«Gente de Caracas, de Venezuela, ¡los quiero mucho!», fueron las primeras palabras, en perfecto español y con su peculiar voz nasal, que dijo Eros Ramazzotti al pisar la tarima que lo reencontraría con su público en el Poliedro. «Estoy viejo, muy viejo, pero seguimos… Porque donde haya música, siempre estaré yo», bromeó el cantautor italiano dándole inicio a una presentación que prometía un paseo por sus grandes éxitos, mientras un «Batitto infinito» llenaba los oídos de miles de venezolanos que esperaron 12 años para volverlo a ver y escuchar.
Quejas, retraso y una inesperada prueba de sonido
Las puertas se abrían, supuestamente, a las 5:00 pm del domingo Eran las 6:30 y la aglomeración de personas en los alrededores de La Rinconada decía lo contrario. La espera y una fuerte amenaza de lluvia que, por suerte, no llegó a caer, comenzaba a caldear los ánimos. «¡Abran ya las puertas!, esto es un abuso, con esta falta de respeto no se puede», «¿cuándo van a darnos paso?» eran muchos los clamores que se escuchaban y pocas las repuestas hasta que, a las 7:00 pm, los organizadores señalaron que, debido a la Carrera La Rinconada que se llevó a cabo este domingo durante todo el día, hubo que aplazar la prueba de sonido del artista para las 6:00 pm.
Quince minutos pasadas las siete de la noche, comenzaron a abrirse camino los primeros asistentes al Latido Infinito World Tour de Eros Ramazzotti.
Mucha música de los 60, 70 y 80 se dejó escuchar durante la espera. Decían que se presentaría a las 9:00 pm, pero era poco probable. El que no se hizo esperar, sin embargo, fue el primer telonero de la noche: Diego (Simón) Mil Voces, cantante venezolano conocido por interpretar al pie de la letra no solo los gestos sino las voces, matices y pronunciaciones de artistas como Ana Gabriel, Laura Pausini, Whitney Houston, Andrea Bocelli y muchos más.
Acto seguido, el reconocido Dj caraqueño y empresario, Víctor Porfidio, sopló el polvo de un repertorio colmado de las mejores vibras de los 70 y 80; además, mezcló temas de origen italiano entre los que destacó «Un’ Estate Italiana» de Gianna Nannini & Edoardo Bennato, la canción del Mundial Italia 1990, para muchos el mejor himno de la Copa del Mundo. El aforo, a pesar de aún no cumplir las expectativas de un 80 o 90% de asistencia, cantó a todo pulmón y en perfecto italiano.
L’Italia e l’Eros sono in casa
Caterina Valentino fue la encargada de animar la noche con pequeñas apariciones en las que trató de animar a un desinteresado público que seguía llegando y ubicándose en sus asientos. Entre un par de concursos y tras preguntar «¿Cómo están hoy, Caracas?» más veces de las necesarias, todo seguía su ritmo para recibir en pocos minutos al tan esperado Eros Ramazzotti.
El público parecía sacado de una postal del Club Ítalo Venezolano un domingo por la tarde.
Foto Karem GonzálezA las 10:00 pm apareció en el escenario -ataviado de negro de pies a cabeza y muy cómodo- el protagonista de la noche. Entre latidos fluorescentes y llamaradas incandescentes, comenzó con canción «Batitto Infinito». Le siguió «Dove c’è música» o «Donde hay música» para luego romper el hielo con un «¡Caracas!» ensordecedor.
Caracas, solo eso. Ni más ni menos, aunque lo dijo muy animado y levantando sus brazos para tratar de impulsar el ánimo de un público que, hasta el momento, no se paraba de sus asientos. Sin embargo, eso no pareció desmotivar a Eros Ramazzotti. No dejó de brincar ni tampoco de, en tono acusador pero bromista, gritar: «¿Qué pasó con la bulla? ¿Por qué no los veo de pie? ¡Vamos!», entre inglés e italiano.
Justamente, entre su tercera y cuarta interpretación, «Quanto amore sei» y «Un’emozione per sempre» se bajó de la tarima para estar más de cerca de su fanaticada, quienes se mezclaron en el área de mesas y sillas ubicada justamente al frente del escenario. Miraba fijo, sonreía y dedicaba letras a diestra y siniestra.
