No es el primer proyecto que Mirelis Morales le dedica a Caracas. Durante años, como periodista dedicada a cubrir temas de la ciudad, la vio y la mostró en todas sus facetas. Lo malo y lo bueno. Desarrolló, entonces, una relación especial con la capital. De todas sus caras, eligió quedarse con lo positivo, con lo bonito, y mostrarlo. Comenzó con el blog Caracas ciudad de la furia, siguió con concursos fotográficos, el portal Tu Zona Caracas y el libro Caracas 450: un homenaje a Caracas en su aniversario, hasta su más reciente trabajo, Caracas 455, memorias de una ciudad perdida.
A diferencia de su anterior publicación –que reúne 450 crónicas de la ciudad a través de experiencias relacionadas con arte, gastronomía, historia, lugares, personajes y tradiciones–, el libro Caracas 455, memorias de una ciudad perdida recopila 40 crónicas de lugares emblemáticos de la ciudad que desaparecieron o dejaron de ser lo que eran. “Mi trabajo siempre ha sido mostrarla, en sus luces y en sus sombras. Mostrarla en todos sus ámbitos”, dice Morales, quien reside en Miami.
La idea surgió de una imagen que vio en redes. Una ilustración de la desaparecida librería Lugar Común, en Altamira, realizada por Carlos Carreño. Aquella imagen la hizo cuestionarse sobre lugares que, como ese, ya no existían. De inmediato, hizo una consulta en su cuenta de Facebook: ¿Cuántos lugares han desaparecido en la ciudad? La respuesta la sorprendió. En total, fueron más de cien lugares. Así surgió el concepto del libro: reconstruir una ciudad que desapareció. «Hemos perdido demasiado dentro de esa dinámica de ciudad que hemos tenido en los últimos años. No solo se han perdido lugares, también su historia, quiénes estuvieron detrás de ellos y qué pasó allí. Fueron lugares que marcaron tanto una época y hay una generación que no los conoció».
Hace año y medio, Morales le planteó la idea a su compañera, la también periodista Mariana Cadenas. Juntaron a más de 40 personas, entre periodistas e ilustradores, para darle forma al proyecto. “Nuestra idea era generar un diálogo entre el escritor y el ilustrador, pero que también fuera un diálogo entre generaciones porque hay muchos de los escritores o ilustradores que no conocieron estos lugares. Fue bonito ver cómo se reconstruyó la historia de los lugares a partir de la memoria del otro”.
Lo primero que hicieron fue armar una primera lista con los espacios más representativos que no habían sido reseñados en Caracas 450. “Inicialmente la idea era hacer 55 lugares, pero por un tema de presupuesto se tuvo que reducir a 40. Luego, cuando tuvimos una selección de lugares más pequeña, se lo compartimos a los escritores y cada quien escogió en función de la afinidad que tuviera con el espacio. Tuvimos cuidado de que fuese un recorrido por la ciudad, de que hubiese restaurantes, pero también espacios públicos o librerías, que realmente pudieras tener un espectro de la experiencia de ciudad desde diferentes aspectos”.
Una vez que tuvieron la lista definitiva comenzaron a contactar a los escritores con los que querían trabajar. Muchos venían del libro Caracas 450. “Ya teníamos la experiencia con muchos de estos escritores y sabíamos que nos iba a ir bien con ellos. Queríamos repetir con algunos pero también sumar a otros reconocidos como Rodrigo Blanco, Eduardo Sánchez Rugeles porque queríamos gente con mucha experiencia y gente muy nueva como Luisa Salamor, Ricardo Barbar, María Paula Sánchez, que son periodistas más jóvenes y mezclarlos con gente que fuera más experimentada”, comenta Mirelis Morales. En el caso de los ilustradores, entre los que destacan Luis Bonilla, Ana Brett, Eddymir Briceño, Carlos Carreño y Michael Zerpa, fue igual.
La periodista y editora insiste en que son historias de los lugares, no reseñas. “Son historias personales para demostrar cómo los lugares nos marcan, cómo recuerdas la librería donde compraste Cien años de soledad, que nunca vas a olvidar porque marcó algo especial en ti; el lugar donde conociste a tu pareja o la arepera donde te pidieron el empate. Hay muchas historias detrás de estos lugares y eso es lo que queremos mostrar, que no son espacios físicos solamente, son espacios donde recreas tu caraqueñidad. También hay unas dinámicas sociales que se producen dentro de estos lugares y eso es justamente lo que queríamos rescatar, la memoria de estos espacios”, explica Morales, quien agrega que Caracas 455 también es un registro para las nuevas generaciones. “Hay niños que están fuera y que no tuvieron relación con esa Caracas de sus papás y este es el registro que les dice: ‘Mira, aquí yo iba a rumbear o comer’. Aunque las ciudades cambian, lo cierto es que para nosotros el cambio fue muy brusco. Hemos perdido muchos referentes en muy poco tiempo”.
