aquella banda de al menos cuatro miembros ahora trabaja como dúo, con Pável Tello en la guitarra. Es otro momento y les ha funcionado. Control es uno de sus discos más complejos y arriesgados y en escena ambos derrochan energía, sobre todo Cazalis, que a sus 50 años sigue moviendo la cadera a la hora de cantar temas seductores como «Las notas» para luego dar vueltas y brincar mientras interpreta «El flaco», un rock más pesado.
El vocalista lo admitió el sábado en la noche en su concierto en la terraza del Centro Comercial Ciudad Tamanaco. Pasaron momentos difíciles y se refugiaron en la música. El tema «Que el desayuno espere», afirmó Asier, engloba los sentimientos que afloraron en ese período. «No sé si fue el azar o la casualidad. Algo del destino que te puso en mi camino», dice parte de la letra.
«Cuando empezamos a trabajar en Control estábamos en un lugar difícil, muchas crisis, muchos conflictos, a todos nos pasa. Nos refugiamos en el disco, trabajando, haciendo lo que sabemos hacer. Queríamos demostrar que aún teníamos cosas que decir, canciones por cantar, ahí todo empezó a salir mejor», expresó un emocionado Asier, que interpretó sonriente el tema y que culminó tomando del hombro a Pável.
Si hay algo que tiene Caramelos de Cianuro son canciones que le llegan al público, que en el CCCT iba de adolescentes a personas que superaban los 40. La fórmula de tener un tema pícaro como «Rubia sol, morena luna» pero también otros más desinhibidos como «Átame» ha funcionado. Sexo, amor, despecho, habitualmente sin demasiadas metáforas.
Cómo olvidar, por ejemplo, esas líneas tan directas de «Canción Suave (Despecho n.º 2)», que pertenece a Harakiri City, de 1996: «Tirarás con cuantos quieras, pero el amor no lo harás jamás», cantada apasionadamente por el público. O de «Sexo», que es más reciente: «¿Por qué no hablamos de sexo? Es que hay un vínculo, hay un lazo, hay un nexo. Y es ridículo que nos neguemos a esto que estamos sintiendo».
Así, en el CCCT los seguidores de Caramelos de Cianuro, los de la vieja y la nueva generación, corearon con los celulares siempre encendidos para grabar. Otros, pegados al escenario, aprovechaban para darle la mano a Asier o Pável, que recibían atentos los saludos.
La banda no dio tregua a una terraza llena de neblina decembrina en la que hacía mucho frío. Comenzaron con «Rubia sol, morena luna» y siguieron con «Baby cohete», «Verano», «Sexo», «No eres tú», «Las notas», «Tú eres de esas», «Escalofrío», «El instante», «Las estrellas», «Te vas, me voy», «Booty call».
Siempre intercalando entre los temas más viejos y los más recientes y deteniéndose, hasta ese momento, muy poco, salvo para que Asier dijera que estaban muy contentos de estar de nuevo en el país. O para mostrar alguna experimentación, como hicieron con «Booty call», en la que incluyeron un modificador que volvió robótica la voz de Pável.
Después hubo una seguidilla de canciones pesadas: «El flaco», «Asunto sexual» y «El martillo», para llegar a «2 caras, 2 corazones», que mezcla rock y electrónica.
Asier quiso destacar que aunque pasaron momentos difíciles este año fue «de sueño», por lo que quisieron celebrarlo en casa, con sus amigos, familiares y colegas. «Lo más bonito es estar acá, en casa. Cuando tocamos esta canción (‘Que el desayuno espere’) nuestros compatriotas lloran porque añoran estos sonidos, estos sabores que quedan atrás. Celebramos que estamos en Venezuela, nuestro país, nuestra bonita casa», expresó el vocalista antes de cantar «La casa».
Siguieron intercalando canciones viejas y nuevas entre «Último polvo», «Flor de fuego», «La terraza», «The cure», hasta llegar a «Verónica», el tema por antonomasia de Caramelos de Cianuro, incluido en el disco Miss Mujerzuela, que definió el destino de la agrupación.
Fue en un concierto en el que, con 28 temas, Caramelos demostró que sigue ganando seguidores, esos que prefieren canciones más románticas y pop, o los fanáticos más conservadores que se quedan con el rock más puro o aquellos que gozan la experimentación.
No se despidió el grupo sin antes autografiar un par de vinilos de Control y regalar púas de guitarra. Ante los continuos aplausos, volvieron a salir para hacer un par de reverencias y luego regresar al backstage lanzando besos y saludos. Están en un gran momento.