«¡Caracas!», seguía sin decir más nada allá de sus canciones. Solo esa palabra.
Eros Ramazzotti para la historia
Con «Una emoción para siempre», el Poliedro demostró de qué están hechos los venezolanos. Corearon, gritaron, se pararon de sus asientos y lo acompañaron durante toda la canción. Y él, como si hubiese estado esperando la seña ante un rito de iniciación, al fin rompió el hielo.
“Gente de Caracas, de Venezuela, ¡los quiero mucho!”, exclamó. “¿Todo bien? Porque yo estoy viejo, muy, muy viejo”
No dejó que eso amainara su ánimo y de inmediato interpretó «Los últimos románticos» y «Soy», finalizando esta última con una mezcla entre Gospel y música de adoración que le dio un giro sorprendente e inesperado a la canción.
Hablaba entre inglés e italiano. Su español era escaso, pero al menos lo intentaba. Con su guitarra en mano, siguió su set list con «Estrella gemela» y «Si bastasen un par de canciones».
Un escenario de alta tecnología, con varios niveles y completamente cubierto de ledes, cobró vida al ritmo de la música con proyecciones en 3D y juegos de perspectiva. Los músicos, suspendidos en varias dimensiones, fueron los que dieron el toque final a la escenografía en donde destacaron los 4 elementos, el cielo y las aves.
Para su regreso a la música, Eros Ramazzotti quiso colaborar con destacados autores de la escena musical italiana y con músicos internacionales de la talla de Michael Landau en la guitarra y Keith Carlock, que también ha sido batería de Sting y James Taylor.
«¿Todo bien?”
«¡Muchas gracias! ¿Todo bien?». Repetía mucho las frases, como si se tratasen de muletillas, aunque eso no impidió que siguiera cantando a todo pulmón.
«Fantástico amor», «No te prometo nada» y «I belong to you», que cantó junto a su corista entre inglés e italiano, completaron la primera hora de concierto. «Fábula», «Nada sin ti», «Una historia importante», «Fuego en el fuego» y «Terra Promessa» le siguieron en orden en una sesión especial en modo acústico hizo que el público se emocionara, sobre todo al asomarse algunos ritmos caribeños y reggae.
Un set de guitarra de Ramazzotti se robó al menos 5 minutos del espectáculo, pero fue eclipsado por la intervención de uno de los integrantes más jóvenes de su banda, el saxofonista, quien, a través de un increíble freestyle, acompañó al cantante en un recorrido entre el público que no solo contó con algunos insinuantes movimientos de cadera sino con un atrevido Eros tomándose el vino tinto de una fanática, eructando sin remedio y sacando las sonrisas más genuinas de la noche entre los asistentes. Además, muchos quedaron convencidos de que Cardi B hubiese estado muy orgullosa de escucharlo haciendo extraños ruidos como los que la caracterizan a ella: Prrrcu, Pufff, Pow, entre otros. Todo esto ocurrió mientras él mismo se burlada de su voz nasal.
Medianoche aún con Eros Ramazzotti
Ya pisando la medianoche, el concierto de Eros Ramazzotti cobró más vida debido a las canciones que eligió cantar al final.
Con «Otra como tú» y «Cosas de la vida», el Poliedro de Caracas vibró en un solo latino infinito, pero con «Por ti me casaré» y «La cosa más bella», esta última, la de despedida, miles de corazones de transformaron en la voz de un Eros visiblemente emocionado y contento de que los ánimos no fuesen los del inicio del espectáculo.
«¡Caracas, levántate!». Y así se hizo. «Tengo problemas con la voz. Lo siento, esta noche ha sido bastante difícil para mí, pero aquí estamos», manifestó. «¡Gracias, gracias, gracias!», concluyó no sin antes presentar a todos los miembros de su banda.
Así como el amor universal es el hilo conductor de su último álbum, Batitto Infinito, en este último concierto que realizará en el año se manifestó ese sentimiento en todas sus formas a través de las 22 canciones que compusieron su repertorio. Es un manifiesto de la identidad artística renovada del cantautor italiano que ha batido récords y quien con casi 40 años de carrera ha vendido 70 millones de discos y conseguido más de 2 mil millones de reproducciones en plataformas digitales de todo el mundo.