Al principio pensaron en ordenar las crónicas para que simularan un recorrido por la ciudad, de este a oeste; sin embargo, la representación de sitios por municipios no fue suficiente. «Descartamos esa opción y optamos hacerlo por orden alfabético. Pero tratamos de que las crónicas de librerías estuvieran juntas, igual con las de restaurantes o lugares públicos».
Las crónicas las escribieron distintos autores teniendo como hilo conductor su caraqueñidad. «Como son textos muy personales quisimos, de alguna forma, respetar el estilo de cada quien. Allí lo rico es que vas a dialogar con el mismo escritor porque se respetó mucho el estilo de cada quien. Hay un lenguaje común aun cuando cada quien lo haya hecho con un estilo propio. Lo sabroso es que no vas a sentir que estás con la misma voz, es como si estuvieras dentro de la misma ciudad: vas a escuchar muchas voces de lugares diferentes y vas a ver ilustraciones diferentes, lo variopinta que es la ciudad también lo vas a ver en el libro sin que se haya roto la unidad».
Para Morales fue un gran logro que Caracas 455 tuviera ejemplares en físico. El anterior no se imprimió. «Los proyectos editoriales siempre son costosos y nuestra intención era pagarle honorarios a todos los escritores e ilustradores. Eso para nosotros era un punto de honor. Pero a la vez había gastos de impresión y era el sueño imprimir el libro porque Caracas 450 no se imprimió. Lo queríamos hacer con una edición especial que la gente pudiera conservar en su casa como una obra de arte».
En diciembre hicieron una preventa para poder cubrir los gastos de impresión de 500 ejemplares, de los cuales se han vendido 200. «Era un proyecto mixto porque pudimos contar con el apoyo de Banesco, aliado que financió la producción, y nosotros a través de la preventa logramos que los padrinos y madrinas del libro financiaran la impresión. En realidad, fue un acto de fe y de confianza porque la gente apostó por una idea, no por un libro porque no lo tenían en sus manos», señala la editora.
Se espera que el libro, por ahora solo disponible para Venezuela y Estados Unidos, salga de imprenta entre el 17 y 18 de abril para entregar los ejemplares vendidos en Caracas. «Tenemos reservados 300 ejemplares, entre los que vendimos y los que tenemos que darle al patrocinador. Quedan solo 200 libros que van a estar disponibles y que se pueden comprar en la página web de Caracas 455«, comenta Morales, que comenta que han evaluado subir el libro en digital a Amazon y hacer una segunda impresión. «Todavía no hemos definido ese tema hasta que se vendan estos 200 libros, pero, obviamente, nuestro interés sería aumentar la difusión, que más gente pueda tener acceso al libro. Es lo que nos gustaría».
Para la periodista, Caracas 455 también es una forma de transformar la nostalgia que genera la migración en algo positivo. «Es buscar transformar a Caracas en una ciudad que viva para siempre en el recuerdo de la gente. Cuando tienes mucho tiempo fuera de la ciudad y ves la imágenes que hay en redes, ya no la reconoces, es como si fuera otra ciudad, otra vida, otro tiempo. Entonces, de alguna forma, es dejar registro de esas cosas que conociste y que es lo que te llevas contigo porque ya no tienes relación con la ciudad de ahora. Es conservar ese recuerdo de tu ciudad y que sea más perdurable en un formato como un libro».
De los lugares que desaparecieron de Caracas, la periodista siente que hacen más falta la Librería Lugar Común. «Obviamente, la ciudad va a extrañar mucho, o yo extraño mucho, la dinámica que se generaba en las librerías», dice. «Yo fui una de las personas que más disfrutó la experiencia Por el medio de la calle y la Feria del Ateneo. Para mí era una tradición ir a la Feria del Ateneo. Esas cosas que marcaron mi relación con la ciudad y que ya no están, en mi caso, me hacen falta, hacen que mi ciudad sea distinta (…) Cada vez que la ciudad pierde algo es como si perdiéramos una parte de nosotros en esa acción. Por eso es tan importante conservar la memoria de estos lugares, para que no muera», añade.
Morales afirma que la ciudad no solo se va perdiendo con los lugares que desaparecen con el tiempo, también con los afectos que se van. «Cuando ya no tienes algo que te una a esa ciudad, como tus amigos o tu familia, llega un momento en el que ya no tienes algo que te ate a ese lugar, sólo tus recuerdos. Por eso, queremos llevar este libro a tantas casas fuera para que tengan un pedacito de la ciudad y puedan presentar el libro a todo el que llegue y decirles: ‘Así era Caracas’ o ‘Así era mi ciudad, la que yo viví y la que recuerdo'».